viernes, 18 de septiembre de 2015

Asesinato de Arcadio Vilela Gárate (I)

Contaban los viejos que en La Coruña se recordaban tres entierros multitudinarios. El de mayor asistencia fue el del alcalde Alfonso Molina (1958). Este ingeniero de caminos dejó la tesorería municipal en situación manifiestamente mejorable, pero estaban encantados con él por su simpatía, porque les llenaba de tulipanes los jardines de Méndez Núñez o le había dado mayor altura al Obelisco; pero sobre todo porque era un señorito que se mezclaba con los más humildes en las fiestas de barrio y verbenas, bailando con las chicas de las Atochas o de cualquier otro barrio popular y aquello era lo nunca visto hasta entonces en un señorito.

El segundo de los entierros a los que acudió una muchedumbre fue el del Dr. Enrique Hervada García Sampedro (1953), popularísimo por varios motivos. En primer lugar porque según se decía, cuando se cansaba de alguna de sus novias o la chica se quedaba embarazada, la dejaba, pero no a su suerte, sino que le regalaba una máquina de coser para que contase con medios con los que atender a la criatura. En segundo lugar porque pese a ser un hombre adusto, capaz de echar con cajas destempladas de su consulta a un hipocondríaco, si llegaba a una casa y veía necesidad, no sólo no cobraba la consulta sino que al preguntar la familia del enfermo si la medicación sería cara les respondía que por eso no se preocupasen. Cuando los familiares del paciente recogían la receta que el Dr. Hervada había dejado sobre la mesilla de noche, o cuando desdoblaban el embozo de la sábana o miraban bajo la almohada, se encontraban conque este médico había dejado dinero para que adquiriesen la medicación o la comida que les había recomendado.

Por último, el tercero de los entierros multitudinarios fue el de Arcadio Vilela Gárate (1946), como se ve en la imagen publicada por La Voz de Galicia el día 21 de mayo. La ciudad quedó consternada al saber que un comando de pistoleros comunistas, aprovechando la oscuridad de la noche, la superioridad del grupo, la ventaja ser mucho más jóvenes que su víctima, e incluso el hecho de encontrarse esta de espaldas, digo, que la ciudad se indignó al conocer que un comando de comunistas había dado muerte alevosa a Arcadio Vilela Gárate cuando subía las escaleras que lo llevaban a la redacción de El Ideal Gallego en Rubine. Contaba 63 años y para la época era un anciano sexagenario. Dejaba viuda y cuatro huérfanos: Arcadio, Mercedes, Pilar y María Victoria. Nuestra víctima era muy popular, algo que puso de manifiesto la multitud que acudió a su entierro en el que --si se me permite-- los mariachis de Stalin se volvieron a lucir y a llenar de gloria porque lejos de conseguir apoyos, resulta que el régimen salió reforzado, tanto por la consternación y rechazo general que produjo en la ciudad el asesinato de un padre de familia, como por la manifestación patriótica multitudinaria que se organizó al concluir el sepelio desde el cementerio hasta el Gobierno Civil en la que se reforzó la idea de que el 18 de julio se produjo, precisamente, para evitar atrocidades como la cometida por los comunistas con Arcadio Vilela.

Hoy en día se quiere poner el foco en que era falangista y hasta se fuerza la intensidad de la luz indicando que era destacado por haber sido secretario provincial de FET y de las JONS en La Coruña en 1939 pese a que su carné le fue expedido en fecha tan tardía como el 31 de diciembre de 1938, con la guerra casi concluida ¿Cuando se pregunta a alguien quién era Álvaro Cunqueiro o Enrique Mariñas, se responde que eran destacados falangistas? ¿Cuando se pregunta quién era Luciano Yordi de Carricarte se responde que un miembro de Caballeros de La Coruña? Es evidente que no, que la personalidad de los citados es mucho más rica y que la mencionada es sólo una faceta, ni la más importante, ni la más destacada. Con Arcadio Vilela ocurre otro tanto, como creo que resulta evidente por lo que veremos a continuación.

ARCADIO VILELA GÁRATE: DOS APUNTES

Los datos que siguen están obtenidos en su mayoría de hemerotecas digitales como la del Ministerio de Educación, Galiciana, o la de la Biblioteca Nacional. Arcadio Vilela Gárate fue secretario adjunto de la Sociedad Oceanográfica (del Golfo de Gascuña) en La Coruña en 1911, año en el que también es bibliotecario segundo de la Liga de Amigos; vocal en 1915 de la Sociedad de Tiro de Pichón y de la Comisión mixta administrativa del Teatro Principal, hoy Rosalía de Castro; también obtiene este año el título de profesor mercantil en la Escuela de Comercio de La Coruña; contrae matrimonio con Mercedes Ramudo en 1917, año en el que es elegido presidente de la Federación Gallega de Fútbol, pionero y decano del tenis en La Coruña, jugador de ajedrez, de hockey, practicaba la esgrima, la equitación, el remo o la natación; vocal de la junta de caballeros de la Cofradía del Pilar en 1928; vicepresidente en 1929 de la asociación benéfica El Portal de Belén; secretario de la Escuela de ciegos y niños pobres en 1930; directivo de la Asociación de la Prensa en 1939, etc. Como se ve estamos ante un miembro de una familia burguesa de la época que destaca por su afición al deporte --no me consta que practicase boxeo al que eran tan aficionados los revolucionarios--, destacando también en él las actividades cívicas, religiosas y sociales, sin que se le conozcan incursiones en la política. Desde mediados de los años 30 también se le conocía por ser periodista de El Ideal Gallego. Cuando lo asesinaron tenía gran actividad en una comisión que trataba de levantar un monumento a la Virgen del Carmen en la Peña de las Ánimas, en donde se construyó la Torre de control de tráfico marítimo.

No obstante lo anterior, en mi opinión no lo asesinaron por ser falangista de última hora, ni por odio a las personas religiosas, ni por envidia dada su posición algo acomodada, ni por ser de derechas, ni por los mil y un disparates con los se quiere justificar su asesinato que sólo dan idea de la degeneración moral de quienes los formulan. A mi juicio fue asesinado por ser un símbolo. Cierto que le tenían envidia y eso les llevaba al odio, máxime por ser persona religiosa y de derechas, y que todo lo anterior cristalizó como símbolo al ser, primero agredido y esto dar pie a que fuese ensalzado como el primer herido en La Coruña, por esta acción que relata El Ideal Gallego correspondiente al 24 de julio de 1936. Se refiere a la mañana del día 20, pocas horas antes de que las tropas saliesen a la calle:

AGRESIÓN A UN REDACTOR DE 
"EL IDEAL GALLEGO"

Los revolucionarios entraron en varias casas para registrarlas y cachear a sus inquilinos.

Una muchacha de la calle de Juana de Vega salió al balcón pidiendo auxilio. Subió a prestárselo el redactor de EL IDEAL GALLEGO don Arcadio Vilela, en unión de un marino y alguna otra persona, pero las turbas le agredieron a aquél en la cabeza con las culatas de sus pistolas, causándole una herida que, por fortuna no fue de consideración.

Por esta lesión recibió asistencia en la Casa de Socorro del Hospital. Como la agresión no tiene un pase, obras propagandísticas como Lo que han hecho en Galicia, que por cierto cita y usa como fuente Paul Preston en El holocausto español --lo que me llevó a mi a no fiarme de Preston, cuando menos por lo que a La Coruña se refiere-- digo que en Lo que han hecho en Galicia se da una versión disparatada para justificar la agresión:

Se advirtió entonces que algunos elementos caracterizadamente fascistas estaban discretamente al acecho de lo que pasaba merodeando por las calles céntricas, principalmente las de Castelar [Rúa Nueva] y Real. Uno de estos espías fue descubierto y al registrársele se le encontró encima un arma automática. Era un fascista notorio llamado Arcadio Vilela. El pueblo satisfizo su furor desarmándole y dándole varios golpes que le produjeron contusiones en la cabeza; protegido por los mismos directivos de la masa trabajadora fue arrancado de las garras del pueblo y conducido a lugar seguro. Este hombre había de ser luego uno de los más feroces verdugos de quienes le salvaron la vida en aquel trance.

Como se ve, todo se vuelven acusaciones genéricas y no se nos proporcionan los nombres de los supuestos salvadores, cosa típica de la propaganda que hace acusaciones que no es posible comprobar. Contamos con un testimonio de primera mano que desmiente en parte la hablilla del libelo anterior. Es Pepín, uno de los hermanos de la Lejía. En entrevista que le hizo Luis Lamela (Estampas de injusticia, p. 447):

P:-- ¿Tuvieron ustedes algún enfrentamiento personal con Arcadio Videla [sic]?

R:-- No nos hicieron frente, nada de eso. Nosotros llevábamos un revólver. Eso lo inventó todo él. No tuvimos nada con él, nada.

Con independencia de que parece difícil refutar que Arcadio Vilela fue agredido en la cabeza --cosa que hasta reconoce el anónimo Lo que hicieron en Galicia--, Pepín no dice en absoluto que Vilela llevase un arma, sino que no les hicieron frente porque "nosotros llevábamos un revólver". Tampoco dice nada de que Vilela hubiese sido un verdugo --nótese el lenguaje amarillo de la publicación de la que se fía Preston-- con los que lo habrían salvado. No niego que entra dentro de lo posible que hubiesen circulado chismes más o menos parecidos, que pudieron confundir a Arcadio Vilela Gárate con su hijo Arcadio Vilela Ramudo, incorporado desde el principio como miliciano --que no era los mismo que Caballero de La Coruña aunque a estos también los llamasen milicianos--, apoyando a la Guardia Civil, y tampoco parece descartable la mera falsedad para contrarrestar la mitificación del primer herido del bando nacional.

Arcadio Vilela Gárate se debió incorporar desde el principio a Caballeros de La Coruña. Esta organización cívica se dedicó a prestar servicios de vigilancia y custodia de edificios oficiales, de expediciones postales, a mantener la seguridad en las calles, cuidar que los bares cerrasen a su hora, impedir el contrabando en los muelles, etc. Como la Guardia Civil, la de Asalto o los Carabineros se encontraban en su mayoría en el frente de guerra, fueron los Caballeros de La Coruña quienes los sustituyeron en diversas tareas. Era gente de cierta edad y así los niños los motejaban como los Mil Ancianos, haciendo un juego de palabras con milicianos. Arcadio Vilela Gárate se convirtió en un símbolo notorio al ser distinguido por el entonces comandante Teijeiro al abandonar este el mando de los Caballeros de La Coruña el 28 de julio de 1936. Teijeiro lo nombró cabo primero de este grupo cívico. Lo cuenta así La Voz de Galicia correspondiente al 29 de julio de 1936:

LOS "CABALLEROS DE LA CORUÑA"

Ha tomado el mando de la "Legión de Caballeros de La Coruña", el Teniente Coronel de la Guardia Civil, señor Haro [Benito de Haro Lumbreras].

En el acto de entregar a este el mando, el Comandante señor Teijeiro, que venía ejerciéndolo, nombró Cabo primero a don Arcadio Vilela Gárate, como homenaje por haber sido el primer individuo del Cuerpo herido durante los sucesos.

Transmutado el nombre anterior y unificadas todas estas organizaciones ciudadanas con la denominación Milicia Española, los que habían sido Caballeros de La Coruña siguieron dedicados a la custodia de edificios oficiales, vigilancia de calles, custodia de barcos de pesca para evitar secuestros y huidas a territorio enemigo (se dice que se pasaban las travesías vomitando por no haber embarcado nunca), etc. Durante una de esas labores de patrulla por las calles, en febrero de 1937, a Arcadio Vilela le pareció sospechoso un individuo. Lo debió conducir a Comisaría o al Cuartel de la Guardia Civil para que lo identificasen y resultó ser un extremista de Maniños, Celestino Rodríguez Galdós, hombre violento, afiliado al PCE y a la CNT y reclamado por las autoridades. Puesto a disposición de la justicia en Ferrol fue condenado a la última pena dados los gravísimos delitos que se le pudieron probar. Y esta es toda la actividad represiva, ya se ve que indirecta, que le conozco. Como creo haber leído unos cuantos papeles y no recuerdo que aparezcan más actividades de este tipo, si alguien pudiese señalar esa supuesta tarea de verdugo dando nombres y apellidos comprobables, me temo que ya lo habría hecho, y nadie lo hace porque estoy convencido de que --con cualquier otra excepción que confirme la regla-- no hay más que rascar. Sólo sectarismo que se quiere justificar con tres chismes de los libelos de la época, que en absoluto reflejan la verdad, empleados hoy por la misma propaganda y sobre los que se quiere colocar el foco.






1 comentario:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

De acuerdo con la causa 221/37 contra Celestino Rodríguez Galdós, dependiente del Tribunal Militar Territorial IV (La Coruña), que se conserva en el Archivo Intermedio Militar Noroeste (Ferrol), Arcadio Vilela presentó en Comisaría a Rodríguez Galdós el 15 de febrero de 1937. Le infundió sospechas al intentar adquirir unas gafas ahumadas y al pedirle la documentación y hacerle varias preguntas incurrió en varias contradicciones. Puesto a disposición de la Justicia en Ferrol resultó que anduvo con una escopeta después de haberse declarado el estado de guerra. Si bien el fiscal, alférez honorífico del Cuerpo Jurídico Militar, José Pérez Ardá, solicitó que se le impusiese la pena de reclusión perpetua, el consejo de guerra --del que fue vocal ponente el capitán honorífico del Cuerpo Jurídico Militar, Ramón Rivero de Aguilar-- apreció la agravante de perversidad del delincuente al tomar en consideración la declaración del comandante del Puesto de la Guardia Civil de Fene, que acusó al reo de comunista y de ser uno de los envenenadores de la juventud en Maniños, Barallobre y alrededores. Como consecuencia de lo anterior se impuso la pena en su grado máximo siendo pasado por las armas en los fosos del Castillo de San Felipe el 17 de abril de 1937.