lunes, 18 de marzo de 2013

De los hermanos Freire y su asesinato (I)

El 29 de junio de 1936 caían acribillados a balazos los hermanos José y Francisco Freire Caamaño, de 32 y 26 años, conocidos por los Xirómanos (o Xeromanos, o Xerómanos, que no lo tengo muy claro), ambos vecinos de San Román de Cabovilaño (Laracha), junto con Pastora Muñiz Pallas, de 62 años, vecina de Santa María de Torás (Laracha). El atentado se desarrolló en el autobús del Barquillero, que cubría la línea de La Coruña a Laracha y en la actual avenida de Joaquín Planells. Según tradición oral que recogí, los pistoleros pararon el autobús, subieron al vehículo y uno de ellos dijo: "quietos todos, que aquí sólo van a morir dos". La gente presa del pánico se movió, ellos comenzaron a disparar con pistolas ametralladoras y no sólo resultaron muertos los hermanos Freire sino que también perdió la vida Pastora, conocida por la viuda de Corral, y hubo tres heridos, uno de ellos grave.

Para aproximarnos a los hermanos Freire Caamaño, al porqué y quiénes pudieron asesinarlos, voy a dedicarles dos o tres anotaciones. Se dice en Laracha que los hermanos Freire recibieron una herencia y con ella adquirieron una camioneta con la que transportaban mercancías a La Coruña, en especial tejas y maderas procedentes de los aserraderos de la zona.

EL ACCIDENTE EN LA CURVA DE LOS CONEJOS

La curva de los Conejos se encuentra en la carretera de los Baños de Arteixo, y camino de estos deja a su derecha el valle de la Furoca, poco antes de llegar a las alturas del Quinto Pino, que tal vez se conociese antes de la actual y peculiar denominación como Turdeo, en la parroquia de Santa María de Pastoriza, término municipal de Arteixo. La curva de los Conejos está hoy muy rectificada y pese a ello siguen siendo frecuentes los accidentes; de hecho, en estos días se está instalando un radar. En los años 30 no se podía salvar a más de 35 km/h; a 40 km/h, con el piso mojado, el vuelco era probable.

En esta curva los hermanos Freire sufrieron un accidente que corre en tradición oral por la zona de Laracha con algunas inexactitudes, por no decir exageraciones. Serían como las siete y media de la tarde del 4 de abril de 1934 cuando los hermanos Freire Caamaño subieron a la camioneta en la plaza de Pontevedra para regresar a su domicilio en Laracha. Además de sus padres también iba en la cabina un jornalero de la casa, Gelasio Mallo. Subieron también en la caja posterior los hermanos José y Santiago Mallo Martínez, de 13 y 29 años, vecinos de Arteixo. Al rebasar la curva de los Conejos, bien por un exceso de velocidad, bien por haberse roto la dirección, o tal vez por ambas cosas, la camioneta se salió de la vía y fue a volcar en la ladera que da al valle de la Furoca. Quedaron aprisionados los hermanos José y Santiago Mallo, resultando muerto el primero como consecuencia del shock traumático, que ya vemos que tampoco es un eufemismo de paseo como quieren los señores de la memoria histórica, sino que antes de la guerra ya se consignaba en los registros civiles el shock traumático sin que este tuviese nada que ver con un paseo.

Conducía José Freire Caamaño, sin carné, y tanto por esto como por la velocidad excesiva que seguramente llevaba, fue condenado como autor responsable de un delito de imprudencia temeraria con resultado de muerte, a seis meses y un día de prisión menor, así como a hacer frente a una indemnización de 6.000 pesetas que debía satisfacer a los herederos de José Mallo Martínez. La sentencia declaró responsable civil subsidiario en caso de insolvencia del penado, a Francisco Freire Caamaño, a cuyo nombre estaba el vehículo. Pese a que el fiscal solicitó que se remitiese de forma condicional la pena impuesta a José Freire dado que carecía de antecedentes, no hubo lugar a tal cosa porque el mismo día en que regresaban de La Coruña tras celebrarse el juicio oral, fue acribillado a balazos junto con su hermano Francisco. La Voz de Galicia dio la noticia sin que el censor actuase y sugiriendo una venganza relacionada con el juicio celebrado esa mañana. El Ideal Gallego sale con un subtítulo eliminado por el censor, y con un amplio párrafo en blanco en el que entra dentro de lo posible que no atribuyesen el asesinato a una mera venganza relacionada con la muerte de José Mallo, sino a cuestiones societarias, a terrorismo anarquista, que es lo que transmite hoy la tradición oral en Laracha o Carballo y lo que la misma Voz acabó por sugerir también en días posteriores.

Mis notas.