viernes, 25 de septiembre de 2015

Asesinato de Arcadio Vilela Gárate (y II)

MOVIMIENTOS DEL COMANDO PREVIOS AL ATENTADO

Aquel 19 de mayo de 1946 la partida comunista se dirigió al edificio La Terraza sobre las diez y media de la noche. Llevaban dos bombas. Al abrir la puerta inmediata al Kiosco Alfonso salió Ramiro Roo Pedrares, conserje de la Delegación Provincial de Sindicatos quien les preguntó qué querían. Respondieron con una disculpa diciendo que buscaban a un militar que el conserje no conocía en aquella dependencia. Desistieron y se fueron hacia el Hogar Juvenil Juan Canalejo del Frente de Juventudes. Se encontraba en la calle del Comandante Fontanes frente al ambulatorio y parte de Hacienda. Contaba con un bajo de gran altura con teatro, gimnasio, locales de ensayo y otras dependencias. En el piso alto había aulas, despachos, locales de ocio, etc. Al llegar allí la partida, según Bello Parga, José Pedreira de la Iglesia @ el Tomás Padilla, lo consideró un objetivo muy pobre y desistieron. Ya conté que sé por tradición oral que el día que asesinaron a Arcadio Vilela, se decía que los del Foucellas --nombre que daban a cualquier partida comunista-- estuvieron en casa de Carlos Puga Pequeño (calle del Regidor Somoza, que hace esquina a Comandante Fontanes) y llegaron a zarandear al ama de llaves, Susana; Puga se escapó por los sótanos y no lo localizaron. De esto no aparece nada en la causa que veremos, pero me consta que la madre de un amigo presenció el atentado contra Vilela desde su casa de Rubine, la Guardia Civil le tomó declaración en el cuartel, y tampoco aparece su testimonio en el sumario.

EL ATENTADO

Según Amador Domínguez Pan @ el José Pimentel, el atentado contra Vilela fue consecuencia de un plan premeditado en Gandarío. Allí se acordó que dos voluntarios debían venir a La Coruña a asesinar a otras tantas figuras de Falange y "volar el transformador de la Radio Nacional". Se presentaron voluntarios Manuel Luis Bello Parga y José Pedreira de la Iglesia, @ el Tomás Padilla, quienes se desplazaron a La Coruña y recogieron a Claudio Díaz Milia @ el Manolete y José da Silva Bartomé @ el Moreno --Bello Parga sustiye a este por Rafael el Andaluz--, agenciándose las bombas correspondientes. Una la colocaron bajo el coche de acoplamiento de antena de Radio Nacional de España y días después vieron por la calle a Arcadio Vilela. Bello Parga dijo a los demás "este es para mí" y después de seguirle un corto trecho, al meterse en el portal, --según Domínguez Pan de su domicilio pero en realidad era el de El Ideal Gallego--, lo asesinó. En este atentado José da Silva Bartomé resultaría herido en una mano. De acuerdo con lo anterior Manuel Luis Bello Parga sería el autor material del asesinato (Archivo Intermedio Militar Noroeste, causa 433/1948 contra Amador Domínguez Pan y otros, fol. 4r).

Según Francisco Rey Balbís @ el Moncho, "ajusticiamos al asesino Vidiela [sic], unánimemente odiado, en la misma entrada de la redacción de 'El Ideal Gallego'. Fue Manolito Bello, joven de 19 años [sic, serán 21], quien ejecutó a Vidiela [sic]" (Las guerrillas en Galicia : Relato de "Moncho", antiguo jefe de la Agrupación Guerrillera de Galicia, recogido por J.E. En : Nova Galicia : revista de cultura y política, 14-15, 1969, octubre, 1, pág. 37. Recuperable en el micrositio de prensa del Partido Comunista de España en la web del Ministerio de Educación correspondiente a la Biblioteca Virtual de Prensa Histórica).

Ambas versiones coinciden en señalar a Manuel Luis Bello Parga como autor material de los disparos que acabaron con la vida de Arcadio Vilela Gárate. No obstante lo anterior, a mí se me ofrecen dudas, máxime cuando cada vez me parece más cierta la experiencia popular que caracteriza a los comunistas como individuos que nunca dicen la verdad, que son más falsos que un duro de madera y van por detrás. Digo que mantengo ciertas reservas en torno a la autoría material del asesinato por parte del Bello Parga, en primer lugar porque del sumario con el que se le condenó no resulta que fuese el autor material de los disparos; y también porque la madre de un amigo --ya lo contará él con detalle-- lo vio todo desde su casa frente por frente al portal de El Ideal Gallego, conocía al Bello Parga por motivos de vecindad, y aseguraba que quien salió del portal no fue éste sino otro individuo de la partida comunista, que se metió hacia el corralón de Rubine. Sea como fuere, que disparase o no es irrelevante porque de acuerdo con el Código Penal de entonces y de ahora se le puede reputar autor de un  delito de asesinato en tanto se considera autor de un delito a aquel que lo realiza, bien sea solo o de forma conjunta (CP, art. 28).

De acuerdo con la causa y el testimonio de la madre de este amigo resultaría lo que sigue. La partida se retiraba y al pasar por la plaza de Pontevedra vio que salía del famoso café Unión, situado en el edificio Escariz, esquina Payo Gómez, digo que los integrantes del comando vieron salir de allí a Arcadio Vilela Gárate. Lo siguieron porque así lo habría ordenado José Pedreira de la Iglesia, @ el Tomás Padilla. Por la acera de la derecha de Rubine iban Pedreira y Bello Parga siguiendo a Arcadio Vilela. Por la de la izquierda y algo adelantados marcharían el Manolete y el Rafael. Cuando el periodista se introdujo en el portal de El Ideal Gallego --solar ocupado hoy en el bajo por una cervecería-- José Pedreira de la Iglesia lo siguió y le disparó por la espalda. De los disparos que efectuó el pistolero, uno le atravesó el corazón, otro le afectó al tronco y el tercero a una pierna. En su partida de defunción consta con total normalidad que falleció de "hemorragia interna", por si alguien tiene dudas. Vemos, una vez más, que no se trataba de un eufemismo ni existía intención de ocultar los motivos de la muerte como se dijo que ocurría con los ejecutados durante la guerra civil --por parte de algunos por no haberse leído la Ley del Registro Civil, y por otros que la conocían por agitar, que algo queda.



No contaban los pistoleros conque por la misma avenida de Rubine marchaban varios integrantes de la Brigadilla hacia la plaza de Pontevedra, siguiendo a los que querían secuestrar a Pedro Abelenda. En cuanto los guardias oyeron los disparos sacaron sus armas dando el consiguiente ¡alto a la Guardia Civil! Visto por los demás miembros del comando que los guardias sacaban y montaban sus armas, rompieron fuego contra estos, al que replicaron los de la Benemérita. Formaban la Brigadilla en aquel momento los cabos primeros Vicente Peralta López, Luis Expósito Castaño y Fernando Méndez Cerezo; junto con los guardias segundos Pedro Pellicer Nicolás, Francisco Morais Figueroa, Manuel Blanco Blanco, Faustino Dorado Dorado y Plácido Antelo Pan. Como consecuencia de lo anterior resultó herido grave en la cara externa del muslo izquierdo, con rotura de fémur, el cabo primero, jefe de la Brigadilla, Vicente Peralta López al que rodearon sus compañeros rodilla en tierra para protegerlo y repelieron la agresión. Otro de los heridos venía de dar un paseo por la playa de Riazor con su esposa y entraba en Rubine por donde se encontraba la Casa de Baños La Salud. Se trataba de un brigada de Artillería, Feliciano Sabajanes Fernández. De repende se sintió herido en un hombro por un disparo. Él y su esposa dieron un rodeo por Comandante Barja y el lesionado ingresó por su propio pie en el Sanatorio del Pilar situado en la plaza de Pontevedra, al que también se llevó a Peralta.

Los comunistas huyeron por el corralón de Rubine, evocado hoy en unas galerías comerciales.



Entraron en uno de los portales y tras subir al último piso rompieron la claraboya por la que accedieron al tejado. Abandonaron las dos bombas y en el tejado se encontraron manchas de sangre, señal de que los disparos de la Guardia Civil alcanzaron a alguno de los violentos. Manuel Luis Bello disparó contra los guardias --parece que pudo haber sido quien hirió a Peralta-- hasta que se le encasquilló el arma. Salió entonces corriendo por Rubine, plaza de Pontevedra, Teresa Herrera y plaza de Lugo, en donde una pareja de la Guardia Civil le cortó el paso. Retrocedió pero no pudo llegar a la plaza de Pontevedra porque los guardias que lo perseguían lograron capturarlo.

CONSEJO DE GUERRA, SENTENCIA Y EJECUCIÓN

A las diez de la mañana del 22 de junio de 1946 se reunió en la Sala de Justicia del Acuartelamiento de Atocha el consejo de guerra ordinario de plaza, para ver y fallar la causa instruida en procedimiento sumarísimo contra Manuel Luis Bello Parga (de 21 años, dependiente de comercio, vecino de La Coruña) y otros más algunos en rebeldía, por los delitos de asesinato y rebelión militar. Presidió al Consejo el teniente coronel de Infantería, José Martínez Parada. Como vocales formaron parte del mismo los capitanes de Artillería Antonio de Andrés Andrés y Luis Carvajal Fouce; junto con el capitán de Infantería Augusto Sánchez Romero. Fue vocal ponente  el capitán auditor Eduardo Sanjurjo de Carricarte. Representó al Ministerio Fiscal el también capitán auditor Sergio Peñamaría de Llano. De la defensa se encargó el capitán de Artillería Benito Rivas Pichel.

El capitán Rivas Pichel negó que a Bello se le pudiese reputar autor del asesinato de Vilela, autor del robo con resultado de muerte en la persona de Doval y colocación de explosivos en Radio Nacional de España y vías férreas. Los testigos que depusieron a su favor dijeron que consideraban a Bello un anormal, pero no se presentó un informe médico que lo probase. Por su parte el fiscal lo consideró autor de los delitos mencionados y terminó su alegato dirigiéndose al terrorista pidiéndole que se arrepintiese y colaborase con la Justicia para detener a los demás delincuentes; añadió por último que, en nombre de la Ley, pedía que el Consejo impusiese la pena de muerte al procesado. La respuesta de Bello Parga nos lo dibuja como alguien absolutamente fanatizado, sin sentimientos, que se abstrae del dolor que ocasionó a las viudas y huérfanos de Manuel Doval Lemat y Arcadio Vilela Gárate. Respondió al fiscal diciendo "que él no había cometido ningún asesinato ni atraco a mano armada y que solamente cumplía órdenes que recibía del Estado Mayor de la fuerza de resistencia republicana, y que él se consideraba un patriota". No tengo que recordar que Bello sería uno de los que se presentaron voluntarios en Gandarío para asesinar a dos figuras de la Falange en La Coruña; que ese grandilocuente estado mayor de la pomposa fuerza de resistencia republicana, no representaba a nadie, o a 30 personas, que con los apoyos podían ser 100 en toda la provincia de La Coruña --lo cual es lo mismo que decir nadie; y que su acendrado patriotismo lo llevaba a servir al comunismo internacional que por aquellas fechas era tanto como decir servir a una potencia extranjera como la URSS. Nadie desconoce que entonces el PCE del que dependía y al que servía Bello Parga no era autónomo sino la Sección Española de la Internacional Comunista, dirigida por Stalin, gran demócrata; que el mismo Bello cuenta que sus compañeros de partida asesinaron a un tal Jardy, pistolero del grupo, por suponerle relaciones con la BBC y otras potencias capitalistas... Quien crea que estos benditos luchaban por la libertad y la democracia, o está de broma, o es un ingenuo, o miente, pero no de cualquier modo: miente, si se me permite, más que dientes tiene. Luchaban como comunistas que eran por implantar el socialismo real, o lo que es lo mismo, un régimen totalitario de tipo comunista.

Reunido el consejo para deliberar en sesión secreta consideró a Manuel Luis Bello Parga autor de un delito de rebelión militar; de otro de robo a mano armada con resultado de muerte en la persona de Doval Lemat; y de otro más de asesinato de Vilela Gárate. Como todos estos delitos estaban castigados con la pena capital y el consejo no apreció atenuantes, condenó a muerte al encausado. La sentencia, previo dictamen favorable del auditor Hernán de Martín-Barbadillo y Paúl, fue aprobada por el capitán general Salvador Múgica Buhigas en decreto de 24 de junio de 1946. Como la resolución judicial incluía una pena de muerte, se suspendió la ejecución de la misma hasta tanto no se recibía el enterado del Gobierno o la conmutación por reclusión perpetua (30 años). El Gobierno se dio en este caso por enterado de la pena de muerte impuesta y por parte de la Asesoría Jurídica del Ministerio del Ejército se comunicó que el reo debía ejecutarse en garrote. A las seis de la tarde del 10 de julio de 1946 Manuel Luis Bello Parga fue notificado de la sentencia y se le puso en capilla. Transcurridas que fueron las doce horas que marcaba el Código de Justicia Militar, a las seis de la mañana del día once se ejecutó la sentencia en las propias dependencias de la Prisión Provincial de La Coruña. Según un amigo que hacía el servicio militar y se encontraba en una garita, el garrote se instaló en el paseo de ronda descubierto que rodea la prisión, entre la puerta interior del edificio administrativo en el que también tenía su vivienda el director, y la puerta de la cárcel propiamente dicha. Se juntó bastante gente. En un momento determinado mi amigo escuchó un viva que debió pronunciar Bello Parga y al poco vio que echaban una sábana sobre el reo. Certificada la defunción se le enterró en el nicho nº 80, fila 3ª, del cementerio de Santa María de Oza, nicho hoy desaparecido al encontrarse en la zona en la que se amplió el acceso a esta necrópolis. Quedan así sin ningún valor patrañas  romanticonas según las cuales su tumba --se decía que en tierra-- aparecía siempre cubierta con una estrella de cinco puntas confeccionada con claveles rojos, que le pondría su novia --a la que los comunistas tenían por confidente de la policía al creer que les había infiltrado a varios topos de la Guardia Civil.

Mis notas: Causa 271 de 1946, correspondiente al Registro de la Capitanía General de Galicia por asesinato de don Arcadio Vilela Gárate y actos de terrorismo, contra Manuel Bello Parga y otros (316 páginas).


viernes, 18 de septiembre de 2015

Asesinato de Arcadio Vilela Gárate (I)

Contaban los viejos que en La Coruña se recordaban tres entierros multitudinarios. El de mayor asistencia fue el del alcalde Alfonso Molina (1958). Este ingeniero de caminos dejó la tesorería municipal en situación manifiestamente mejorable, pero estaban encantados con él por su simpatía, porque les llenaba de tulipanes los jardines de Méndez Núñez o le había dado mayor altura al Obelisco; pero sobre todo porque era un señorito que se mezclaba con los más humildes en las fiestas de barrio y verbenas, bailando con las chicas de las Atochas o de cualquier otro barrio popular y aquello era lo nunca visto hasta entonces en un señorito.

El segundo de los entierros a los que acudió una muchedumbre fue el del Dr. Enrique Hervada García Sampedro (1953), popularísimo por varios motivos. En primer lugar porque según se decía, cuando se cansaba de alguna de sus novias o la chica se quedaba embarazada, la dejaba, pero no a su suerte, sino que le regalaba una máquina de coser para que contase con medios con los que atender a la criatura. En segundo lugar porque pese a ser un hombre adusto, capaz de echar con cajas destempladas de su consulta a un hipocondríaco, si llegaba a una casa y veía necesidad, no sólo no cobraba la consulta sino que al preguntar la familia del enfermo si la medicación sería cara les respondía que por eso no se preocupasen. Cuando los familiares del paciente recogían la receta que el Dr. Hervada había dejado sobre la mesilla de noche, o cuando desdoblaban el embozo de la sábana o miraban bajo la almohada, se encontraban conque este médico había dejado dinero para que adquiriesen la medicación o la comida que les había recomendado.

Por último, el tercero de los entierros multitudinarios fue el de Arcadio Vilela Gárate (1946), como se ve en la imagen publicada por La Voz de Galicia el día 21 de mayo. La ciudad quedó consternada al saber que un comando de pistoleros comunistas, aprovechando la oscuridad de la noche, la superioridad del grupo, la ventaja ser mucho más jóvenes que su víctima, e incluso el hecho de encontrarse esta de espaldas, digo, que la ciudad se indignó al conocer que un comando de comunistas había dado muerte alevosa a Arcadio Vilela Gárate cuando subía las escaleras que lo llevaban a la redacción de El Ideal Gallego en Rubine. Contaba 63 años y para la época era un anciano sexagenario. Dejaba viuda y cuatro huérfanos: Arcadio, Mercedes, Pilar y María Victoria. Nuestra víctima era muy popular, algo que puso de manifiesto la multitud que acudió a su entierro en el que --si se me permite-- los mariachis de Stalin se volvieron a lucir y a llenar de gloria porque lejos de conseguir apoyos, resulta que el régimen salió reforzado, tanto por la consternación y rechazo general que produjo en la ciudad el asesinato de un padre de familia, como por la manifestación patriótica multitudinaria que se organizó al concluir el sepelio desde el cementerio hasta el Gobierno Civil en la que se reforzó la idea de que el 18 de julio se produjo, precisamente, para evitar atrocidades como la cometida por los comunistas con Arcadio Vilela.

Hoy en día se quiere poner el foco en que era falangista y hasta se fuerza la intensidad de la luz indicando que era destacado por haber sido secretario provincial de FET y de las JONS en La Coruña en 1939 pese a que su carné le fue expedido en fecha tan tardía como el 31 de diciembre de 1938, con la guerra casi concluida ¿Cuando se pregunta a alguien quién era Álvaro Cunqueiro o Enrique Mariñas, se responde que eran destacados falangistas? ¿Cuando se pregunta quién era Luciano Yordi de Carricarte se responde que un miembro de Caballeros de La Coruña? Es evidente que no, que la personalidad de los citados es mucho más rica y que la mencionada es sólo una faceta, ni la más importante, ni la más destacada. Con Arcadio Vilela ocurre otro tanto, como creo que resulta evidente por lo que veremos a continuación.

ARCADIO VILELA GÁRATE: DOS APUNTES

Los datos que siguen están obtenidos en su mayoría de hemerotecas digitales como la del Ministerio de Educación, Galiciana, o la de la Biblioteca Nacional. Arcadio Vilela Gárate fue secretario adjunto de la Sociedad Oceanográfica (del Golfo de Gascuña) en La Coruña en 1911, año en el que también es bibliotecario segundo de la Liga de Amigos; vocal en 1915 de la Sociedad de Tiro de Pichón y de la Comisión mixta administrativa del Teatro Principal, hoy Rosalía de Castro; también obtiene este año el título de profesor mercantil en la Escuela de Comercio de La Coruña; contrae matrimonio con Mercedes Ramudo en 1917, año en el que es elegido presidente de la Federación Gallega de Fútbol, pionero y decano del tenis en La Coruña, jugador de ajedrez, de hockey, practicaba la esgrima, la equitación, el remo o la natación; vocal de la junta de caballeros de la Cofradía del Pilar en 1928; vicepresidente en 1929 de la asociación benéfica El Portal de Belén; secretario de la Escuela de ciegos y niños pobres en 1930; directivo de la Asociación de la Prensa en 1939, etc. Como se ve estamos ante un miembro de una familia burguesa de la época que destaca por su afición al deporte --no me consta que practicase boxeo al que eran tan aficionados los revolucionarios--, destacando también en él las actividades cívicas, religiosas y sociales, sin que se le conozcan incursiones en la política. Desde mediados de los años 30 también se le conocía por ser periodista de El Ideal Gallego. Cuando lo asesinaron tenía gran actividad en una comisión que trataba de levantar un monumento a la Virgen del Carmen en la Peña de las Ánimas, en donde se construyó la Torre de control de tráfico marítimo.

No obstante lo anterior, en mi opinión no lo asesinaron por ser falangista de última hora, ni por odio a las personas religiosas, ni por envidia dada su posición algo acomodada, ni por ser de derechas, ni por los mil y un disparates con los se quiere justificar su asesinato que sólo dan idea de la degeneración moral de quienes los formulan. A mi juicio fue asesinado por ser un símbolo. Cierto que le tenían envidia y eso les llevaba al odio, máxime por ser persona religiosa y de derechas, y que todo lo anterior cristalizó como símbolo al ser, primero agredido y esto dar pie a que fuese ensalzado como el primer herido en La Coruña, por esta acción que relata El Ideal Gallego correspondiente al 24 de julio de 1936. Se refiere a la mañana del día 20, pocas horas antes de que las tropas saliesen a la calle:

AGRESIÓN A UN REDACTOR DE 
"EL IDEAL GALLEGO"

Los revolucionarios entraron en varias casas para registrarlas y cachear a sus inquilinos.

Una muchacha de la calle de Juana de Vega salió al balcón pidiendo auxilio. Subió a prestárselo el redactor de EL IDEAL GALLEGO don Arcadio Vilela, en unión de un marino y alguna otra persona, pero las turbas le agredieron a aquél en la cabeza con las culatas de sus pistolas, causándole una herida que, por fortuna no fue de consideración.

Por esta lesión recibió asistencia en la Casa de Socorro del Hospital. Como la agresión no tiene un pase, obras propagandísticas como Lo que han hecho en Galicia, que por cierto cita y usa como fuente Paul Preston en El holocausto español --lo que me llevó a mi a no fiarme de Preston, cuando menos por lo que a La Coruña se refiere-- digo que en Lo que han hecho en Galicia se da una versión disparatada para justificar la agresión:

Se advirtió entonces que algunos elementos caracterizadamente fascistas estaban discretamente al acecho de lo que pasaba merodeando por las calles céntricas, principalmente las de Castelar [Rúa Nueva] y Real. Uno de estos espías fue descubierto y al registrársele se le encontró encima un arma automática. Era un fascista notorio llamado Arcadio Vilela. El pueblo satisfizo su furor desarmándole y dándole varios golpes que le produjeron contusiones en la cabeza; protegido por los mismos directivos de la masa trabajadora fue arrancado de las garras del pueblo y conducido a lugar seguro. Este hombre había de ser luego uno de los más feroces verdugos de quienes le salvaron la vida en aquel trance.

Como se ve, todo se vuelven acusaciones genéricas y no se nos proporcionan los nombres de los supuestos salvadores, cosa típica de la propaganda que hace acusaciones que no es posible comprobar. Contamos con un testimonio de primera mano que desmiente en parte la hablilla del libelo anterior. Es Pepín, uno de los hermanos de la Lejía. En entrevista que le hizo Luis Lamela (Estampas de injusticia, p. 447):

P:-- ¿Tuvieron ustedes algún enfrentamiento personal con Arcadio Videla [sic]?

R:-- No nos hicieron frente, nada de eso. Nosotros llevábamos un revólver. Eso lo inventó todo él. No tuvimos nada con él, nada.

Con independencia de que parece difícil refutar que Arcadio Vilela fue agredido en la cabeza --cosa que hasta reconoce el anónimo Lo que hicieron en Galicia--, Pepín no dice en absoluto que Vilela llevase un arma, sino que no les hicieron frente porque "nosotros llevábamos un revólver". Tampoco dice nada de que Vilela hubiese sido un verdugo --nótese el lenguaje amarillo de la publicación de la que se fía Preston-- con los que lo habrían salvado. No niego que entra dentro de lo posible que hubiesen circulado chismes más o menos parecidos, que pudieron confundir a Arcadio Vilela Gárate con su hijo Arcadio Vilela Ramudo, incorporado desde el principio como miliciano --que no era los mismo que Caballero de La Coruña aunque a estos también los llamasen milicianos--, apoyando a la Guardia Civil, y tampoco parece descartable la mera falsedad para contrarrestar la mitificación del primer herido del bando nacional.

Arcadio Vilela Gárate se debió incorporar desde el principio a Caballeros de La Coruña. Esta organización cívica se dedicó a prestar servicios de vigilancia y custodia de edificios oficiales, de expediciones postales, a mantener la seguridad en las calles, cuidar que los bares cerrasen a su hora, impedir el contrabando en los muelles, etc. Como la Guardia Civil, la de Asalto o los Carabineros se encontraban en su mayoría en el frente de guerra, fueron los Caballeros de La Coruña quienes los sustituyeron en diversas tareas. Era gente de cierta edad y así los niños los motejaban como los Mil Ancianos, haciendo un juego de palabras con milicianos. Arcadio Vilela Gárate se convirtió en un símbolo notorio al ser distinguido por el entonces comandante Teijeiro al abandonar este el mando de los Caballeros de La Coruña el 28 de julio de 1936. Teijeiro lo nombró cabo primero de este grupo cívico. Lo cuenta así La Voz de Galicia correspondiente al 29 de julio de 1936:

LOS "CABALLEROS DE LA CORUÑA"

Ha tomado el mando de la "Legión de Caballeros de La Coruña", el Teniente Coronel de la Guardia Civil, señor Haro [Benito de Haro Lumbreras].

En el acto de entregar a este el mando, el Comandante señor Teijeiro, que venía ejerciéndolo, nombró Cabo primero a don Arcadio Vilela Gárate, como homenaje por haber sido el primer individuo del Cuerpo herido durante los sucesos.

Transmutado el nombre anterior y unificadas todas estas organizaciones ciudadanas con la denominación Milicia Española, los que habían sido Caballeros de La Coruña siguieron dedicados a la custodia de edificios oficiales, vigilancia de calles, custodia de barcos de pesca para evitar secuestros y huidas a territorio enemigo (se dice que se pasaban las travesías vomitando por no haber embarcado nunca), etc. Durante una de esas labores de patrulla por las calles, en febrero de 1937, a Arcadio Vilela le pareció sospechoso un individuo. Lo debió conducir a Comisaría o al Cuartel de la Guardia Civil para que lo identificasen y resultó ser un extremista de Maniños, Celestino Rodríguez Galdós, hombre violento, afiliado al PCE y a la CNT y reclamado por las autoridades. Puesto a disposición de la justicia en Ferrol fue condenado a la última pena dados los gravísimos delitos que se le pudieron probar. Y esta es toda la actividad represiva, ya se ve que indirecta, que le conozco. Como creo haber leído unos cuantos papeles y no recuerdo que aparezcan más actividades de este tipo, si alguien pudiese señalar esa supuesta tarea de verdugo dando nombres y apellidos comprobables, me temo que ya lo habría hecho, y nadie lo hace porque estoy convencido de que --con cualquier otra excepción que confirme la regla-- no hay más que rascar. Sólo sectarismo que se quiere justificar con tres chismes de los libelos de la época, que en absoluto reflejan la verdad, empleados hoy por la misma propaganda y sobre los que se quiere colocar el foco.






viernes, 11 de septiembre de 2015

Los de la Lejía en los Salesianos

Comenzamos un nuevo curso y para abrir boca, como ocuparme en la primera entrada de las actividades criminales de los comunistas a mediados de los 40 no es plato de buen gusto, traigo al blog algo que supe durante estas vacaciones y resulta más llevadero.

Mi informante es una persona de unos 85 años, que si bien no fue testigo del hecho, lo conoce por tradición oral dada su vinculación a los Salesianos de La Coruña. Me contó que cierto día estando los alumnos ya dispersados --habrá que suponer entonces que fue con el Frente Popular en el poder-- se presentaron en el colegio "los cuatro" hermanos de la Lejía. En las instalaciones sólo había dos salesianos que temiendo cualquier atrocidad por parte de los lejieros llamaron a Pedro Barrié de la Maza, que envió su coche con el chófer. Barrié no debía mantener malas relaciones con los revolucionarios, sea porque les pagaba una extorsión para librarse de su ira, sea porque en el Banco Pastor trabajaba Francisco Mazariegos Martínez, de la UGT, y la entidad se plegaba a las exigencias del sindicato, o sea por lo que fuere. El caso es que llegó el coche de Pedro Barrié, los lejieros lo identificaron al igual que al chófer y parece ser que dijeron algo así como que este es uno de los nuestros, refiriéndose a Barrié. El chófer localizó a los salesianos, salió con ellos de las instalaciones y todos fueron respetados, también el coche en el que los condujo al bajo de la casa de Barrié, quiero suponer que la de María Pita.

En la próxima entrada, Dm, me ocuparé del asesinato de Arcadio Vilela Gárate.