viernes, 24 de mayo de 2013

Trailer sobre el robo de armas en el Palacio de Justicia

Por fin acabé de tomar notas sobre este robo, pero ahora tengo que rastrear bibliografía y fuentes, que me trae de cabeza un Frente Único Antifascista que otros llaman Comité de Defensa de la República, sin que haya encontrado autor de la época o fuente de primera mano que lo cite con este nombre, comité que consideran constituido el 18 de julio por la tarde cuando en mi opinión ya llevaban trabajando desde principios de julio. Para que os hagáis una idea del hecho que quiero abordar y a modo de trailer que eliminaré cuando haga una anotación definitiva, transcribo un oficio del entonces presidente de la Audiencia Territorial de La Coruña, Ladislao Roig Mariño, al juez de instrucción del distrito del Instituto, José Samuel Roberes García, que investigaba el robo de armas en las secretarías de la Audiencia --no en los juzgados ni en la secretaría del Gobierno Civil como se lee en algún sitio, que no voy a citar, que está feo porque todos nos equivocamos y no es cuestión de señalar-- robo desarrollado en la madrugada del 17 al 18 de julio de 1936 --no el día 19 como también se lee--, en fecha previa a la que se considera primera reunión de representantes del Frente Popular con el gobernador civil.

Para mí que el presidente de la Audiencia Territorial se produce con una cierta elegancia o compasión hacia el gobernador civil, --que entonces ya no se encontraba en el mundo de los vivos-- cuando atribuye su interés por conseguir las armas en el capricho de quedarse con una que le agradase.

Por último, aclaro que en 1936 había cuatro viviendas en el Palacio de Justicia. En una vivía el presidente de la Audiencia Territorial; en otra el presidente de la Audiencia Provincial; también contaban con viviendas el fiscal jefe y el portero mayor (¿Pablo?) Estaban en las torres laterales del edificio, aunque la del portero mayor creo que se encontraba en la parte central dando a las terrazas. El documento:

Atendiendo al requerimiento de V.S. y aun prescindiendo de si se trata de hecho de que se haya tenido conocimiento por razón del cargo, a los efectos del informe conforme al artículo 415 de la ley de Enjuiciamiento criminal, o de hechos ajenos a dicho cargo, siquiera fuese aprovechado para obtener datos y hacer indicaciones con un objeto determinado a los efectos del 413 de la misma ley, me es muy grato comunicar a V.S. respecto al particular que se me interesa lo siguiente:



Que efectivamente en un día que no pude precisar pero que debió de ser hacia el ocho o el diez del corriente me llamó telefónicamente el Gobernador Señor Pérez Carballo, y habiendo acudido al llamamiento, me manifestó este Señor que en el Gobierno Civil estaban desprovistos de armas y que era necesario le enviase las que había en la Audiencia, para ser utilizadas por los funcionarios de dicho Gobierno que estaban indefensos. Contesté que era imposible, alegando las razones legales pertinentes, especialmente el Decreto que regula el destino que a las armas de fuego, en las causas por tenencia, debe darse ofreciendo enviarle una copia del mismo y añadí que eran muy pocas las armas procedentes de los sumarios que reunían buenas condiciones, suponiendo el declarante que la proposición de entrega obedecía quizá al capricho de quedarse el Señor Gobernador con alguna que le agradase.



No obstante tal negativa, a las cinco de la tarde del mismo día se presentó en mi domicilio un Agente del Cuerpo de Vigilancia, de orden del Gobernador insistiendo en la misma pretensión, siendo mi contestación igual a la que había dado a esta Autoridad. A los ocho o diez días, entre seis y siete de la mañana, me avisó el Portero mayor de la Audiencia que habían fracturado las puertas de dos Secretarías y que suponía que se habían llevado armas. Bajé y en efecto pude observar la fractura de las puertas, enviando inmediatamente recado a los Señores Secretarios Ortiz y Bustamante y poniendo el hecho en conocimiento del Juez de guardia. Es de tener cuenta que en una de las Secretarías no había armas, y en esta dejaron de entrar los autores del hecho de autos. Es cuanto puedo manifestar a V.S. respecto a lo interesado en su comunicación.



Coruña 29 de Julio de 1936.



Ladislao Roig [rubricado].

Causa militar 178 de 1940, de la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica, contra Edmundo Lage y otros por el delito de rebelión militar. Depositada en el Archivo Intermedio Militar Noroeste (Ferrol) por el Tribunal Militar Territorial IV (La Coruña), fols. 33 y 34r.



lunes, 13 de mayo de 2013

¿El primer paseo?

Me iba a ocupar hoy del asalto y robo de armas en la Audiencia, en la madrugada del 17 al 18 de julio de 1936, pero lo dejaremos para la siguiente anotación. Este robo se conoce sólo a través de un testimonio incorporado a la causa militar instruida contra el comité del Frente Popular que repartió armas en el Gobierno Civil, lógicamente para matar a los militares alzados, y podría poner de manifiesto, una vez más, el modo en que detentaba el poder el gobernador civil, fusilado, Francisco Pérez Carballo; o las actuaciones igualmente ilegítimas del capitán de Asalto, también ejecutado, Gonzalo Tejero Langarita. Como en la causa instruida con motivo de este robo no hubo fusilamientos, no se presta tan bien para agitar y hacer demagogia, que esto también pudo influir en que no se conozca un hecho emblemático, que marca el comienzo de la guerra en La Coruña. Por no dejar descolgado el asesinato que citaba en la anotación anterior, dejo también el robo de armas en la Audiencia para la siguiente anotación, entre otras cosas también porque mis notas sobre este robo se extienden por ahora a lo largo de 120 páginas y me quedan unas cuantas hasta llegar al año 1963, en el que los documentos aportados tienen ya menos de medio siglo. En mi opinión carecen de trascendencia, pero por imperativo legal, no puedo publicarlos. Nadie se asuste, que en las 120 páginas hay mucha paja, pero quiero tomarlas con todo el detalle que pueda como homenaje de gratitud, allá donde esté, hacia alguien que conocí hasta que tuve diez años y él falleció: Edmundo Lage Vázquez, para mí, el Sr. Lage, al que recuerdo con muchísimo afecto. Todo un señor, y aunque quede hoy un poco cursi decirlo o suene muy de hostelería, todo un caballero.

El 19 de julio de 1936 El Ideal Gallego informaba a sus lectores que se había encontrado en Fontenova, en la Silva de Abajo, el cadáver de un hombre muerto de varios balazos. Se llamaba Gerardo Canzobre Pan, natural de Arteixo y vecino de la travesía de Vera (hoy Alcalde Puga y Parga), 14-1º. El cadáver se localizó en las proximidades de una fábrica de harinas, que según me dicen, estaba en donde hoy se levanta esa nave, por aquí. Esta noticia de prensa es la única fuente de información con la que cuento, por ahora. Ni La Voz de Galicia ni El Pueblo Gallego se hicieron eco del asesinato; tampoco localicé la causa, bien por haberse perdido, bien por haberse inhibido el juzgado en favor de la jurisdicción de Guerra con posterioridad al 20 de julio, día en el que se declara el estado de guerra en La Coruña.

Con estos mimbres intentaremos aproximarnos al cesto de lo sucedido. En primer lugar si el cadáver se encontró en las proximidades de la fábrica de harinas, también estaba próximo el local que usaban los extremistas del ateneo libertario El Resplandor del Abismo, cuya casa, deteriorada, aún se conserva y está casi frente por frente, carretera por medio, al solar que ocupaba la fábrica de harinas.



En segundo lugar, el cuerpo fue encontrado por una señora a las doce y media de la noche, hora en la que se podría realizar perfectamente un paseo. En tercer lugar, si fuese una víctima ocasionada por las derechas o lo que al día siguiente sería bando nacional, el nombre del fallecido aparecería en la bibliografía relacionada con cuestiones de memoria histórica o en sus monumentos, y no lo localizo. En cuarto lugar, vivía en la travesía de Vera 14-1º, la misma vivienda que había usado uno de los trabajadores que en la documentación rastreada aparece como de los más perseguidos por considerarlo esquirol, Arcacio o Alcacio Rodríguez.

Podría tratarse de uno de los llamados esquiroles, al que se liquidó por parte de obreros anarquistas. Ya vimos un pleito ventilado en el Tribunal Industrial de La Coruña en el que varios obreros que trabajaban en las posiciones militares de Punta Herminia y San Pedro de Visma, solicitaban que se les indemnizase al haber sido despedidos de forma indebida el 24 de marzo de 1936. En la instancia que presentan aparece un Gerardo Canzobre Pan, que no la firma, según se dice, por no saber hacerlo. Lo llamativo del caso es que esa instancia está fechada el 14 de septiembre de 1936, cuando ya había fallecido una persona identificada en Fontenova con este mismo nombre.

Las instancias o los escritos oficiales se redactan, en este caso parece que por un abogado, y la fecha se pone cuando se presentan en el organismo correspondiente o en fecha próxima. El muerto en Fontenova, según El Ideal Gallego, fue identificado por unos documentos que llevaba como Gerardo Canzobre Pan, que vivía en donde se había alojado Alcacio Rodríguez, en travesía de Vera 14-1º. Pudo haber una identificación errónea, puede tratarse de dos personas que poseían el mismo nombre, o pudo tratarse del Gerardo Canzobre Pan que había trabajado en los fuertes militares y al que los obreros anarquistas consideraban esquirol. Trataré de obtener más información. Por ahora, aquí nos quedamos.

Versión de El Ideal Gallego correspondiente al 19 de julio de 1936:

Un hombre muerto de varios balazos

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Es hallado en un lugar de la Silva de Abajo


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A las doce y media de la noche, en el lugar de Fontenova, en la Silva de Abajo, y próximo a una fábrica de harinas que allí existe, fué hallado por una mujer el cadáver de un hombre que presentaba varios balazos.

Inmediatamente se dio conocimiento del hecho a La Coruña, de donde salió una ambulancia del Instituto Provincial de Higiene, que recogió el cadáver y lo trajo a la Casa de Socorro del Hospital. Cuando ingresó en este centro benéfico, el cuerpo aún estaba caliente, lo que demuestra que hacía poco que se había cometido el asesinato.

Por los documentos que le encontraron a la víctima, parece ser que se trata de Gerardo Canzobre Pan, natural de Arteijo, y vecino de la travesía de Vera, 14, primero, de La Coruña.

En el lugar del suceso se personó el Juzgado de instrucción del Instituto.

Por ahora, se ignoran los móviles del crimen.


viernes, 10 de mayo de 2013

'¡Estades aquí!' Y le pegaron un tiro

Se cuenta en mi casa que un tío con unos seis años --luego sería en torno al año 31-- estaba jugando en la calle del Orzán junto a un bajo en el que paraba un autobús de línea, por aquí. Uno de los que esperaban el autobús sacó una pistola y el niño con curiosidad infantil se quedó mirándola. Sin más ni más el otro le pegó un tiro ocasionándole una herida en un dedo. Ya lo veremos si sigo por el año 31, que también me apetece ponerme a tomar notas de las causas instruidas durante la guerra por las autoridades militares y no tengo muy claro qué hacer.

El 16 de julio de 1936 Manuel Seijas Rey, de 28 años, jornalero, vecino de Vilaboa en Culleredo, pasaba por la Fuente de San Andrés o por la Galera hacia la calle Real con intención de tomar un autobús en la Marina que lo llevase a su domicilio. Iba en compañía de dos amigos que trabajaban en una carnicería de Santa Catalina. Al llegar al cruce de Galera con Olmos, General Mola y callejón del Perete (hoy también llamado General Mola), se cruzaron con otro grupo, y según La Voz de Galicia alguien de este último dijo ¡estades aquí! En versión de El Ideal Gallego se dijo, ese es, y sin tronar ni llover le dispararon un tiro que le ocasionó una lesión en la pantorrilla derecha producida por una bala sin orificio de salida. Los agresores fueron perseguidos por el público y guardias de seguridad sin darles alcance, así que, una vez más, el delito quedó impune. Tal vez fue un mero ataque terrorista con el que contribuir a generar el caos que llevaría a la revolución; o tal vez se equivocaron y lo creyeron uno de los denominados esquiroles. Digo esto último porque Manuel Seijas declaró a la policía que debieron confundirlo toda vez no estaba afiliado a partido alguno, no se encontraba incurso en ningún conflicto y no había tenido la más ligera discusión con nadie, y a los dos días se cargaron en la Silva a un esquirol en lo que podría ser el primer paseo de la temporada, perpetrado no por las derechas o los malvados falangistas, y sí con toda probabilidad por aquellas buenas gentes anarquistas de la Silva y la Moura a las que algunos consideraron perseguidas y otros creemos que les pararon los pies.

Mis notas.

Versión de El Ideal Gallego correspondiente al 17 de julio de 1936:

Herido de un disparo al pasar por la calle de la Galera

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El agredido, que habita en Vilaboa, ignora las causas de la agresión

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Se cree que lo confundieron con otro

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Por un disparo de arma de fuego, hecho inesperadamente por un desconocido, resultó herido anoche, en la pierna derecha, el joven de 28 años, vecino de Vilaboa, Manuel Seijas Rey, de oficio jornalero.

En unión de dos amigos suyos, dependientes de una carnicería establecida en la calle de Santa Catalina, pasaba a las diez de la noche de ayer, el Seijas Rey, por la calle de la Galera, y al llegar a la confluencia de esta vía con la de Fuente de San Andrés, se cruzaron con un grupo de individuos cuyos nombres se ignoran.

Uno de estos individuos, dijo: "ese es", e inmediatamente sonó un disparo de arma de fuego, alcanzando el proyectil a Manuel Seijas, que era el señalado.

Hecho esto, los del grupo agresor desaparecieron, mientras el herido, ayudado por sus amigos, se trasladaban a la Casa de Socorro del Hospital a fin de que se les prestase asistencia médica.

El facultativo de guardia le apreció una herida de bala en la pantorrilla derecha, calificada de carácter leve, salvo complicaciones.

El herido desconoce las causas de la agresión, así como a los autores de la misma.

Al formular la consiguiente denuncia en el Centro de policía, dijo que los agresores debieron sufrir una equivocación, toda vez que él no está incurso en ningún conflicto, no está afiliado a partido alguno y no ha sostenido la más ligera discusión con nadie.

En el momento en que fué agredido se dirigía a la Avenida de la Marina, para embarcar en un autobús y reintegrarse a su domicilio en Vilaboa.

La detonación producida por el disparo causó la natural alarma y se aglomeró el público en el lugar del suceso.

Versión de La Voz de Galicia también de 17 de julio de 1936:

Herido de un balazo

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Anoche cuando pasaba por la calle Estrecha de San Andrés [sic, será Fuente de San Andrés], en dirección a la del Capitán Galán, acompañado de dos amigos, el jornalero Manuel Seijas Rey, de 28 años, casado, natural y vecino de Vilaboa, al llegar al cruce de las calles de la Galera y Olmos, un grupo de unos individuos se acercó a ellos, y sin mediar más palabras que ¡estades aquí!, uno de aquellos hizo un disparo de pistola contra el Manuel que resultó herido.

El agresor y sus acompañantes se dieron a la fuga, siendo perseguidos por unos transeúntes y guardias de Seguridad hasta la Fuente de San Andrés, logrando allí desaparecer.

El herido fué conducido a la Casa de Socorro del Hospital, donde fué curado de primera intención por los facultativos de guardia, de una herida por arma de fuego, sin orificio de salida en una pierna.




lunes, 6 de mayo de 2013

¡Qué pedal!

Tengo la sensación de que en España cada vez resulta más barato delinquir, salvo en cuestiones relacionadas con violencia de género en donde no me pasa desapercibido que no se reducen las tasas de estos delitos; que estoy de acuerdo con Toni Cantó en que por lo que pulso la mayoría deben ser denuncias falsas, o que en la persecución a los malvados varones de este país se llega al esperpento. Tampoco me pasa desapercibida la creación de institutos, cátedras u observatorios en donde se enchufa a los correligionarios, que en vista de los resultados, dudo que sirvan para otro menester. Eso sí,  se da rienda suelta a los malos instintos y al espíritu vengativo, al odio, abandonando aquello de aborrecer el delito y compadecer al delincuente y las penas se incrementan, el género masculino se demoniza como un presunto bestia en general, cuando estoy convencido que los primates no son tantos, y que no sirve para nada el incremento de las penas porque de perdidos al río, y tiran por la vía del medio ¡Son como los de los años 30! :) Quiero decir con lo anterior que para mí la solución está en la educación, en la mediación o en la mala consideración social del maltratador, y no en el incremento de las penas --tratando de controlar a la sociedad a través del miedo-- o en la creación de centros artificiosos con los que engordar redes clientelares y de poder. Si en asuntos relacionados con violencia de género se incrementan las penas, no sé si a día de hoy un comportamiento como el que veremos en el párrafo siguiente merecería algún reproche penal. Lo digo porque hace tiempo fui testigo de un delito de robo con fuerza. Cuando llegó el policía y ordenó levantarse del suelo al randilla, o que pusiese las manos sobre la pared, este respondió: levánteme Ud. si quiere, y no lo levantó. Más tarde mostré mi extrañeza ante otro policía por este hecho, y me dijo que él hubiese hecho lo mismo. Que un vecino podía estar con su cámara haciendo fotos y en una cualquiera podía parecer que al sujetar al detenido lo estaban matando, torturándolo y que una fotografía equívoca le podía costar el puesto de trabajo; que los funcionarios públicos no cotizaban para el paro obrero, y si los echaban a la calle no cobraban un duro. En USA la policía primero dispara y luego pregunta. Tampoco hay que llegar a eso en mi opinión, pero como en este país somos tan aficionados a pasar de un extremo a otro, tengo la sensación de que nos estamos pasando, que no se persiguen las coacciones con la misma dureza, o que se pueden hacer pintadas y romper las lunas del escaparate de una librería ¡como en los años 30! :) con total impunidad.

El 12 de julio de 1936 marchaba hacia la calle Real por la Fuente de San Andrés el guardia de seguridad destinado en el Gobierno Civil, Gonzalo Roca Garcia, cuando de un grupo de cuatro muchachos oyó que le marcaban el paso como a los reclutas: ¡UN, DOS, TRES! ¡UN, DOS, TRES! :) Se acercó al grupo e indicó a sus integrantes que se fuesen a dormir. Cuando el guardia se marchaba volvió a oír como se mofaban de él y le volvían a marcar el paso así que regresó y detuvo al bromista. Este resultó encontrarse con un pedal como un piano y en Comisaría se comportó de forma chulesca, amenazando a la plantilla con que en 48 horas movería sus influencias y quedarían cesantes, llegando al extremo de dar un puñetazo a uno de los guardias. Si esto ocurrió así, no me quiero imaginar la manta de palos que le pudo caer por parte de aquellos policías.

El muchacho en cuestión se llamaba Emilio Ares Castro, de 22 años, y era vecino de Betanzos. Se encontraba en La Coruña como alumno de la Escuela profesional de peritos agrícolas de Madrid, que llevaba de viaje a sus alumnos por el norte de España y Portugal, visitando los centros agrícolas. Esta es la explicación oficial, la extraoficial, para mí es un viaje de fin de curso, que salvo excepciones es de suponer que todos podían pagar, pero se lo subvencionaba el Estado. Emilio fue ingresado en la cárcel y salió el día 15 al haber constituido fianza en su favor un comerciante de la calle de Bailén, Manuel Iglesias Vázquez. Parece formar parte de una familia de posición acomodada. Salvo excepciones, los hijos de los obreros no estudiaban en la universidad y sí los hijos de los burgueses --que podían ser tan obreros como los anteriores pero contaban con mayores ingresos. Al comenzar la guerra se cerraron las universidades, o no hubo lugar a iniciar un nuevo curso, por ejemplo en la Universidad de Santiago de Compostela porque los alumnos fueron a cumplir con sus deberes militares, por lo que sé, en general de muy buen grado. La mayor parte del estudiantado era de derechas por la misma razón de que lo eran quienes tenían algo, quienes podían pagar estudios superiores a sus hijos. Emilio Ares no parece excepción a la regla y a mediados de septiembre se encuentra ya en Asturias encuadrado en el Regimiento de Infantería de Zamora nº 29, de guarnición habitual en el Acuartelamiento de Atocha. Ingresa en la Legión y llega al grado de alférez.

El fiscal, en el asunto por el que se le detuvo el 12 de julio lo consideraba autor de un delito de atentado a agentes de la autoridad, con una atenuante de embriaguez, y solicitó en su escrito de conclusiones provisionales que se le impusiese la pena de dos años y once meses. Tras sucesivos aplazamientos por encontrarse en el frente, no hubo lugar a castigarlo porque falleció en el Hospital Militar General Saliquet de Madrid el 1 de julio de 1942 como consecuencia de una lesión microaórtica. Me pregunto si una lesión de este tipo es frecuente en un joven de 28 años, y creo que no, que se da más cuando se peinan canas. Más parece una consecuencia de los esfuerzos y penalidades que padeció durante la guerra luchando seguramente con su mejor voluntad y ahínco, con el mayor entusiasmo por la España que él creía mejor, hasta el extremo de afectarle la salud y costarle la vida.

Mis notas.




viernes, 3 de mayo de 2013

Puñaladas en Santa Catalina

Aunque me encuentro con asesinatos, agresiones --peleas de mujeres, para dar con un zueco-- y otras miserias varias de aquella sociedad, sólo recojo las que tienen o podrían tener un matiz político o social. Vamos con una de puñaladas, término que en cierta ocasión oí pronunciar como apuñaladas :-) El 10 de julio de 1936, Manuel Pardo Rodríguez (según La Voz de Galicia, José Pardo Fernández) chófer de una agencia, entiendo que de transporte, --tal vez Rey Soler, dedicada al transporte de mercancías, junto al Molino, en un solar que hoy hace esquina a Duran Loriga-- tuvo una fuerte discusión con un compañero, Lucas Rivero Liñero (según La Voz de Galicia, Luis Loñero) en la estación del Norte, cuyo solar ocupa hoy la estación de autobuses. Cuando el chófer estaba en la agencia establecida en la calle de Santa Cataliña, hablando con el contable, el compañero con el que había discutido le asestó tres puñaladas, una en la espalda y dos en un codo. Como en aquella sociedad la política y el sindicalismo lo trufaba todo; como la discusión que se produjo en la estación parece ser que se originó por cuestiones de trabajo, me parece que entra dentro de lo posible y hasta de lo probable, que el conflicto tuviese su origen en diferencias de tipo político o social, pero a saber.

Mis notas, telegráficas, que las actas de los juicios verbales de faltas se expurgaron como se van a expurgar ahora, y nos quedamos como estábamos, lamentablemente.

Versión de La Voz de Galicia correspondiente al 11 de julio de 1936:
Las puñaladas de ayer
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Ayer tarde, en el local de una Agencia establecida en la calle de Santa Catalina ocurrió un suceso sangriento.
Cuando el chófer de dicha empresa José Pardo Fernández, de 36 años, casado, estaba conversando con el contable de la casa, otro obrero al servicio de la misma, llamado Luis Loñero, le asestó tres puñaladas.
Se hallaban ambos enemistados.
En un automóvil se trasladó al herido a la Casa de Socorro del Hospital, donde fué curado de primera intención por el médico y practicante de guardia señores Ponte Ferreiro (Don Francisco) y Naya Badía.
Presentaba una herida incisa en la región dorsal izquierda, entre la quinta y sexta costilla, y otras dos, en el codo del mismo lado.
Su estado fue calificado de pronóstico reservado.
Por prescripción facultativa se dejó a José ocupando una cama en el Hospital municipal.

Pocas horas antes José y Luis habían tenido una fuerte discusión, por cuestiones de trabajo, en la estación del ferrocarril.

El agresor fue detenido.

El Juzgado de instrucción de guardia se personó en el Hospital, con objeto de tomar declaración al herido.