domingo, 20 de octubre de 2013

Más sobre la quema de Santa María de Vigo (Cambre)

Ya me ocupé del incendio que calcinó la iglesia parroquial de Santa María de Vigo (Cambre) basándome sobre todo en la tradición oral. La causa que se incoo para investigar este incendio --que transcribo en mis notas al final-- aporta información de interés que en general no desmiente a la tradición oral. Tal vez haya que replantear el papel del párroco, del que contaban las gentes de esta parroquia que impidió que llevasen a varios vecinos para pasearlos; o que sobre el incendio de la iglesia nunca dijo quienes eran. No pongo en duda que evitase los paseos entre sus feligreses, de hecho en esta parroquia no se ejecutó ni paseó a ningún vecino; pero si calló lo que sabía antes de comenzar la guerra, una vez iniciada esta, a la hora de ser requerido por la justicia cuando esta pretendía averiguar quienes fueron los incendiarios, el sacerdote declaró lo que sabía o suponía.

En torno al 21 de mayo de 1936 el párroco, D. Ramón Mato Míguez, tuvo noticia de que la Sociedad de Campesinos y Trabajadores de Santa María de Vigo, pese al desmentido de sus integrantes, parece que afecta o muy vinculada a la CNT --alguno de sus miembros da la impresión de que mantenía una relación subordinada al Ferranchín-- esta sociedad o sindicato, digo, tuvo una reunión en la que se decidió notificar al sacerdote que debía abandonar la parroquia y tierras del iglesario. Si en Brexo y Bribes habían echado al cura, en Vigo no iban a ser menos. Como en días sucesivos el sacerdote fue llamado a que se marchase, decidió trasladarse a La Coruña en donde permaneció unos ocho o diez días, regresando nuevamente a su parroquia. La sociedad se reunió de nuevo, esta vez en el Campo de San Roque o Soto para expulsarlo, y discutieron con otros vecinos partidarios del cura interesados en que se quedase. Concluida la reunión no se adoptó ningún acuerdo en concreto.

Llegó así la noche del 11 al 12 de junio de 1936 en que apareció la iglesia envuelta en llamas y resultó calcinada. No llegó a arder la sacristía, aunque fue desvalijada. Se encontraron botellas de gasolina --y no bidones como señala la tradición oral-- y en opinión de los guardias civiles que se presentaron en el lugar, los incendiarios debieron fracturar una puerta que da al Norte; ya en la iglesia subieron al coro, de este al campanario, rociaron el tejado por su perímetro, cayendo toda la cubierta al mismo tiempo. 

LO QUE SE QUEMÓ

 Imágenes de la Virgen de las Nieves (patrona), San José, Ángel de la Guarda, un Cristo, Santa Catalina, Virgen de la Concepción, Virgen de la Soledad, San Antonio, San Blas, San Roque, Purísima, una imagen antigua de la Virgen y un Vía Crucis.

Ornamentos y demás bienes muebles: el Monumento de Jueves Santo; cuatro andas, tres de estas de pino y una de castaño; tres misales; cinco casullas; un alba con su amito y cíngulo; tres mesas de corporales; un Parvus codex; 30 candeleros, de ellos seis de metal blanco y dos dorados; un cepillo; tres retablos; un púlpito de castaño; cinco confesionarios, uno de castaño; siete bancos de madera; dos mesas para colocar la cera de difuntos; una caja con cera; una pila bautismal de mármol;  un atril; una lámpara; el calderillo para el agua bendita; la Cruz parroquial de plata y algunas cosas más que no se recordaban cuando el juzgado solicitó que se relacionasen.

Las pérdidas de los bienes muebles ascendieron 5.122 pts. Los daños en las obras de fábrica se tasaron asimismo en 15.000 pts. Lo peor en estos casos no es el quebranto económico; lo peor es el daño moral infligido con sus inevitables consecuencias de miedo, odio y ánimo de venganza, que por pasionales, rara vez guardan proporción al daño causado.

LA INVESTIGACIÓN

Al producirse el incendio, el Juzgado de instrucción del Distrito de la Audiencia incoo el correspondiente sumario. Auxilió a este la Guardia Civil, a la que extrañó que el sacerdote no hubiese dado parte del incendio, sabiéndose después que fue por temor al tener que acusar a la Sociedad de Campesinos y Trabajadores de Santa María de Vigo; también practicó diligencias para esclarecer lo ocurrido el Juzgado Municipal de Cambre. Todo en vano. El juez del Distrito de la Audiencia declaró terminado el sumario sin dirigir el procedimiento contra nadie el 6 de julio de 1936 siendo sobreseído provisionalmente en la Audiencia Provincial el 8 de agosto del mismo año.

El 3 de enero de 1938 se personó en la parroquia de Santa María de Vigo, Francisco Brea Cadavid, cabo de la Comandancia de la Guardia Civil de La Coruña acompañado del también cabo Eugenio Blanco Abuide y guardias Juan García Oviedo, José Seijo Carneiro, Tomás Rodríguez Luengo y Luis Paz Abelleira, todos adscritos a la Brigada de Servicios Especiales o Brigadilla. Las diligencias que practicaron dieron pie a que se reabriese el sumario. Como el hecho de incendiar una iglesia es un acto revolucionario que junto con otros análogos, culminó desde el comienzo de la guerra en otros más que trataba de sofocar el Ejército se consideró que existía una íntima relación, que los primeros abrieron camino a los segundos. Por todo ello el Juzgado de instrucción del Distrito de la Audiencia atendió el requerimiento de la jurisdicción castrense y la Auditoría de Guerra del 8º Cuerpo de Ejército acabó conociendo del incendio que nos ocupa prosiguiendo las investigaciones el Juzgado Militar Permanente de La Coruña.

LOS ACUSADOS

De las investigaciones realizadas resultó que el incendio fue provocado o instigado por miembros de la Sociedad de Campesinos y Trabajadores de Santa María de Vigo, dirigiendo el juzgado militar el procedimiento contra:

Antonio Castelo Suárez: era presidente, pero se había trasladado en 1936 a La Coruña en donde el Ayuntamiento informó que era de buena conducta. Los informes de la Guardia Civil también le fueron favorables al no considerarlo persona de acción.

José Pazos Rodríguez: secretario de la sociedad, los informes le fueron adversos. La Guardia Civil lo consideraba persona de acción, extremista, algo peligroso y gran propagandista del Frente Popular, aunque al igual que los demás, desde el Movimiento no se supo que interviniese en contra. El Ayuntamiento de Cambre lo tachó de extremista exaltado.

Manuel Cañás Lens: vicesecretario, la Guardia Civil informó de él en el sentido de considerarlo persona de acción, extremista y algo peligroso, acusándole de ser el autor o inductor del incendio, siendo de los más destacados en el sindicato. En términos similares informó la Alcaldía de Cambre.

Vicente Cacheiro Pena: vocal, con informes desfavorables de la Guardia Civil que lo tacharon de persona de acción, extremista y algo peligroso. El Ayuntamiento de Cambre informó sobre su conducta señalando que era extremista, peligroso y exaltado.

José Salgado Cambón: según la Guardia Civil, por rumor público se sabía que era el enlace del sindicato o sociedad de Santa María de Vigo con los de Brexo y Bribes considerándolo persona extremista y peligrosa. El rumor también lo acusaba de ser el que llevó la gasolina para incendiar la iglesia. Se defendió señalando que si iba a una taberna de Lema (Brexo) en donde tenían lugar las reuniones de Izquierda Republicana, era porque su hermana era la tabernera y le ayudaba en días de feria o fiestas, no porque fuese enlace. Un testigo señaló que se había quejado al Ferranchín sobre la vuelta del cura a lo que el anarquista respondió que eso ya se arreglaría. Esto parece sugerir esa relación de subordinación a la que me refería más arriba.

Antonio Cañás Lens: socio, concejal del Frente Popular en Cambre, con informes desfavorables de la Guardia Civil que lo consideraba persona de acción, extremista y algo peligroso, acusándole el rumor público de haber intervenido en el incendio, sabiéndose además que en su domicilio se reunían los componentes del sindicato. El alcalde de Cambre lo calificó de extremista exaltado. Según el párroco, una vez comenzada la guerra fue uno de los que se acercaron por su domicilio para proponerle iniciar una suscripción con la que reparar la iglesia, cosa que le sorprendió al no ser personas religiosas. Según el sacerdote, le dijo que quería arreglar este asunto cuanto antes pues no quería morir en un monte. Tres de los cuatro que pusieron una bomba en la casa rectoral de Monteagudo (Arteixo), también se dirigieron al párroco con posterioridad para pedirle perdón ofreciéndose a repararle los daños, confesando a la vez que habían sido ellos quienes le pusieron la bomba. Quiero decir con lo anterior que si bien en Santa María de Vigo quienes se ofrecieron de forma separada para abrir una suscripción o llevar adelante alguna iniciativa con la que reparar la iglesia no confesaron su culpabilidad al sacerdote, parece que emplean aquello de excusatio non petita...

Fueron detenidos aunque el Juzgado Militar no los procesó por no reputar suficientes los indicios de criminalidad:

Felisardo Roel Camba: socio, tuvo a su favor los informes de la Guardia Civil que lo consideraban persona de izquierdas pero no de acción. En términos análogos informó la Alcaldía de Cambre.

José Couto Parga: tesorero, con informes favorables de la Guardia Civil, que pese a pertenecer al sindicato no lo consideraba persona de acción al igual que la Alcaldía de Cambre. El párroco lo señaló entre los tres que fueron a hablar con él de forma separada para abrir una suscripción con la que reparar la iglesia.

Antonio López Ríos: socio, con informes favorables de la Guardia Civil y Alcaldía de Cambre al no considerarlo persona de acción.

Pedro Fachal Freire: socio, con informes favorables de la Guardia Civil y Alcaldía de Cambre que lo consideraban persona de ideas izquierdistas pero no hombre de acción. Lo señaló el sacerdote como uno de los tres que se le acercaron para proponerle abrir una suscripción con la que reparar la iglesia.

José Cacheiro Chas: procesado con anterioridad por tenencia ilícita de armas. Aunque lo señaló el sacerdote en un primer momento, parece que fue por error pues estuvo afiliado al Partido Agrario de Martínez de Velasco. Según la Guardia Civil, por rumor público se sabía que no había pertenecido al sindicato, era persona de orden y buena conducta habiendo trabajado en las elecciones de febrero de 1936 al lado de las derechas con Arturo Molina, cosa que dio pie a que fuese vejado por los componentes de la sociedad de Santa María de Vigo. Fue el primero al que se puso en libertad.

Sea porque no aparecieron cargos concretos contra ninguno, porque no tenían antecedentes penales, porque no hicieron una oposición violenta al alzamiento, porque algunos de los testigos dijeron de ellos que hasta hacía poco tiempo toda la parroquia los consideraba buenos vecinos, lo cierto es que la causa fue sobreseída por el auditor. Como resultado de lo anterior, procesados y detenidos fueron puestos en libertad salvo Antonio Castelo Suárez, presidente; José Pazos Rodríguez, secretario; José Couto Parga, tesorero; Manuel Cañás Lens, vicesecretario; y Vicente Cacheiro Pena, vocal. Estos quedaron constituidos en detención gubernativa a disposición del delegado de Orden Público. Al no averiguarse quienes fueron los autores del incendio, parece que se quiso descargar la responsabilidad en la junta directiva. Yo diría que en general los consideraron unos envenenados, en el fondo unas víctimas, trabajadores, buena gente, pero vulnerables por su escasa formación a las propagandas extremistas o demagógicas.

Tengo pendiente ocuparme del incendio que provocaron en la casa o pazo que Narciso Correal y Freyre de Andrade tenía en Santa María de Vigo, pero será en otra ocasión.




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