martes, 29 de enero de 2013

De tanguistas y petardos

Estuve dudando si usar este caso, pero qué caramba, puede tener algún interés. En La Coruña los carnavales no se civilizaron hasta el año 1916 en que el alcalde Manuel Casás los convirtió en una fiesta decorosa y elegante. Hasta entonces, el pueblo, se tiraba basura, o bacinillas, tiznaban a la gente con carbón, la manchaban con harina, o ponían tijeras de punta en el pavimento de los lugares de paseo. Pero la gente no cambia tan rápido cuando abunda lo primitivo y en la sociedad tanto de los años diez como de los treinta, eran legión.

Una tanguista era una chica que trabajaba en un bar de camareras, que al igual que ciertos bares de nuestros días están llenos porque las camareras usan ropa escotada, o de lycra que atraen a los clientes, en aquellos bares las tanguistas o camareras eran chicas que alternaban fuera del mostrador con los clientes para hacerlos consumir. Uno de esos bares era El Sol, del que me dicen que tal vez estuvo en la cuesta de la Palloza, hacia la casa de las cigarreras. Lo cierto es que en las primeras horas del 1 de junio de 1936 unos clientes estaban en El Sol y encendieron un petardo infantil, que colocaron bajo la mesa en la que se encontraba la tanguista Aurora Varela, de 24 años, a la que la broma le costó unas quemaduras en el pie izquierdo de las que tuvo que ser asistida en la Casa de Socorro del Hospital. El hecho se declaró falta, cuyo conocimiento debió corresponder al juzgado municipal correspondiente en el oportuno juicio verbal. Como las actas de estos juicios se expurgaron, no se conoce el resultado final. Queda como un caso más que permita caracterizar a aquel pueblo, mitificado hasta la nausea, en donde esta broma pesada es sólo un suceso menor.

Mis notas.

Lo cuenta El Ideal Gallego correspondiente al 2 de junio de 1936:

BROMAS PESADAS

Un cliente que se encontraba ayer de madrugada en el bar Sol, sito en la Palloza, encendió un pertardito debajo de una mesa, y al estallar lesionó en el pie izquierdo a la tanguista Aurora Varela Conde, de 24 años, domiciliada en la calle de Santa Catalina, núm. 15, segundo.

La tanguista tuvo precisión de pasar a la Casa de Socorro del Hospital, para que se le prestase asistencia médica. Su estado se calificó de carácter leve.

Da también una versión similar La Voz de Galicia del mismo 2 junio de 1936:

En el bar "El Sol" de la Palloza, se produjo una alarma, al estallar un petardo infantil que había sido colocado debajo de la mesa en que estaba la tanguista Aurora Varela Conde, de veinticuatro años, la que resultó con quemaduras en un pie, de las que tuvo precisión de ser curada en la Casa de Socorro del Hospital.



jueves, 24 de enero de 2013

Otro disparo en una reunión sindical

Digo medio en broma medio en serio que aquella sociedad estaba en cuanto a uso de armas, como el salvaje Oeste. Ya vimos que el 17 de abril de 1936 se produjo un disparo en el local sindical situado en la calle de Fontán número uno. Transcurre mes y medio, y surge un nuevo disparo en el mismo local. El 4 de junio de 1936 se celebró una reunión del ramo de vestido en este local, de la CNT. Al concluir, algunos se quedaron charlando y de repente se oyó un disparo que afectó a Francisco Calvo Lagares, de 20 años, hojalatero. Lo curioso del caso fue que la bala no penetró en el cuerpo de Francisco, sino que este apareció con un fuerte hematoma en la zona abdominal. Se lo llevaron en un coche a la Casa de Socorro del Hospital para ser asistido, lugar en donde quedó ocupando una cama. Y resulta llamativo que las ropas del lesionado aparecieron con un orificio como de bala cuyo deshilachado iba de dentro a fuera. Todo ello lleva a pensar que el muchacho contase con una pistola entre las ropas, que se le disparó, y bien sea como consecuencia del retroceso o al desencasquillar la culata, se le produjo el traumatismo que obligó a su hospitalización.

La causa fue sobreseída. Mis notas.

Lo cuenta El Ideal Gallego correspondiente al 6 de junio de 1936:

Surge un disparo de pistola y resulta un joven herido

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En un local social obrero, después de terminada una reunión del ramo de vestido, quedaron allí charlando varios jóvenes, y de pronto surgió un disparo de arma corta de fuego, resultando herido el joven de 20 años Francisco Calvo Lagares, hojalatero, con domicilio en la calle de Castiñeiras de Arriba, 16, bajo.

Llevados por varios amigos que se encontraban en el local, a la Casa de Socorro del distrito de la Audiencia, a Francisco se le apreció fuerte traumatismo en la región epigástrica y se calificó su estado de pronóstico reservado.

Para su observación, el herido quedó, en los primeros momentos, ocupando la cama núm. 20 de la sala segunda del Hospital de Caridad.

Al ocurrir el suceso, en los primeros momentos hubo la natural confusión, y se ignoraba de quien había surgido el disparo, pero esta circunstancia se aclara por los detalles siguientes:

Calvo Lagares, como hemos dicho, presentaba fuerte traumatismo en la región epigástrica, y no herida de bala.

Además en sus ropas se aprecia un orificio de proyectil en sentido de dentro afuera, pues el deshilado de los tejidos va hacia el exterior, lo que prueba que el herido debía tener una pistola escondida en el pecho.

Al efectuar algún movimiento brusco, se debió disparar el arma y al hacer la operación de desencasquillar la culata le ocasionó al joven el traumatismo que sufre.

El Juzgado de instrucción de guardia y la policía trabajan en el esclarecimiento del suceso.

También da su versión La Voz de Galicia correspondiente asimismo al 6 de junio de 1936:

SUCESO EXTRAÑO

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UN JOVEN HERIDO DE CONSIDERACIÓN

En ocasión de hallarse en un local de la calle de Fontán, conversando con unos amigos, Francisco Calvo Lagares, de 20 años, de oficio hojalatero, vecino de Castiñeiras de Arriba, 16, sonó un disparo de arma de fuego y resultó lesionado.

En un automóvil se le trasladó a la Casa de Socorro del Hospital, donde se vio que no tenía ninguna herida de bala, pero sí un fuerte traumatismo en el pecho. Tan fuerte, --como causado con la culata de una pistola--, que la lesión fue calificada de pronóstico reservado.

Por prescripción facultativa, se le dejó ocupando una cama en el Hospital municipal.

El suceso tiene algo de extraño, toda vez que el chaleco y demás prendas interiores que vestía Calvo aparecieron perforadas por un proyectil.

Pudiera ocurrir --según se colige-- que se le hubiera disparado, a causa de cualquier movimiento brusco un arma de fuego que llevase oculta en el pecho y al recular ésta por el disparo, le causara la lesión que padece; pero esta es suposición que no fué comprobada.

Del hecho se dio conocimiento al Juzgado de instrucción de guardia, que habrá de esclarecer el singular hecho. Y no se sabe quien hizo el disparo!



lunes, 21 de enero de 2013

De aquellas buenas gentes, maleantes

Si a los alzados se les colaron algunos elementos de una catadura escasamente compatible con los ideales que representaban, como orden público y defensa de la propiedad privada, en una buena parte de las bases del Frente Popular me temo que los maleantes abundaban tanto como en un poblado de nuestros días en el que se venda droga, sobre todo si se trataba de anarquistas y en menor medida socialistas, tal y como vimos en diversos ejemplos. Las bases de las derechas contaban con los frenos morales que imponía el catolicismo y tenían a gala aquello de ser pobres, pero honrados; o con una mentalidad de la época, las mujeres se vanagloriaban de ser pobres, pero limpias.

El 2 de junio de 1936 Carlos Virosta Soto, Antonio Suárez Gómez y Manuel López Freire, alquilaron un taxi, o como dirían quienes eran jóvenes en los años 30, un taxis :) El conductor, Manuel Socastro García, los llevó de paseo por la población visitando algunos bares para desplazarse a continuación a Ferrol. De regreso, pararon en Cuatro Caminos y tanto Antonio, fogonero marítimo, como Manuel, marinero, se negaron a pagar. No se comportó del mismo modo Carlos Virosta, que si os fiais de mí, me suena muchísimo como procesado en más de una causa y con diversos antecedentes por delitos contra la propiedad, un ratero de la época del que quiero recordar que estuvo en prisión durante la república y tal vez por eso no querría volver, aunque volvió.

Para dar idea de la clase de gente que integraba las bases del Frente Popular, conviene saber que Manuel López Freire, procesado por estafa, fue uno de los revolucionarios que hicieron frente al Ejército en La Coruña, falleciendo en la lucha. Por su parte, Antonio Suárez Gómez, falleció como no parece que hubiese vivido, al menos a la luz de esta estafa, integrado en las fuerzas nacionales, en el frente de Madrid.

No se diga que en las bases del Frente Popular abundaban los ladrones porque robaban para comer, que en los años 30 había comedores sociales como la Cocina Económica y ya vimos que la CEDA, o mejor dicho, la Unión Regional de Derechas, contaba en sus locales con un depósito de asistencia social que repartía alimentos. Robaban o estafaban por hacer el chulo, careciendo como carecían buen número de ellos de frenos morales.

Si las bases robaban, los dirigentes habían emprendido el mismo camino, aunque menos burdo y sólo pagaron por sus fechorías de caciqueo al comenzar la guerra. De hecho, recuerdo el testimonio que conozco de una persona mayor que tenía a su hijo en la cárcel al iniciarse el movimiento, un ratero que entraba y salía con cierta frecuencia. Esta señora se maravillaba de que en la prisión hubiese también señoritos: ¡Qué mundos estes! Que mi hijo esté en la cárcel, bueno... ya no es la primera vez ¡pero es que ahora también hay señoritos! y repetía asombrada aquello de, ¡pero qué mundos estes! :) En la anotación anterior citaba a Alfredo Somoza, galleguista, masón y diputado de Izquierda Republicana, que se escondió en varias viviendas de La Coruña al comenzar la guerra, sin que fuese detenido y castigado por sus corruptelas. Su propia hija nos cuenta (Carlos Fernández, p.724) que su madre "un día fue a casa de Elvira Parga, una mujer conocida de toda la vida, que vivía en Santa Lucía y a quien mi padre la tenía empleada de enfermera en la Casa de Socorro de aquel barrio". Las negritas son mías y dan idea de como movían hilos entre bastidores aquellos dirigentes del Frente Popular. Eran masones, trama clientelar y de poder por excelencia, movían hilos entre bastidores, hacían trizas de la igualdad de oportunidades, en fraude a la soberanía nacional que nadie vota el programa oculto que ejecuta una trama clientelar y de poder. No seré quien diga que el Franquismo acabó con estas tramas o con los enchufes, ni muchísimo menos. De hecho, se dio cancha amplia a lo que se conocía como masonería blanca. Y también, aunque no creo que anduviese el Opus Dei por medio, estoy recordando la libreta de notas del miembro de un tribunal de oposiciones. Junto a los nombres de los opositores, o mejor, junto a varios de ellos, aparece anotada una R mayúscula, o incluso Recomendado, así, con todas sus letras, con la misma naturalidad que los burgueses del Frente Popular tejían sus tramas clientelares y de poder durante la II República, o desarrollaban sus corruptelas, que aún hoy tengo la sensación de que campan a sus anchas, tanto en ámbitos universitarios como políticos, y tanto de derechas, como de izquierdas.

Mis notas.

Noticia que publica La Voz de Galicia correspondiente al 3 de junio de 1936:

Tres individuos alquilaron el automóvil matrícula de esta capital 3,801, que conduce su propietario, Manuel Socastro García, de cuarenta y dos años, vecino de la calle de Atocha Baja, 4.

Les llevó a pasear por la población, visitando algunos bares, siguiendo luego viaje a Ferrol; y a su regreso le hicieron pasar por los Cuatro Caminos, negándose a pagar dos de ellos, que se dieron luego a la fuga. Sólo les conoce por Toñito, de oficio fogonero, y Manuel, que es marinero.

Se quedó con el chófer uno de los tres sujetos, llamado Carlos Virosta Soto, de treinta años, vecino de la Travesía de la Avenida de Hércules, 47, quien voluntariamente se ofreció a abonarle la parte que a él correspondiese, acompañando al perjudicado a la Comisaría de Policía, donde se formuló la denuncia correspondiente, que pasó al Juzgado de instrucción de guardia.




viernes, 18 de enero de 2013

Contra los poderosos: Tomás Rodríguez Sabio

Por si alguien cree que los casos de la anotación anterior constituyeron un chivo expiatorio para dar imagen, que se fue a por dos individuos de escasa relevancia social, hoy veremos que también le hacían frente a los poderosos cuando consideraban que su actuación desbordaba los límites de lo legal. Tomás Rodríguez Sabio parece que nació en La Coruña en 1901 y falleció de forma prematura en la misma ciudad el 8 julio de 1949. Era hijo de la popular Petra Sabio, la frutera de San Andrés, aquí, mujer que usaba zuecas en el establecimiento, poseía un parque marisquero por el Pasaje y era según me dicen algo brava.

Tomás Rodríguez Sabio, miembro de las Irmandades da Fala (remedo de la Nostra Parla catalana) parece que asistió en 1918 a la Asamblea Nacionalista de Lugo, parodia poco afortunada del catalanismo y que fue en algunos puntos más allá de lo propugnado por las Bases de Manresa (1892). Querían que también Galicia aportase su grano de arena para convertir una gran nación como es España, en un conjunto de naciones minúsculas. De sus 17 a 21 años, Tomás Rodríguez Sabio mantiene relaciones de estrecha amistad con republicanos y nacionalistas como Joaquín Martín Martínez, Luis Peña Novo, Antonio Villar Ponte, Alfredo Somoza Gutiérrez o Ramón Suárez Picallo; y hasta llama a la "liberazón da Nazón Galega". En marzo de 1922 emigra a La Habana de donde podría haber regresado a La Coruña en julio de 1922 siendo representante en Galicia de la Xuntanza Nazonalista Galega da Habana. Precisamente en Nós (Órgano da Xuntanza Nazonalista Galega d Habana, 1921 [recuperable en el portal Galiciana]), pide la INDEPENDENZA, así, en mayúsculas y con todas sus letras. En la capital cubana trabajó como interventor en la sucursal de un banco. Ya en España, en 1925 se casa en La Coruña siendo uno de los padrinos el muy republicano Joaquín Martín Martínez --fusilado al comenzar la guerra--, y se casa con María Sánchez Suárez, mujer que llamaba la atención tanto por su belleza como por su imagen, avanzada para la época, por ejemplo a la hora de teñirse el pelo de azul. En La Coruña se la conocía como la Cubana, si lo era o no, eso no pude precisarlo porque como veremos la tradición oral en lo que afecta a Sabio es en ocasiones bastante burda y e inveraz. Cuando contrae matrimonio la prensa lo llama "industrial" así que algún capital debió hacer en Cuba. En el mismo año 1925 se va a Vigo como administrador del diario El Pueblo Gallego, pero parece que fue a finales de 1926 cuando emigra de nuevo, esta vez para la Argentina. Allí es donde hace su fortuna y de donde el imaginario popular o tal vez la envidia, explica de forma burda el origen de su riqueza. En la República Argentina es gerente de Bodegas y Viñedos 'Giol', de alguna compañía de seguros y de una empresa relacionada con la colonización de la Pampa. Su actividad hizo que retornase a España con un capital que se consideraba fabuloso para la época. El pueblo de aquella sociedad, tan mitificado hoy, lo apostrofó como el Cornudo de Oro, pues decían que su esposa había mantenido relaciones con el propietario de las bodegas, y al fallecer éste, dejó como heredero a Rodríguez Sabio...

Lo cierto es que por motivos que seguramente aparecerían en una carta de Eugenio Montes a Rodríguez Sabio, que estuvo incorporada a la causa que veremos pero de la que Sabio solicitó y obtuvo su desglose --como de otra carta que le dirigió Calvo Sotelo, que quien la pillase :)--, lo cierto, digo, es que Rodríguez Sabio cambió radicalmente su modo de pensar. Debió retornar a España durante el primer semestre de 1935, solicitando el ingreso en Renovación Española --a la que ayudó según algún testimonio con miles de pesetas-- llegando incluso a mantener trato y cartearse con Calvo Sotelo. También ayudó a Falange y al parecer en las varias ocasiones en las que fueron a pedirle ayuda económica antes de la guerra, la prestó siempre. Con ocasión del desfile del 14 de abril de 1936, existiendo rumores relacionados conque el cuartel de la Guardia Civil sería asaltado por los revolucionarios, puso a disposición de la fuerza dos vehículos de su propiedad y se quedó él custodiando el inmueble mientras se desarrollaba el desfile. Al iniciarse el gmn, también prestó ayuda económica para los gastos de automóviles de los primeros días.

Se trata como vemos de alguien completamente identificado con el nuevo régimen, en el que en 1937 fue nombrado presidente del Consejo de administración de La Primera Coruñesa, la popular Fábrica de Telares, (ocupa su lugar la Torre de los Maestros o Torre Dorada, aquí) que surtió de tejidos al Ejército durante la contienda. Entre las muy diversas empresas financieras y mercantiles que emprendió Sabio, quiso elevar un 5º, 6º y al final un 7º piso a esa casa que fue de galerías. Las discrepancias que en 1937 tuvo con el Ayuntamiento, que en un primer momento le concedió licencia y luego se la denegó, lo llevaron a que redactase una instancia en forma de carta al entonces alcalde, Hernán Martín-Barbadillo, que por su contenido algo apasionado o franco se consideró injuriosa, enviándose a la Fiscalía de la Audiencia que a su vez la remitió al Juzgado correspondiente para que incoase el consabido sumario. Por fortuna la causa fue sobreseída, y el hecho se declaró falta, de cuyo conocimiento entendió en el juicio verbal de faltas correspondiente un juzgado municipal. Como la documentación generada en los juzgados municipales se expurgó, no sabemos si salió absuelto o se le impuso algún arresto, reprensión pública o multa, pero en cualquier caso ya vemos que los alzados no se paraban en barras a la hora de perseguir a uno de los suyos si consideraban que no cumplía con la Ley, por muy poderoso que fuese. Pudo haber influido algún comentario despectivo hacia dos funcionarios municipales: el exgobernador azañista de Pontevedra, Ángel del Castillo, archivero-bibliotecario municipal, que había sido más bien casarista, muy querido en la ciudad; o tal vez alguna afirmación poco considerada con el letrado asesor municipal, José Martínez Pereiro, antiguo director de El Ideal Gallego, de la Editorial Católica, cuyos hijos parece que eran de las Juventudes Católicas y que también era un incondicional del régimen toda vez que la corporación del Frente Popular lo había depurado, separándolo del servicio.

Mis notas.


martes, 15 de enero de 2013

Así perseguían la corrupción

Al hilo de los dos documentos que reproducía en la anotación anterior, el asalto a la capilla de Feáns tuvo unas derivaciones que nos permiten conocer cómo perseguían la corrupción, incluso la que se producía en los juzgados por parte de al menos un funcionario.

Con ocasión de investigarse los hechos protagonizados por los revolucionarios en la zona de Feáns-Mesoiro, el juez militar permanente de la 8ª División Orgánica, Segundo Díaz Herrera, llamó a declarar a varias personas que le podían suministrar información sobre lo ocurrido. Algunas se ocuparon del asalto a la capilla de Feáns, y una de esas personas era Antonio Patiño Mantiñán, de 31 años, jornalero --los llamaban más que jornaleros, veigueiros o veigheiros-- vecino de Vioño y afiliado a la CONS, la Central Obrera Nacional Sindicalista, central de la que parece que fue expulsado junto con su hermano, por mal comportamiento. Antonio Patiño relató al juez que estaba enterado de que en el asunto del asalto y subsiguiente detención de varios vecinos de Feáns, hubo un soborno a un empleado de los juzgados. Era Manuel Pena Vila, hermano del socialista Enrique Pena Vila, pero que al no ser depurado a la altura de marzo de 1937, fuesen cuales fueren sus ideas, debía ser persona de orden. Cuenta el huido y socialista, Francisco Naya Mariñas, en testimonio que publica Carlos Fernández (p. 672-673), entre varias, para mí fantasías y bravuconadas, que un funcionario del Juzgado lo aviso: "Joder, Naya, que a las 12 del mediodía del 26 te van a ir a buscar a casa para "pasearte". Ya está todo dispuesto. Sólo se discute si te matarán en Herves, Vilaboa, Bastiagueiro o en el "Campo de la Rata" (...)". Me parece creíble que lo avisasen --casi me atrevería a decir que lo raro en La Coruña de 1936 (y posterior) era que los habitantes de un inmueble no supiesen que les iban a hacer un registro, porque casos de avisados, podría contar unos cuantos--, y recuerdo que en la misma obra de Carlos Fernández aparece un testimonio de Manuel Iglesias Corral en donde relata que la "checa" de Falange estaba frente a su casa, en la que había sido residencia de los Jesuitas; que allí se estaba intentando acusarlo redactando un informe con tintes de gran hostilidad "y mi buena fortuna --dice Iglesias Corral (ibid. p. 645)-- quiso que entraran allí los jueces Samuel Roberes y Spiegelberg y que conocieran el dictamen (...) y entonces Roberes les advirtió que no era justo. Que no era así y les dio noticia de que precisamente yo había sido la causa de que Felipe Sánchez Román no firmara el manifiesto del Frente Popular".

¿Qué hacían los jueces de instrucción del Distrito del Instituto y de la Audiencia en el cuartel de Falange? Si lo tuviese que jurar, por lo dicho y por otros indicios como la presencia de jueces y otros funcionarios judiciales en otras poblaciones, formando parte de tribunales de Falange, yo diría que formaban parte del tribunal de Orden Público, tribunal de Falange, tribunal invisible, o como se le quiera llamar. De ahí que pudiesen haber avisado a los funcionarios de los juzgados de quienes iban a pasear en los próximos días, y alguno de los funcionarios, que podría ser Manuel Pena Vila, a su vez pudo avisar a Naya Mariñas para que se escondiese.

Lo cierto es que en los pasillos de los juzgados Manuel Pena Vila recibió de los familiares de los presos, 120 pesetas, a razón de 15 por cada uno (otro se negó a pagar el soborno) para, unos dicen que ponerlos en libertad, y otros para mejorar su situación. En libertad por enero o febrero de 1937 salieron dos, uno por ser menor de edad y otro por su edad casi menor. Manuel Pena Vila fue condenado, y separado del servicio, aunque más tarde el hecho se consideró falta y se le revisó la condena.

Por si alguien considera que lo relatado es una depuración encubierta para sacarse de encima al hermano de un socialista, me temo que no actuaban así. Estoy convencido de que buscaban una España pura, sin corrupción --otra cosa es que lo lograsen--, y si se enteraban --en estos primeros tiempos-- de que alguno de los suyos delinquía, iban también a por él. Me contó hace tiempo un vecino de Monelos, más bien izquierdista, que al poco de estallar la guerra comprobó que se había unido a Falange en ese vecindario, lo mejor de cada casa. La generalización me temo que peca de propagandística, pero sin duda entraron en la organización o se hicieron próximos a ella, individuos de una catadura que podía ser normal entre anarquistas o socialistas, pero no entre miembros de Falange, de los falangistas de antes de comenzar la guerra, digo. Entre los que se unieron a la CONS aparecen los hermanos Gerónimo y Antonio Patiño Mantiñán, a los que se probó que estaban relacionados con la percepción de dinero que exigían o que recibían, por dar buenos informes para poner en libertad a los presos rojos. Aunque el jefe de milicias, Benito de Haro indicó al juez que ninguno de los dos pertenecían a Falange o sus milicias, un informe del entonces alcalde, Hernán Martín-Barbadillo, señala que según las averiguaciones realizadas por los agentes a sus órdenes, fueron expulsados de Falange por mal comportamiento ¿No serían en realidad expulsados de la CONS? Ambos parece que actuaron como confidentes de las fuerzas de orden público y de los jefes de investigación social, especie de policía de la organización falangista. Desde Comisaría se refieren a Gerónimo como un matón, que tenía amedrentado al barrio, que incluso contaba con antecedentes penales y policiales; una vez que estalló la guerra, Gerónimo Patiño participó como denunciante en la detención de Juan Boedo Pardo, @ O Galiñeiro, de San José, detención efectuada por una pareja de la Guardia Civil. Es sabido que O Galiñeiro apareció luego muerto en la denominada hoy Costa do Francés, en Carballo, por aquí. En este lugar, hoy un pinar pero entonces una pradera, aparecieron varios cuerpos, entre otros los de los Pinilla, padre e hijo. El padre era conserje del Colegio Notarial de La Coruña. El hijo al comenzar el gmn se unió a los revolucionarios, se puso un mono azul, al parecer iba con escopeta, no sé si pegó algún tiro, y lógicamente se le buscaba. El padre escondió al hijo en las instalaciones del Colegio, le hicieron un registro, se descubrió que protegía a un huido peligroso y el hecho les costó la vida a los dos. También allí aparecieron otros cadáveres, y me contó una señora de provecta edad, toda muerta de risa --era mayor como digo, y ellos estaban por el más allá, pero ella aún estaba aquí, por pocos años, o eso me pareció entrever como explicación a sus risas-- que cuando se produjo la ejecución venía un vecino subido a una cabalgadura, que pese a estar beodo, cogió tanto miedo que se tiró de la montura, fue esta por un lado y él salió corriendo por otro; y también se reía porque alguno, según ella, no debió quedar bien muerto, porque recordaba que uno de los ejecutados había arañado la tierra en donde había caído.

Lo cierto es que enterados en la Prevención de Seguridad --si era la de la calle del Orzán, aquí-- de los turbios manejos de Gerónimo Patiño, de la participación en ellos de su hermano Antonio, se les detuvo, fueron denunciados, condenados y expulsados seguramente de la CONS.

Mis notas sobre la estafa a los vecinos de Feáns por parte de Manuel Pena Vila; otras sobre estafa de Gerónimo Patiño y su hermano Antonio a los detenidos, exigiendo o percibiendo cantidades por ponerlos en libertad. Como a Gerónimo se le probó que había percibido 60 pesetas, el hecho se declaró delito; como su hermano Antonio sólo percibió 40, al ser inferior a 50 pesetas, el hecho fue declarado falta, cuyo resultado desconozco pero es de suponer que le costaría un día o unos pocos días de arresto.



sábado, 12 de enero de 2013

De caciqueo y venganzas

Esta semana veía un debate en televisión y salía un chico, profesor de cierto departamento en el que de forma curiosa e insospechada sólo entran los que son de la misma cuerda, vamos, más de izquierdas que el grifo del agua caliente :) El caso es que el chico, para determinar el origen del caciqueo político que vivimos en nuestros días, lo atribuyó en gran medida al franquismo, que es de donde venimos y dando a entender que esto en la república no pasaba ¿Y el Casino Republicano de La Coruña como primer escalón para acceder al Ayuntamiento y de ahí a la Comisión de Obras? Cada vez me resultan más simpáticos estos pobres lugares comunes. Cuando un fenómeno denostado es complejo --y a veces sin serlo--, se despacha en dos líneas endosándole un origen durante el franquismo, en donde por supuesto que había caciqueo. No digo que aquellos muchachos que se afiliaron a falange antes de comenzar la guerra apoyasen el caciqueo, las redes clientelares y de poder. Precisamente creo que querían acabar con él, estaban escandalizados con el caso del estraperlo --a cuyo partido pertenecían no pocos de sus padres-- pero ellos buscaban una España pura, sin corrupción. Creo que, por algún caso que conozco, buen número de aquellos mozos acabaron desencantados reconociendo con lástima que cuando alguien llega al poder, hasta los suyos, se podían corromper. Pero estoy convencido de que en los primeros tiempos no era así, que no se corrompían porque aún eran neófitos en el poder y aún aspiraban a acabar con la corrupción. Prueba de ello puede ser esta circular que insertó el gobernador civil y delegado de orden público, Florentino González Valles, en el Boletín Oficial de la Provincia correspondiente al 12 de agosto de 1936. Las negritas son mías.

Sin duda siguiendo la corruptela costumbre de hacer recomendaciones para asuntos que se despachan en las dependencias afectas a este Gobierno, y estando dispuesto a cortarlas por no llevar a ningún fin práctico y sí sólo entorpecer la marcha de los trámites reglamentarios, y con el fin de que llegue a conocimiento del público en general, acuerdo hacer saber por medio de la presente que en lo sucesivo no serán atendidas ninguna clase de recomendaciones sobre los asuntos que se tramitan en este Gobierno civil y Delegación de Orden Público; bien entendido que será objeto de una sanción el que la hiciera, ya que implica desconfianza en la justicia y rectitud en las medidas que se adopten, permitiéndose solamente las peticiones por medio de la solicitud del interesado en recurso de súplica, siempre y cuando tenga pruebas en descargo de su situación. La instancia deberá presentarse debidamente reintegrada, sin cuyo requisito no será admitida.

Lo que he dispuesto hacer público en este periódico oficial para general conocimiento.

   La Coruña, 2 de Agosto de 1936.

El Gobernador civil,

FLORENTINO GONZÁLEZ VALLÉS

Las penas impuestos durante el conflicto nos pueden parecer muy severas porque tenemos otra sensibilidad, también ante la pena de muerte; sensibilidad que es reciente, y recuerdo que el último guillotinado en Francia lo fue en 1977, o que en USA no se tiene aún la sensibilidad que tenemos en Europa. Quiero decir que las penas nos pueden parecer muy severas, pero estoy convencido de que al preguntarse en aquella sociedad porqué habían matado a alguien, cuando uno respondía aquello de, algo haría, no se equivocaba. Si ejecutaban a alguien de forma extrajudicial no lo mataban por dejar en una cuneta un cadáver cualquiera, sino que tenían cargos concretos contra él. La tradición oral suele dar mucho peso a venganzas personales y en mi opinión no debían tener tanto, o lo podían tener de forma indirecta pero denunciando hechos en los que se debía poder comprobar la veracidad de lo manifestado. Del rigor en la investigaciones, o de la intención que tenían de aplicar su ley, igual para todos, puede dar idea esta otra circular que publicó el mismo gobernador, también en el BOP de 12 de agosto de 1936:

Constantemente vengo recibiendo anónimos denunciándome casos que vienen ocurriendo, contra personas que se dedican a propalar noticias tendenciosas, o contra las que se han venido distinguiendo por su actuación nefasta en la vida política, perjudicando y persiguiendo a quienes no les eran afines en sus manejos maquiavélicos.

Para evitar se sigan recibiendo aquellos, ya que con su proceder demuestran no ser dignas las personas que los escriben e impropio de nobles y mesuradas, por la presente hago saber que, en lo sucesivo, cualquier denuncia que se me envíe, sea en el sentido que fuere, que no venga firmada en regla y cuyo autor no responda con toda valentía y dignidad a cuanto se informe, no será tenida en cuenta.

Ahora bien, también he de hacer presente que cuantas denuncias se me hagan, debidamente firmadas, serán reservados los nombres y pueden tener la seguridad de que para nada se hará mención del denunciante.

Lo que he dispuesto hacer público en este periódico oficial para general conocimiento.

   La Coruña 11 de Agosto de 1936

El Gobernador civil,

FLORENTINO GONZÁLEZ VALLÉS

No, no he dado un salto al comienzo de la guerra, o en parte sí, sólo quiero introducir con estas dos circulares las derivaciones que tuvo el asalto a la capilla de Feáns, en donde hubo corruptelas, y se persiguieron.




jueves, 10 de enero de 2013

Asalto a la capilla de Feáns

Aunque ya me ocupé de este tema, vuelvo sobre él al haber localizado copiosa información tanto sobre el asalto como sobre sus derivaciones, que dejaré para otra anotación. De acuerdo con el Resumen de los desmanes, el 7 de junio de 1936 "profanan la capilla de Nuestra Señora del Carmen de Feáns y escarnecen una imagen de la Santísima Virgen". La capilla me dicen que se encontraba en lo que es hoy ese aparcamiento del centro cívico de Nuevo Mesoiro.

Si la fecha es la ajustada parece que sobre las nueve de la noche de ese día se reunieron en la taberna de Rogelia lo que el P. Blanco Rey denomina el grupo de Feáns, vinculado u organizado según este autor por el maestro de Sésamo (Culleredo), Ramón Figueroa Vilachá, de la FETE-UGT aunque no violento; del que formaban parte como elementos destacados Gerardo Paseiro Carril, según el mismo autor, de Izquierda Republicana. En mi opinión el asalto fue una de tantas cafradas cotidianas que ocurrían en aquella república, llevada a cabo por los mozos del pueblo a los que la izquierda había inculcado ideas en virtud de las cuales la libertad religiosa y de culto estaban de más, y que se podía hacer cualquier cosa en la seguridad de que nada les pasaría y además se correrían una buena juerga haciendo el bestia.

El 7 de junio se reunieron en la taberna de Rogelia, Santiago Souto Vázquez, de 41 años; Manuel Candamio Villares, de 18; Juian Boedo Fernández, de 17; Gerardo Paseiro Carril, de 25 años; Antonio Pan Pereiro, de 25; Francisco Cambón Fernández, de 29; Aurelio Méndez Loureiro, de 20 años; Carlos Candame No, de 18; Jesús Deza Capelán, de 25 años; José Fernández Iglesias de 22 años; y Manuel Bello Capelán también de 22 años. Todos ellos acordaron asaltar la capilla de Feáns, entraron aprovechando que se había cambiado la cerradura hacía poco y Antonio Pan tenía llave, sacaron la imagen y ornamentos de culto dejando los bancos revueltos y el altar desposeído de cualquier objeto, como si estuviese recién construido. Los ornamentos fueron esparcidos por el campo, los recogieron unas niñas y se los entregaron a José Otero Salgado, @ Mallo, al que derribaron el 14 de junio 21 m de muro que protegía una plantación y que en causa que se les siguió fueron condenados a reconstruir. Por su parte la imagen de la Virgen del Carmen fue extraída de la capilla, estuvieron jugando con ella a la llave, y acabaron por romperla a patadas o a palos. Al día siguiente parece que también rasgaron un cuadro de la Virgen que se encontraba en la capilla. Ésta se había construido en torno a 1934, y me dicen que tras el asalto nunca más volvió a funcionar.

No parece que antes de comenzar el GMN la justicia hubiese actuado para perseguir el asalto a la capilla de Feáns. Todo apunta a que las investigaciones comenzaron en virtud de una denuncia que presentó el 31 de agosto de 1936 Antonio Pérez Bello, de 48 años, un labrador vecino de Mesoiro que puso a la Guardia Civil sobre la pista de los asaltantes. Antonio Pérez Bello fue presidente de una de aquellas asociaciones agrarias que funcionaban en la Galicia rural y que indemnizaba a los miembros cuando les moría una vaca por ejemplo, o los socorría con un subsidio, en este caso de 2,50 pesetas cuando estaban enfermos. En una de las reuniones acordaron contratar a un maestro (¿Figueroa Vilachá?). Desde las elecciones de febrero del 36 Antonio fue uno de tantos españoitos humildes, perseguidos por las izquierdas por el solo hecho de ser de derechas. El agricultor, amenazado de muerte, tuvo que venir a La Coruña y refugiarse en la casa de Manuel Ponte en calle del Mariscal Pardo de Cela, a donde fueron a buscarlo tres individuos que habían estado en su misma mesa electoral. De los disgustos se puso enfermo y la sociedad le negó el subsidio, lo que le llevó a darse de baja.

Cuando Antonio Pérez Bello cesó en la presidencia, parece que comenzó la orientación laicista de las enseñanzas en la escuela. Acudían a las reuniones de la sociedad los extremistas de la Silva, la Moura, la Grela, el Birloque y otros lugares, siendo el organizador de estas doctrinas José Prego Veira, de Vioño, vinculado al Partido Sindicalista según Lamela (p. 42), de cuyos miembros corre la especie de que eran anarquistas no violentos. No lo serían los dirigentes, pero sí sus dirigidos. También destaca como organizador José Pardo Balay, del Birloque.

La denuncia también nos aproxima a lo sucedido al comenzar la guerra en el entorno de Feáns. Parece que los extremistas que se opusieron al Ejército huyeron y se refugiaron por los montes de los Chans, dedicados entonces y ahora a canteras, entre Mesoiro y Pastoriza. Se destaca a Manuel López @ O Pataboco, natural de Feáns y vecino de Pastoriza, que llevaba en la mano un lote de bombas y un cordero que había robado a una mujer en las inmediaciones de la fábrica de Senra, entregando las bombas a José Rodríguez Seoane, que con Gerardo Seoane Teijido llevaban comida y noticias los huidos. También se dice que una mujer, vendedora de periódicos en La Coruña, al ir por las casas a pedir comida para los revolucionarios, amenazaba con tirarles una bomba que llevaba en la mano si no se la daban. Hace bien poco un vecino de Brexo en Cambre me comentó que en la posguerra, un día se presentaron a su padre --modesto agricultor como él-- cinco fulanos que lo coaccionaron a punta de pistola, y hubo que darles de cenar.

Por último, me gustaría también destacar el rigor de la Guardia Civil, tan en entredicho por la propaganda de izquierdas. No digo que en otros atestados no se relatasen puras fábulas --que en mi opinión saltan a la vista--, pero sería bueno que quienes descalifican en su conjunto los procesos penales de la justicia militar franquista demostrasen que todos eran fraudulentos, porque me temo que se generaliza de forma interesada para llevar el agua al molino demonizador que interesa. Al menos en este caso no se guiaron por el primer rumor o por la declaración de un acusado como se suele decir, sino que realizaron las oportunas gestiones e hicieron constar en el atestado que lo denunciado no se pudo comprobar. Lo denunciado fue que uno los vecinos acusados de asaltar la capilla de Feáns señaló a Benito Varela y Santiago Souto, @ O Touro, como dos de los revolucionarios que habían hecho frente al Ejército los días 20 y 21 de julio de 1936, armados con escopetas en La Coruña. La acusación era gravísima dado el estado de guerra en que se encontraban y si se comprobaba que las armas habían sido disparadas o que los acusados habían hecho fuego con ellas, conllevaba una condena a muerte, probablemente extrajudicial. Efectuado el oportuno careo con los acusados, el denunciante rectifica su declaración y la Guardia Civil añade que no pudo comprobar la participación de los acusados en los enfrentamientos con el Ejército. De la fuerza instructora formaba parte el guardia Vicente Peralta López, que luego sería promocionado a jefe de la brigadilla tras el tiroteo en el que falleció Arcadio Vilela, y Peralta resultó herido en una pierna con balas, me dicen que "rusas", que le provocaron una cojera permanente y que llevase los proyectiles hasta la sepultura porque al parecer no se le podían extraer.

La causa es tan rica y extensa que no dejo más que dos pinceladas. Quien esté interesado puede conocer pormenores tanto en la causa en si, como en unas diligencias sumariales que se tramitaron aparte al encontrarse dos de los acusados en el frente.

¿Sería esta la sede de aquella sociedad?


Los autores fueron condenados a unos meses de prisión y según el P. Blanco Rey, cuando la gente le reprochaba a uno de ellos el asalto a la capilla, respondía que sí, que lo habían hecho, pero lo habían pagado: Bueno, fixémola, pero pagámola ¿non?



miércoles, 2 de enero de 2013

Cruz y calvario para el párroco de Arteixo

A este pobre párroco de Santiago de Arteixo, del que me dicen que destacaba por su bonhomía, no le dieron en el carné de identidad porque no existía, pero lo persiguieron tanto las izquierdas como en menor medida las derechas. Se llamaba Benito Rodríguez Noya y de acuerdo con su testimonio tras las elecciones de febrero de 1936 --que con sentido común califica de funestas-- la gestora municipal de Arteixo comenzó una persecución diabólica contra los curas. Él como los demás compañeros sufrió presiones para que abandonase la rectoral y entregase la iglesia. Querían dedicar la rectoral a casa del pueblo y el templo para cine y salón de baile. A esto D. Benito respondía que él saldría de casa para el cementerio, pero lo iban a acompañar cuatro o cinco más. Esta respuesta no agradaba a aquellas buenas gentes de izquierdas, así que se arbitró otro modo para que abandonase iglesia y rectoral. 

LA CRUZ
 
El alcalde de Arteixo comunicó al párroco que el viernes 5 de junio de 1936 se procedería a la incautación del cementerio parroquial, y que debía encontrarse en el camposanto a las diez de la mañana de ese día. Allí se presentó D. Benito, y cansado de esperar, se dirigió a recoger el cadáver de un vecino para darle sepultura. La comisión municipal se presentó, el cura no estaba y esto dio pie para que el alcalde ordenase a la Guardia Civil la detención del sacerdote. La fuerza se presentó en la rectoral a las diez de la noche y le indicó que debía entregar la pistola que poseía con la licencia correspondiente, y lo detuvo claro. Se le trasladó al depósito municipal de Arteixo, una celda situada en los bajos del ayuntamiento que no se usaba porque los detenidos se encerraban en un hórreo. El depósito era un lugar asqueroso del que se servían los empleados y concurrentes al ayuntamiento a modo de evacuatorio. Allí, según tradición oral que recogió el P. Blanco Rey (pp. 1125-1138), fue vejado y maltratado. Se le aguijoneó, insultó, escupió y hasta, según se dice, se llegó a orinar sobre él desde una ventana que daba a la celda. Estaríamos en un caso similar al que me contaron hace poco sobre el cura de Sigrás, al que también se decía que le habían meado en el depósito municipal de Cambre. Los carceleros de D. Benito, el portero y el alguacil municipal, los Fabeiros, decían que iban a dar de comer al perro, o lo motejaban de cuervo negro.

Al parecer esa noche del viernes estuvo casi toda acompañado: la familia González, Julio Iglesias Rey y otros vecinos lo apoyaban llevándole mantas, comida, bebida y dándole ánimos constantes. En la mañana del sábado se hicieron gestiones y a las cinco de la tarde se recibió un oficio del gobernador civil ordenando la puesta en libertad inmediata del párroco. El alcalde se resistió a cumplirla y ahí empezó la contienda entre derechas e izquierdas. Las primeras con toda razón sosteniendo que el alcalde no era nadie para incumplir una orden de su superior jerárquico; las segundas, que no había más jefe en el pueblo y más gobernador que el alcalde. Siguió detenido. El domingo por la mañana se presentó el secretario del ayuntamiento en la celda para comunicarle de parte del alcalde que era libre, siempre que abandonase la rectoral y la parroquia antes de las diez de la noche. D. Benito, aunque sentía no poder celebrar la misa dominical, prefirió seguir detenido, aunque replicó al secretario: pero Sr., si en algo ofendí inconscientemente al alcalde, estoy dispuesto a pedirle perdón de rodillas y en público. El secretario se conmovió y fueron a ver al alcalde a su domicilio. Después de tenerlos largo rato a la puerta, recibió al secretario y lo despachó sin querer recibir a D. Benito, que volvió a su celda en donde pasó el domingo y parte del lunes. En la mañana de este día, encontrándose el pueblo amotinado para irrumpir en los bajos del ayuntamiento y liberar a su cura, llegó el delegado del gobernador que ordenó la puesta en libertad inmediata del párroco, cosa que ejecutó el oficial primero del ayuntamiento, acompañando al sacerdote hasta la rectoral gran número de vecinos.

A las ocho de la mañana del martes día 9 de junio, D. Benito recibió un oficio del alcalde indicándole que si a a las tres de la tarde de ese día no había abandonado el término municipal, volvería a ser detenido. Según Gil Casares, el alcalde lo obligó a marcharse, el párroco recurrió la orden ante el gobernador, que la dejó sin efecto, pero el Martís insistió en ella y el cura tuvo que abandonar el pueblo en el que vivía. El P. Blanco Rey refiere que en las fiestas patronales de Morás del año 1964, él mismo oyó contar a D. Benito, a sus 88 años, que huyó vestido de seglar pero al poco de abandonar la rectoral oyó ladrar a su perro y entonces me volví y dije: ca, coño, el buen pastor no abandona sus ovejas, coño. Y regresé a casa. La Guardia Civil parece que aquí también montó guardia en torno a la rectoral junto con varios feligreses porque amenazaban con incendiarla con el cura dentro. Otro paralelismo con respecto al asalto a la rectoral de Vilaboa. Al terminar de contar estas peripecias, el P. Blanco Rey vio llorar a D. Benito y a D. Nazario Rama Castro, capellán de la Grela, que también pasó las suyas.

D. Benito al final debió abandonar la parroquia y parece que se vino a La Coruña. Se movieron las mejores influencias, incluso izquierdistas como el diputado de IR, Manuel Guzmán García, católico, que en mi opinión era más negociante que político, pero su participación en el reparto de armas el 20 de julio, desde el Gobierno Civil, hizo que fuese condenado a sufrir la pena de muerte, que no fue conmutada pese a que alegó haber intercedido por el párroco de Arteixo. Lo cierto es que después de un mes de presión sobre el gobernador civil, Francisco Pérez Carballo, llegó un día en que manifestó: no me molesten más, no quiero saber nada de ese Cura, que se entienda con el alcalde, que es el que lo puede arreglar.

¿Qué camino le quedaba a D. Benino sino entenderse con el alcalde, si vivía en un país en donde los gobernantes hacían papel mojado de la ley para no enfrentarse con sus correligionarios? Se puede decir que fue una democracia poco democrática, una pseudodemocracia, o que la calidad democrática de aquella pretendida democracia era muy inferior a la actual, pero los hechos son elocuentes y están ahí ¿Y este es el régimen que exalta la progresía patria como un modelo a seguir? ¿Otra vez la mercancía averiada de Cataluña cantón independiente, España república federal o la política de laicismo correúdo como modelo? Vamos, hombre, vamos: tururú.

EL CALVARIO

D. Benito, con la tensión que le producía el abandono de su rectoral e iglesia, "con esto abandonado y en poder de extraños", dice, no vio otra salida que entrevistarse con el alcalde, y ahí comenzó su calvario porque las derechas no querían que tratase en absoluto con el alcalde. Deseaban que fuese un instrumento contra las izquierdas y este sacerdote lo único que quería era dedicarse a lo suyo y dejar la política para los políticos. 

Tras las gestiones, el sábado 4 de julio acudió a casa del alcalde, Martís, en donde se encontraban varios revolucionarios que eran de los que amenazaban con volar la iglesia y rectoral, que aunque no fuesen ellos conseguirían a gente de la Casa del Pueblo de La Coruña que lo hiciese, según le dijo Martís. Lo coaccionaron. Para restituirse a la parroquia debía ingresar en la Sociedad agraria de campesinos de Arteixo, que no estaba federada a la UGT y CNT, pero había adquirido un matiz abiertamente izquierdista; debía comunicar en el ofertorio de la misa del domingo siguiente que regresaba a la parroquia con el beneplácito de la sociedad y corporación municipal; y que se obligaba a ello bajo pena de ser expulsado de la parroquia. D. Benito no vio otro camino que aceptar la coacción y el domingo 5 de julio anunció en el ofertorio de la misa lo que le habían exigido. Desde entonces fue estimado por todos los izquierdistas, incluso en los días álgidos al comienzo de la guerra, en los que la casa rectoral e iglesia fueron defendidas de tanto revolucionario como merodeaba por allí. Parece que la generalidad de las derechas estaba con el párroco, pero unos pocos no aceptaron que claudicase ante las ilegalidades y en cierto modo se convirtiese en un instrumento del alcalde y la Sociedad. El asunto debió escandalizar porque el 9 de julio, el arcipreste de Faro, Leoncio Barro, se apresuró a denunciar el caso al canciller de la Curia compostelana. Le había llegado por dos conductos distintos de testigos presenciales que el párroco de Arteixo en el ofertorio de la misa había realizado manifestaciones que suponían una claudicación, que contrastaba con la conducta reprobable de los que habían sido sus perseguidores. Todo ello motivó un expediente que acabó condenando al párroco a realizar tres días de ejercicios espirituales en una casa religiosa; y a ofrecer una satisfacción a los feligreses que se habían sentido ofendidos, en el ofertorio de la misma de un domingo o día festivo.

¿Quién dijo que aquello no estaba muy mal, o que no había esa anarquía a la que aluden algunas fuentes, tachadas de propagandíscas por los historiadores oficiales? La vemos todos los días, y a saber la que se escapa porque no dejó rastro en los papeles o porque no se conserva en la tradición oral.

Creo que la vieja casa rectoral de Arteixo se encontraba en esta plaza de Santa Eufemia, cuyo solar cedió la Iglesia al Ayuntamiento a cambio de unos terrenos en los que se levanta el nuevo templo parroquial de Santiago de Arteixo, junto al balneario.


Os dejo alguna imagen más del exterior de la iglesia y su entorno.