lunes, 16 de diciembre de 2013

El atentado socialista contra el general Bosch: segunda sentencia y ejecución

El 26 de junio de 1943 se reunió en el Cuartel de Atocha el consejo de guerra ordinario de plaza para ver y fallar la causa instruida contra Enrique Pena Vila y Félix Gila Esteban. Lo presidió el coronel de Artillería Francisco Javier Judel Peón, participando como vocales el capitán de Artillería Juan Montenegro de Irizal; y los de Infantería Justo Rodríguez Santos, Alfredo Vázquez Barral, Victoriano Pardo González y Fernando Sánchez Triñanes. Ejerció las funciones de vocal ponente el teniente auditor de segunda del Cuerpo Jurídico Militar, Rafael Vaamonde Mallo; como fiscal, informó ante el consejo el teniente honorífico del mismo cuerpo, Emilio de Isasa Navarro. Fue defensor de Enrique Pena Vila, el capitán de Infantería Eugenio Pita Blanco. Como defensor de Félix Gila informó ante el tribunal el capitán de Ingenieros Luciano Fernández de la Vega.

La vista se prolongó a lo largo de la mañana y parte de la tarde de ese sábado. El fiscal en sus conclusiones definitivas solicitó, en nombre de la Ley, que se impusiese a Pena Vila la pena de 30 años por el delito de asesinato, y que sufriese la de muerte por el de rebelión; asimismo solicito ocho años de presidio mayor para Félix Gila como cómplice de asesinato. La defensa de este último interesó la libre absolución de su patrocinado, y la de Enrique Pena trató de desvirtuar las acusaciones de adhesión a la rebelión y solicitó que se le condenase no como autor de asesinato sino como cómplice.

Reunido el consejo para deliberar en sesión secreta consideraron probado que Félix Gila fue cómplice de asesinato frustrado siendo condenado a seis años y un día de prisión mayor con las accesorias habituales. Por su parte a Enrique Pena lo consideraron autor de un delito de asesinato frustrado con agravantes de alevosía, nocturnidad y verificar el delito en la morada del ofendido. Por este hecho lo condenaron a diez años de reclusión mayor con las accesorias habituales. Lo consideraron asimismo autor de un delito de adhesión a la rebelión, y por este hecho lo condenaron a sufrir la pena de muerte. Como a la altura de 1943 no se ejecutaba a nadie por adhesión a la rebelión a no ser que tuviese las manos manchadas de sangre, o que hubiese participado en violaciones, latrocinios, profanaciones, clueldades, y otros hechos que repugnan a cualquier conciencia honrada, sea cual fuere su ideología, el propio consejo propuso en la sentencia que se le conmutase la pena capital por la inferior en grado de reclusión perpetua, que no era perpetua sino de 30 años, como así sucedió. Félix Gila fue indultado del resto de la pena que le quedaba por cumplir en febrero de 1947. Por su parte Enrique Pena se benefició de varios indultos y salió de prisión en abril de 1949.

Como decía en la anterior anotación, yo creo que el atentado contra el general Bosch es un intento de parar el movimiento que tenían previsto desarrollar los militares el 19 de abril de 1936. Veremos que en la noche del atentado uno de los participantes, France García, presidente de las JJ SS --según testimonio del propio gobernador, Francisco Pérez Carballo-- le dio noticias de madrugada de una reunión de militares desarrollada esa misma tarde ¿El gobernador recibe confidencias de uno de los participantes en el atentado en la misma madrugada en que se produce y no está complicado ni sabe nada? Es posible, pero como en esta causa el policía Fernando Freire Gago proporcionó los nombres exactos de los participantes a los pocos días de comenzar la guerra y reabrirse la causa; como este funcionario despliega una actividad en mi opinión inusitada a la hora de facilitar pruebas a la justicia militar, por ejemplo en la causa instruida contra los organizadores de la rebelión que hizo oposición al Ejército el 20 de julio en La Coruña, caso del alcalde, del diputado José Miñones, del también diputado Manuel Guzmán, etc.; como este policía estaba adscrito al Gobierno Civil y cualquiera diría por la actividad desplegada que hizo todo lo posible por subirse al carro del Movimiento, o que estaba adherido al mismo manteniendo una actividad silente en su favor, poseyendo una información tan precisa como llamativa sobre los participantes en el asesinato frustrado del general Bosch; como el mismo gobernador trató de hacerse con las armas que se conservaban en la Audiencia como pruebas de convicción a principios de julio empleando métodos poco ortodoxos, incluso exigiéndole la entrega de las mismas al presidente a través de un policía que le envío; como quiera que cuando en la noche del 17 al 18 de julio veremos que en el asalto y robo de armas en la Audiencia tuvieron un papel destacado las JJ SS y el hecho estuvo patrocinado por el Gobierno Civil, que desplazó allí al capitán de Asalto Gonzalo Tejero Langarita para retirar a los guardias también de Asalto que custodiaban el portal de Radio Coruña; como en las declaraciones de los acusados de este robo de armas se dice que el gobernador garantizó la impunidad de los asaltantes, en vista de todo lo anterior, en mi opinión no sería de extrañar y hasta me parece bastante probable que el atentado contra el general Bosch fuese organizado o autorizado por el Gobierno Civil de la provincia y que no se tratase de una mera iniciativa particular de las JJ SS de La Coruña.




domingo, 1 de diciembre de 2013

Parodia rediviva de una procesión

Como todavía no cuento con todo el material para el último capítulo que tengo previsto dedicar al atentado contra el general Bosch, aquí os dejó a estos admiradores de los animalitos que hacían lo propio en los años 30, y que cualquier día con un hervor seguro que se pasan a la Fanta, aunque por ahora siguen con el Orange. Y los artículos 524 y 525 del Código Penal, por lo que se ve, de adorno.


domingo, 24 de noviembre de 2013

El atentado socialista contra el general Bosch: detención de Félix Gila Esteban

La reapertura de la causa con motivo de la detención de Enrique Pena Vila procura poner a disposición de la justicia a los demás implicados en el atentado. Fueron infructuosas las gestiones en el caso de Juan Martínez Fontenla, nacido en La Coruña el 19 de octubre de 1906. Este individuo, muy amigo de los de la Lejía, ingresó en el PSOE en junio de 1931 estando también afiliado a la UGT. Fue nombrado secretario de la Agrupación Socialista en enero de 1936 y ya veremos que participó en el asalto y robo de armas en la Audiencia durante la noche del 17 al 18 de julio, operación patrocinada por el gobernador civil que garantizó la impunidad de quienes la perpetraron. Parece que en los primeros días del Movimiento tuvo una participación destacada junto a grupos libertarios. La policía creía en 1943 que se encontraba en América, pero yo diría que estuvo escondido porque según el Diccionario biográfico del socialismo español llegó a México procedente de Portugal en febrero de 1947.

Mayor éxito tuvieron las gestiones a la hora de localizar y detener a Félix Gila Esteban. Este sujeto había nacido en San Sebastián el 20 de noviembre de 1895. Debió vivir en La Coruña a principios de los años 30 siendo a la vez entrenador del Deportivo. Estuvo afiliado a la UGT, era suscriptor de Acción Socialista y también amigo de los de la Lejía. En 1935 residía con su familia en Sevilla viajando como representante de una empresa de productos farmacéuticos. Como este trabajo no le proporcionaba ingresos suficientes, en noviembre aceptó el puesto de entrenador y masajista del Avilés. Por aquellos días este equipo no debía pasar por su mejor etapa en lo económico, así que se vio en la obligación de rescindirle el contrato y en abril de 1936 se vino a buscar trabajo en el Deportivo de La Coruña, equipo para el que ya digo que había trabajado. Como no lo contrataron, se fue de La Coruña a los pocos días de producirse el atentado contra el general Bosch...

Según su versión del atentado en la declaración que rindió ante el juez militar, él se enteró de todo al día siguiente cuando fue al Sport y Fabián Alonso le contó lo ocurrido. Y lo ocurrido fue que Bébel García y Pena Vila subieron a la habitación en donde descansaba el general, contra el que Enrique Pena Vila hizo el disparo diciendo a la vez TOMA POR CABRÓN. Así las cosas se quedarían a la puerta del hotel France García, Fabián Alonso y Juan Martínez Fontenla. Negó su participación en la primera visita al Hotel de Francia cuando se fingió policía para consultar las entradas de viajeros, pero en el careo al que lo sometió el juez con Pena Vila, este último se mantuvo en que Gila participó en los preparativos del atentado haciéndose pasar por policía ante el sereno del hotel, reconociendo a la vez que los abandonó aprovechando el momento en que Fabián Alonso fue a su casa a buscar la pistola.

Según Félix Gila, en la noche del 17 al 18 de abril estaba en el bar Libory de la rúa Nueva cuando llegaron Pena Vila y Martínez Fontenla. Le preguntaron si conocía a dos señores que se encontraban en la barra y al parecer eran militares. Contestó que no los conocía. Salieron juntos paseando hacia el Cantón Grande y a la altura del café Galicia (hoy ocupado por la Fundación Barrié) saludaron al sereno recabando de él información para conocer si en el Hotel de Londres había militares forasteros, a lo que este respondió que estarían en el Hotel de Francia. Siguieron paseando y al llegar a este último, entraron sus acompañantes que preguntaron por los militares forasteros que buscaban. Dieron la vuelta y al llegar a la Rúa Nueva, Gila se fue al Libory en donde estuvo hasta el cierre y se encaminó al Marineda. Allí se encontró con Bébel y France García, Pena Vila y Martínez Fontenla. En este establecimiento uno de sus correligionarios llamaría al Juzgado Militar para saber si al día siguiente se celebraba algún consejo de guerra, marchándose todos salvo él que se quedó con el propietario hasta que también cerró el local. No obstante lo anterior, el propietario del Marineda aseguró al juez militar que en este grupo no se encontraba Félix Gila. Al salir del Marineda se fue a la farmacia Vigil, en la que estuvo hasta las 4 de la mañana en que se retiró acompañado del sereno de los Cantones.

El aspecto tal vez más llamativo de Félix Gila es que se subió al carro del Movimiento en Sevilla en fecha tan temprana como para que le expidiesen un volante personal el 1 de agosto de 1936 formando parte de las Fuerzas Cívicas al Servicio de España, prestando servicio de población hasta el 11 de agosto; de estas pasó a las Milicias Nacionales de la ciudad en cuanto se crearon, prestando servicios como fusilero en pueblos de Huelva y tomando parte en la liberación de Llerena (Badajoz). Pasó a Talavera de la Reina en donde quedó habilitado como sargento de Infantería; marchó con su columna hacia varios pueblos de Toledo hasta que se le concedió su pase a Sanidad Militar, participando con su batallón en las operaciones realizadas en el Frente de Madrid. De aquí fue destinado al Ejército del Sur, al Hospital Marroquí de Villafranca de los Barros (Badajoz); de ahí a la Compañía de Transmisiones del Ejército del Sur, incorporándose a continuación al Cuerpo de Ejército de Extremadura. Concluida la guerra obtuvo destino en Sevilla siendo desmovilizado en mayo de 1941 cuando ya era brigada. En ese mismo año se afilió a Falange y en Sevilla tanto esta organización como la Policía y Guardia Civil lo consideraban algo así como de derechas de toda la vida, cuando tal vez se le podría cantar aquella chufla que en La Coruña dedicaban a los que habían experimentado un cambio tan sorprendente:

Antes eras comunista
ahora eres requeté
e si da volta á tortilla
comunista outra vez.

Por último, con motivo de la reapertura de la causa, se recibió nueva declaración al general Bosch, que residía en el nº 7 de la plaza de Orense, y al preguntarle por los motivos del atentado respondió que los desconocía:

...sin embargo oyó decir que había corrido la especie de que se iba a poner al frente de un Movimiento Militar en contra del Régimen que imperaba en aquella fecha y de allí el motivo del atentado.

Lo que reforzaría la creencia de que en mi opinión el atentado contra el general Bosch está relacionado con un intento de parar el movimiento previsto por los militares para el 19 de abril, asesinando a quien lo podría encabezar en La Coruña. Si el asalto y robo de armas en la Audiencia fue patrocinado por el gobernador civil, no debe repugnar que en este atentado nos encontremos ante un caso de terrorismo de Estado y no una mera iniciativa particular de las JJ SS de La Coruña. Máxime cuando se conoce el ascendiente que tenían los de la Lejía con Pérez Carballo; o que France García y Martínez Fontenla le transmitiesen confidencias relacionadas con reuniones de militares o movimientos de tropas que el gobernador consideró tan fiables que las incluyó en la declaración que prestó por escrito cuando denunció el intento de cargárselo por parte de quienes se iban a levantar el 19 de abril de 1936. Lo veremos.



domingo, 17 de noviembre de 2013

El atentado socialista contra el general Bosch: la captura de Enrique Pena Vila

El 5 de agosto de 1942, un grupo de guardias civiles de la Brigadilla, denominada oficialmente entonces Brigada de Investigación, se dispuso de forma estratégica en la calle Cartuchos (cuyo nombre oficial era entonces como ahora Varela Silvari), logrando capturar sobre las diez de la noche a Enrique Pena Vila, acusado por Bébel García, su hermano France y Fabián Alonso de haber tomando parte en el atentado contra el general Bosch. Estaba al frente de este grupo el entonces cabo, Vicente Peralta López, secundado por los guardias Antonio Lamas Codesido, Manuel Blanco Blanco y Ramón Villanueva Seijas. Peralta, en contra de lo que se lee, no era andaluz, sino que según resulta de las notas que enlazo abajo, había nacido en Poyales del Hoyo (Ávila). Parece ser que le prendía un poco la lengua, y de ahí puede venir la confusión de considerarlo andaluz. Aunque esta captura nos pueda parecer hoy muy importante o emblemática, por lo que he podido saber no da la impresión de que él la destacase sino que tal vez su mayor éxito profesional se encontró en cierta operación realizada en el País Vasco, en la que haciéndose pasar por un título nobiliario español, logró impedir que los Jesuitas evadiesen de España una muy importante cantidad de divisas, o metales y piedras preciosas.

Enrique Pena Vila había nacido en La Coruña el 19 de junio de 1899. En 1930 se titulaba periodista, en los 40 dibujante, y consta también que fue árbitro de fútbol. Pertenecía al PSOE parece que desde julio o agosto del año 1931 habiendo desempeñado en el mismo el cargo de adjunto al comité electoral. Según su declaración ante el cabo Peralta, fue nombrado presidente de las JJ SS en 1933, siendo detenido en 1934 al iniciarse el movimiento revolucionario. Cesó en la presidencia en 1935 por exceder de la edad para integrar las JJ SS. Según el conocido cabo de la misma Brigadilla, Luis Expósito Castaño, Pena Vila fue quien instigó un atentado contra los hermanos Canalejo, tal vez el que se produjo en la plaza de María Pita. Con el fin de poder nombrar apoderados e interventores, se le proclamó candidato por el PSOE en las elecciones del 16 de febrero de 1936, estando en el colegio electoral de los Molinos (Monelos). En esas elecciones tuvo una discusión violenta, llegando incluso a las manos, con Manuel Lázaro Duque, propietario de la óptica Lázaro, que según es notorio aún existe, al oponerse a que la mujer del óptico ejerciese su derecho al voto. Como vemos, pese a lo que se dice, las bases izquierdistas seguían sin estar nada conformes conque votasen las mujeres porque consideraban que carecían de criterio propio y votaban lo que les dijese el marido o el confesor.

AL COMENZAR LA GUERRA: EN EIREA Y LA CASA DE LOS CASTELEIRO

Enrique Pena Vila participó con todo entusiasmo en los preparativos de la rebelión contra el Ejército. Ya el 20 de julio de 1936, al oír las sirenas de los barcos a media mañana llamando a desatar la revolución, estaba en cama, levantándose y acudiendo al Gobierno Civil. Allí vio como en un despacho del primer piso, ocupado entonces por la Diputación, guardias de Asalto entregaban escopetas, haciéndose con una. Más tarde subió al segundo piso, ocupado por el Gobierno Civil, en donde según dijo cambió la escopeta por un rifle que al parecer no usó por ser de calibre especial y carecer de municiones para el mismo... En el Gobierno Civil los de la Lejía lo instaron a que les acompañase y se fue con ellos a registrar el piso de los hermanos Armando y José Casteleiro Varela en la calle Real. Digo registrar porque los Casteleiro estaban tan perseguidos que llevaban cuatro o cinco días fuera de su casa con temor a una detención gubernativa, pero de estar en su casa es indudable que los habrían, cuando menos, "detenidos". En este registro buscaban armas y subieron los de la Lejía con otros, aunque parece que Pena Vila se quedó en la calle haciendo guardia. Al oír que aporreaban la puerta de los Casteleiro para echarla abajo, con el objetivo de minimizar daños, los propietarios del edificio ofrecieron a los asaltantes la posibilidad de que allanasen la morada subiendo por una escalera a través del patio de luces, y así entraron sin encontrar las armas que buscaban aunque ocasionaron algunos daños. Mientras Enrique Pena estaba en la calle se le acercó un tal Florencio Ordóñez acompañado de un vecino de la calle Real, Adolfo Miranda. Cuando este pasaba por el Obelisco un grupo lo acometió al grito de ¡A ESE QUE ES FASCISTA! Lo rodearon, lo intimidaron y le preguntaron si llevaba armas. Como iba con una pistola la entregó para evitar la agresión. Al poco se lo contó a Ordóñez, que conocía a Pena Vila y suponiéndolo jefe, se dirigió a él por si podía hacer algo para que devolviesen la pistola a Miranda. En aquel caos, Pena Vila les respondió que a saber donde estaba ya la pistola.

Enrique Pena regresó al Gobierno Civil con Bébel y se encontró allí a José María Eirís Carro. En compañía de este pasó a un despacho en donde se hallaba un desconocido, Pepín el de la Lejía y Jacinto Méndez Esporín @ Vigatá, anarquista de la FAI, de lo más extremista. Estando en la Prisión Provincial de La Coruña y al saber seguro que lo iban a pasear, Vigatá decía que envidiaba a los que tenían creencias religiosas porque se consolaban con más facilidad. Pidió al padre de quien me contó esto que le llevase un ejemplar del Fedón porque esperaba encontrar paz interior al releer ese diálogo sobre la inmortalidad del alma, como así lo hizo y leyó pocos días antes de ser paseado. El padre de este amigo, directivo de Germinal, fue de los que identificó el cadáver de Vigatá en Arteixo. Lo visitó la policía al comenzar la guerra diciéndole que tenían informes malos sobre él, pero también los tenían buenos; que se estuviese quieto y no hiciese ninguna tontería y seguiría gozando del beneficio de la duda. No se movió, la policía lo visitó una segunda vez durante la guerra, y no lo volvieron a molestar, ni lo multaron, ni le exigieron responsabilidades políticas, ni nada. Como a la inmensa mayor parte de la población, aunque ahora se quiera dar idea de lo contrario. Ya sé que esta digresión debía ir en nota, pero vuelvo al surco. Decía que pasaron Eirís y Pena Vila a un despacho en el que estaba un individuo que no se identifica, Vigatá y Pepín (al que por una suerte de invento, últimamente dan en llamar Pepiño, como al hijo de la Rivereña, y a ambos se les conocía por Pepín). Eirís se dirigió a Vigatá entregándole una orden; este a su vez se la dio a Pepín encargándole que se hiciesen con las armas de la Armería Eirea de San Andrés. Una vez asaltada la armería, Pena Vila volvió al Gobierno Civil y al ser cañoneado el edificio huyó con otros refugiándose él en casa de su madre y de su madrina, saliendo por las noches a esconderse en las inmediaciones de la Dársena y otros lugares. Según sus declaraciones no salió de La Coruña y se refugió en estas dos casas. A saber.

VERSIONES DEL ATENTADO

Por lo que se refiere al atentado contra el general Bosch, en la causa aparecen dos versiones de Enrique Pena Vila: la que ofreció ante el cabo Peralta, que no tendría nada de particular que se obtuviese empleando los mismos procedimientos que se usaban con la república y antes de esta, ablandándolo a base de sopapos, o el que aún se usa en Guantánamo bajo la denominación de inmersión simulada, y que durante la república algún detenido en el cuartel de la Guardia Civil de La Coruña identificaba como haberle metido la cabeza en el pilón, lo que no significa que estos métodos condujesen a una versión necesariamente inveraz, según pone de manifiesto su uso actual por la primera potencia del mundo; y otra versión se encuentra en la declaración que prestó ante el juez militar.

Ante el cabo Peralta, Pena Vila manifestó que en la noche del 17 al 18 de abril de 1936 se encontraba con Félix Gila Esteban en el café Libory de la Rúa Nueva y al poco se presentaron Bébel y Juan Martínez Fontenla. Al parecer Gila se dirigió a la barra y oyó decir a un comandante de Artillería de Ferrol que al día siguiente tenía que asistir a una reunión de militares. En vista de esto, Gila comentó que había que saber quienes eran los militares, y a tal fin se dirigieron al Hotel de Francia en donde se hizo pasar por policía y revisó las entradas de viajeros, comprobando que se había alojado el general Bosch. A continuación se fueron al café Marineda (ahora esta el Vecchio), en donde se encontraron con France García y Fabián Alonso. En la conversación que sostuvieron el mismo Félix Gila criticó al general Bosch por la represión que había ejercido en Asturias. En vista de lo anterior Bébel o France acordaron cortarle las barbas al general, aunque Pena Vila y Martínez Fontenla se negaron en un principio, pero tras un tira y afloja, accedieron. Al salir del Marineda, Félix Gila desapareció y Fabián Alonso se separó del grupo volviendo al poco rato, y al pasar por delante de la farmacia de Vigil, este último y France entraron adquiriendo una barrita de nitrato de plata. Una vez en el hotel, Martínez Fontenla se quedó en la puerta y Fabián Alonso entregó su pistola a Pena Vila, con la que este exigió del sereno que los condujese a la habitación del general Bosch. Al abrir la puerta de la habitación en donde descansaba el general se le disparó la pistola y salieron todos huyendo.

Ante el juez dio una versión algo diferente. Dijo que en la madrugada del 18 de abril de 1936 llegó al Libory acompañado de Félix Gila, en donde se encontró con Bébel o France García, acompañado de Juan Martínez Fontenla, acercándose Gila al mostrador. Al volver a la mesa les señaló a un sujeto de paisano, que al parecer era comandante en Ferrol y que según le había oído decir, al día siguiente tenía que asistir a una reunión de militares fascistas. Salió el grupo del Libory y se  paró en el Marineda en donde se encontraron a Bébel o France acompañado de Fabián Alonso. Al abandonar el local y pasar frente al Hotel de Francia, Gila entró fingiéndose policía, vio las entradas de viajeros comprobando que entre ellos se encontraba el general Bosch. Salieron y Gila propuso cortarle las barbas al militar, oponiéndose Martínez Fontenla y el mismo Pena Vila. No obstante lo anterior, decidieron hacer lo propuesto. Fabián Alonso fue a buscar una pistola a su casa, oportunidad que aprovechó Gila para desaparecer sin decirles nada. Al volver el del Sport se fueron al hotel subiendo a la habitación del general, Bébel, France, Fabián y Pena Vila, quedándose en la entrada Martínez Fontenla. Al abrir la puerta, a Fabián se le disparó la pistola y salieron todos huyendo.

En mi opinión, este atentado hay que enmarcarlo en las noticias que recibían en el Gobierno Civil sobre el golpe que iban a dar los militares el 19 de abril, sospechando que a la cabeza de la sublevación se iba a poner el general Bosch, y quisieron liquidarlo. Algo así se pudo realizar por propia iniciativa de los socialistas que participaron en el atentado, aunque parece más razonable que contasen con la aprobación de otros, pongamos por caso directivos socialistas, o el comité del Frente Popular que manejaba la política provincial desde el Gobierno Civil a cuyo frente estaba Francisco Pérez Carballo; contra el que a su vez el guardia civil ordenanza a su servicio pudo recibir de su capitán, José Rañal Lorenzo, la orden de cargárselo en cuanto las fuerzas del Instituto accediesen al Gobierno Civil durante el golpe, orden que tal vez se moderó en el mismo momento de haberse dado por sugerencia del teniente José Aranguren Ponte, y se quedó en sólo encañonarlo. Lo iremos viendo y justificando con papeles.




domingo, 10 de noviembre de 2013

El atentado socialista contra el general Bosch: detención, juicio y ejecución de Fabián Alonso González

Fabián Alonso González nació en La Coruña el 7 de enero de 1914 y falleció en la misma ciudad, tras sentencia dictada por unanimidad en consejo de guerra que lo condenó a muerte, a las siete horas del día 22 de febrero de 1937. Contaba, pues, 23 años. Perito mercantil, debió estudiar en la Escuela de Comercio de su ciudad natal aunque no ejercía, encontrándose al frente de ese local que aparece en la imagen, hoy número 3 de la Rúa Alta, y en 1936, número 1, ocupado por el bar Sport. Se trataba del establecimiento de su padre, que por su inmediatez a la Casa del Pueblo de la Federación Local Obrera, en donde además de los diversos sindicatos, quiero recordar que también tenía su sede el PSOE, era un local en el que había frecuentes reuniones de extremistas. Tanto por los estudios que realizó, por ser hijo maragato, siempre trabajadores e industriosos, como por ser inhumado en un nicho y no en tierra, no parece que perteneciese a una familia de las más desfavorecidas de aquella época. Lamela (p. 140), sin citar la fuente de la que se informa, lo hace comunista, y en las notas que veréis más abajo consta por sus declaraciones e informes policiales que estaba afiliado a la Agrupación Socialista siendo un miembro destacado de las JJ SS. Bien es verdad que a la altura de 1936 las diferencias entre un comunista y un joven socialista eran escasas, como cualquiera puede constatar si lee su órgano, Renovación, en donde bebían los vientos por un régimen soviético; similitud entre comunistas y jóvenes socialistas que se evidencia asimismo en el hecho de que al comenzar la guerra, las JJ SS ingresasen en masa en el PCE, caso del finado Sr. marqués de Paracuellos y tantos otros, pero esta similitud no significa que Fabián Alonso militase en las filas del comunismo.

DETENCIÓN

Con ocasión de ser detenidos en Corvite (Guitiriz) los de la Lejía y subsiguiente atestado que instruyó el popular sargento de la Guardia Civil, Manuel Santos Otero, preguntó este a France García García qué sabía del atentado cometido contra el general Bosch. Manifestó que nada le constaba aunque había oído decir que se culpaba a su hermano Bébel y a Enrique Pena Vila. Hecha la misma pregunta a Bébel, indicó que el día que se produjo el atentado se encontraba en su domicilio cuando fue requerido por Pena Vila y Fabián Alonso para consumar el asesinato, aunque se lo ocultaron hasta llegar al Cantón, en donde compraron una barrita de nitrato de plata, según le dijeron, para pintarle las letras UHP al general, en la cara u otra parte de su cuerpo. Ya en el Hotel de Francia, subieron a disparar al general Enrique Pena Vila y Fabián Alonso González. En declaración que rindieron Bébel y France ante el juez militar que instruyó su causa, que lo era el capitán de Infantería Ignacio Olavide Torres, se desdijeron de lo manifestado ante la Guardia Civil, señalando que lo habían dicho por temor a que los maltratasen. Como quiera que las personas y hechos que citaron en su declaración ante la Guardia Civil como integrantes del comité que organizó en el Gobierno Civil la rebeldía contra los militares alzados, coinciden en líneas generales con los que señala el concejal huido, Martín Ferreiro Álvalrez; como además en la declaración de Bébel ante el sargento Santos aparece tachada la palabra batiéndose (que estuvo batiéndose en unas barricadas) por habérselo exigido, y el sargento accedió, según consta del careo al que sometió a ambos el capitán Olavide, no parece probable que Bébel fuese ablandado para obtener su declaración; y si nombró a Fabián Alonso y dio otros nombres fue porque quiso, tal vez con temor a que le sacasen el polvo de la ropa, lo que no significa que se hiciese.

Como consecuencia de la declaración de Bébel García, la Guardia Civil practicó un registro en la vivienda de Fabián Alonso González, aunque no lo encontró. Al saber que se le buscaba, se presentó en el cuartel de la Guardia Civil entregando la pistola que usaba, y quedó detenido. De nuevo el sargento Santos instruyó un atestado en el que Fabián Alonso declaró que una noche al cerrar el bar se encontró en el Cantón Grande con Bébel García y Pena Vila, quienes le propusieron ir a pintarle unas letras en la cara al general Bosch. A tal fin, sus compañeros le pidieron una peseta con la que el propio Fabián compró una barrita de nitrato de plata en la farmacia de Vigil, y se dirigieron al hotel. Ya allí, manifestó que Bébel se quedó en la puerta mientras él subió con Pena Vila, que fue quien disparó sobre el general Bosch, disparo que se hizo precisamente con la pistola de su propiedad.

En otro orden de cosas, y por lo que se refiere a su actuación en lo que atañe a la rebelión contra los militares dirigida por el gobernador civil, dijo al mismo sargento Santos que la noche del sábado 18 de julio, tras haber tocado las sirenas de los barcos, fue al Gobierno Civil al salir de trabajar en el bar, habiendo hablado con Bébel y otros que el pueblo tenía que prepararse para salir a la calle porque se tramaba un movimiento militar. Ya de día, se retiró a su domicilio, volviendo al Gobierno Civil durante la noche del domingo, y allí estuvo hasta el amanecer del lunes. Como se acostó tan tarde permaneció en cama el lunes hasta las cuatro de la tarde, habiendo oído los disparos en las calles desde las dos, sin que saliese ni hiciese nada.... Algo o mucho de inverosímil tiene para mí que un individuo que usaba pistola, que participa en el atentado contra el general Bosch, que acude durante dos noches seguidas al Gobierno Civil, preocupado por el movimiento militar en ciernes, cuando estalla, resulta que se queda en cama y no hace nada.

JUICIO

Tras el atestado del sargento Santos, se hizo cargo de la instrucción el juez militar permanente de La Coruña, comandante de Infantería Carlos Mauriz Barcia, ejerciendo al principio como secretario el mencionado capitán Olavide. El juez Mauriz oyó a Fabián Alonso, quien se desdijo de forma parcial de sus manifestaciones hechas ante la Guardia Civil, que hizo según manifestó en un estado de nerviosismo al verse por primera vez detenido en un cuartel de la Guardia Civil. En su declaración ante el juez indicó que Bébel le pidió dinero, que se lo dio, no sabiendo a donde fue, pero que les dio alcance a la altura del Banco Pastor en donde además le pidió la pistola. Ya en el Hotel, subirían a cometer el atentado Bébel y France --que cuando realizó esta declaración ya no se encontraban en el mundo de los vivos, pudiendo acusarlos de lo que fuere, que ni se podían defender, ni exigirles responsabilidad por el hecho-- quedando a la puerta el mismo Fabián Alonso y Pena Vila --este último aún no detenido y al que con inteligencia podría estar protegiendo de la responsabilidad en la que pudo incurrir. Por lo que se refiere a su actuación durante los días en los que se fraguó y estalló la rebelión en La Coruña, dijo al juez militar que en realidad él sólo fue al Gobierno Civil dos o tres veces y por la mañana, porque estaba gestionando un permiso para que le dejasen abrir el bar de su padre hasta más tarde... También indicó que acudió a sus inmediaciones las noches del 18 y 19 de julio, pero anduvo solo por las calles, sin entrar en el edificio, viendo a Bébel y a Pena Vila, pero no habló con ellos y sólo los saludo... Como la noche del domingo se acostó al amanecer, estuvo en cama hasta las cuatro de la tarde del lunes, hora en la que oyó los disparos y no salió de casa ni hizo nada... En mi opinión, inverosímil.

TESTIMONIO DEL ORDENANZA DEL JUZGADO MILITAR

Durante el proceso de instrucción se tomó declaración al ordenanza del juzgado militar quien declaró que poseía unas notas según las cuales sobre las 4 de mañana del 19 de abril recibió una llamada de alguien que se identificó como funcionario de la Comisaría. Este le preguntó si al día siguiente se celebraba consejo de guerra, y si era de oficiales generales; que se apurase a facilitar la información porque era para un informe que pedía el Gobierno con urgencia. El soldado ordenanza se llamaba Antonio Pérez Álvarez, y comunicó a su interlocutor que él no podía consultar documentación, pero preguntaría al oficial de guardia por si sabía algo. Cuando pidió a quien le llamaba que le dejase el número de teléfono, este repuso que no era preciso, que fuese a ver al oficial sin colgar el teléfono. Al soldado le sorprendió esta respuesta e insistió en saber desde qué teléfono se le llamaba, pues tenía que colgar para comunicar con el oficial de guardia. Se avino el interlocutor a facilitarle su teléfono, que era el 2636. Tras hacer las gestiones con el oficial de guardia, resultó que este no sabía nada. Llamó el soldado al número que le habían facilitado y comunicó al supuesto funcionario policial que el oficial de guardia no sabía nada y no podía complacerle. El supuesto policía lo amenazó con una sanción al no facilitar la información requerida. Como al ordenanza le sorprendió la dificultad que tuvo para obtener el número desde donde le llamaban, consultó el listín de uso en el juzgado, comprobando que el 2636 no se correspondía con el número de comisaría; llamó a esta y allí nadie se había comunicado con el juzgado. El chico tuvo intención de proporcionar estos datos en abril, cuando comenzaba a instruirse la causa, pero le facilitaron un permiso, se fue a su pueblo, a Sober en Lugo, y cuando volvió se encontró conque se había producido el sobreseimiento de las actuaciones. Tras esta declaración del soldado se preguntó a la Telefónica quien era el titular del número 2636 y resultó que el 19 de abril y en agosto de 1936 estaba asignado al bar Sport.

Me gustaría destacar que el atentado contra el general Bosch se desarrolló en las primeras horas del 18 de abril, no del 19. Este último día fue cuando se produjo el pronunciamiento fallido, de los generales católicos, centrífugo, o como se quiera llamar, con salida de las tropas de la Guardia Civil a las calles de La Coruña por unas breves horas. La comunicación telefónica se da en el sumario como producida el mismo día del atentado. Pudo haber una confusión al escribir en la declaración del ordenanza un 19 cuando se quería anotar 18, o pudo producirse un día más tarde y estar relacionada con el primer alzamiento. También cabe la posibilidad de pensar en una declaración fraudulenta, en una fábula, pero yo no lo creo porque habiéndose declarado Fabián Alonso copartícipe del atentado, tanto en su declaración ante la Guardia Civil como ante juzgado --algo que no desmintió su defensor ante el consejo de guerra-- el posible fraude no serviría para achacarle una responsabilidad distinta de la que había confesado.

TESTIMONIO DEL POLICÍA FERNANDO FREIRE GAGO

Durante el proceso de instrucción también depuso el agente de Vigilancia, Fernando Freire Gago, quien manifestó que al salir de servicio en el Gobierno Civil, la noche en que se produjo el atentado contra el general Bosch, se encontró charlando en la esquina de la calle Real a France García, Enrique Pena Vila, Juan Martínez Fontenla y Félix Gila Esteban, todos socialistas. El policía anduvo calle Real abajo hasta el café Marineda, en donde hoy está el Vecchio, y al poco de estar allí entraron France y Martínez Fontenla, que se dirigieron al teléfono manteniendo una conversación corta. Al día siguiente se enteró del atentado y por la descripción del sereno del hotel pensó en los anteriores, pero no tomó iniciativa alguna en vista, según dijo, de que las circunstancias políticas no lo aconsejaban, toda vez que las autoridades civiles no demostraban interés alguno en su conocimiento. Es posible que el policía fuese testigo de los hechos que relató al juzgado militar porque como veremos acierta de pleno en cuanto a los autores, pero también entra dentro de lo posible que recibiese confidencias del hosteleros, de algún sereno, o de personas en general que no estaban dispuestas a reconocer en una declaración judicial o ante un consejo de guerra lo que habían visto, por las consecuencias que traería a los denunciados y sobre todo las posibles represalias y malos gestos a los que podrían estar sometidos. Esto por no considerar la posibilidad de una delación por parte de alguno de los participantes en el atentado, que a cambio la confidencia se le pudo dejar huir, que casos como este también se pueden documentar.

EJECUCIÓN

Elevadas las actuaciones a plenario, se designó defensor del procesado al capitán de Infantería Juan Liñares Lamela, que hizo lo que pudo en aquellas circunstancias. Como la casa en la que estaba el Sport era propiedad de la familia Gila Lamela, apunto la posibilidad de que el capitán Liñares Lamela tuviese algún parentesco con esta familia. Redactó las conclusiones definitivas de la Fiscalía Jurídico Militar el teniente auditor de primera, Joaquín Otero Goyanes, hombre de un monarquismo acendrado, no menos que sus convicciones religiosas, quien vio en los varios delitos de que se acusaba a Fabián Alonso distintas facetas de una sola personalidad rebelde por la que se le debía exigir la correspondiente responsabilidad. Como poseía unos antecedentes revolucionarios, solicitó del tribunal que le apreciase la agravante de perversidad. El consejo de guerra se celebró al fin en el salón de actos del cuartel de Atocha el 29 de enero de 1937, leyendo estas conclusiones de la fiscalía el alférez honorario del Cuerpo Jurídico Militar, Manuel María Puga Ramón, que pidió, en nombre de la Ley, la pena de muerte para el procesado como autor responsable de un delito de rebelión con agravante de perversidad. El consejo aceptó el criterio fiscal y sin votos discrepantes pronunció la sentencia. Ejerció como vocal ponente el capitán honorífico del mismo Cuerpo, Ramón Rivero de Aguilar.

Reunido el consejo para deliberar, acordaron por unanimidad, como digo, imponer la pena de muerte al procesado. Aprobada la sentencia por el general jefe de la División previo dictamen del auditor que así lo aconsejó, se suspendió la ejecución hasta tanto no se recibiese de Burgos el enterado de la Junta de Defensa Nacional, o la conmutación. La Junta se enteró de la pena impuesta. A las cuatro de la mañana del 22 de febrero el juez Mauriz asistido de su secretario se trasladó a la Prisión Provincial, en donde este notificó al condenado la sentencia, decreto de aprobación y dictamen del auditor. Acto seguido el reo fue trasladado al lugar habilitado en la prisión para capilla haciéndole presente el juez que podía pedir los auxilios que precisase. Estuvo en capilla hasta las siete de la mañana en que fue trasladado a las inmediaciones del polvorín de Dormideras (Campo de la Rata), en donde, una vez hecha la descarga, el médico Carlos Miranda y González del Valle, certificó la defunción.

Si Fabián Alonso no fuese delatado por Bébel; si no se hubiese presentado con tanta diligencia en el cuartel de la Guardia Civil en los primeros días del conflicto, con las pasiones desatadas como estaban, con lo impensable que resulta considerar que en ese contexto se templasen gaitas con terroristas, máxime con las noticias relacionadas con crímenes y desmanes de todo tipo cometidos por correligionarios de Fabián Alonso que se recibían en zona nacional, es seguro que no hubiese sido ejecutado, entrando como entraba en los grupos marcados por el decreto de 25 de enero de 1940 en lo que a conmutación de penas se refiere. No digo que no le hubiesen exigido responsabilidad por su participación en el atentado contra general Bosch, pero esta conllevaría una pena de prisión y no la capital, como ocurrió en los casos de Enrique Pena Vila y Félix Gila pese a que al primero se le condenó a muerte, pena que como veremos se le conmutó, incluso pese a haber sido acusado de ser el autor material del disparo contra el general Bosch.

Mis notas.


domingo, 3 de noviembre de 2013

El atentado socialista contra el general Bosch: lo que se supo antes de comenzar la guerra

Ya me ocupé del atentado cometido por las Juventudes Socialistas de La Coruña contra el general de la XVI Brigada de Infantería, de guarnición en León, Carlos Bosch y Bosch. Como la causa se extiende a lo largo de 361 folios no me atreví a transcribirla, pero como veo que a juzgar por el volumen de lecturas interesa y mucho, voy a hacerlo. Iremos viendo este atentado por partes: lo que se supo antes de iniciarse el Movimiento; la detención de Fabián Alonso González, su proceso y ejecución; la reapertura de la causa al haberse capturado a Enrique Pena Vila y posteriormente a Félix Gila Esteban, su procesamiento y condena.

***

Ese edificio que veis a la derecha de la imagen se encontraba en la confluencia del Cantón Pequeño con Juana de Vega y Alameda. Era el viejo Gran Hotel de Francia, conocido simplemente como el Hotel de Francia. Allí ocurrió un hecho que, o bien es silenciado por los señores de la memoria histórica, o se refieren a él como a un presunto atentado contra el general Bosch ¿Presunto, presunto...? ¡Y un jamón!

La prensa local --La Voz de Galicia y El Ideal Gallego-- no dio cuenta del hecho sin duda por impedirlo la censura republicana, pero coló en el ABC de Sevilla.

LOS HECHOS

En la tarde del 17 de abril de 1936 llegó a La Coruña el general Carlos Bosch y Bosch, jefe de la XVI Brigada de Infantería con sede en León. Venía a presidir un consejo de guerra de oficiales generales que se celebraba al día siguiente en la sala de vistas del Juzgado Militar Permanente de la División, instalado entonces en el ala Norte del Cuartel de Atocha. La causa nada tenía que ver con lo político o social, sino que afectaba a una falta cometida por un oficial contra el honor militar.

El general Carlos Bosch y Bosch parece por sus declaraciones un tipo bonachón, detallista, algo sordo tal vez, dotado de una fina ironía que revela una inteligencia despierta y franca. En cuanto llegó al hotel dijo que a la mañana vendría a despertarlo su ordenanza, y que lo dejasen pasar. A eso de las seis de la madrugada del día 18 de abril de 1936 lo despertaron repetidos golpes en su puerta. Creyendo que era su ordenanza se levantó para descorrer la clavija y al haber dormido sin pijama, se volvió rápidamente a su cama y desde ella exclamó: ¡pasa hombre! Lo repitió, y en ese momento vio como se abría la puerta y se introducía por la misma un brazo empuñando una pistola con la que se hizo un disparo. La habitación del general contaba con dos camas. En la más alejada de la puerta descansaba él, y en la más próxima estaba tendido su abrigo de paisano que por fortuna debió confundir al pistolero y fue sobre el que dispararon, encontrándose posteriormente el abrigo junto con la ropa de cama y colchón con el orificio correspondiente, quedando la bala alojada en la parte inferior izquierda de este último. Los pistoleros salieron corriendo. El general declaró que el disparo casi no hizo ruido lo que le llevó a sospechar en un arma de fogueo ¿No sería algo sordo? Una señora que ocupaba una habitación inmediata gritó al oír el disparo: ¡un tiro, un tiro! 

LA VERSIÓN DEL SERENO DEL HOTEL

Antonio Villaverde del Río, de 61 años, era sereno de noche del Hotel Francia. Había trabajado en los Almacenes Pulpeiro hasta su quiebra sin que estuviese sindicado o militase en partido alguno. De hecho, en su entorno le habían oído decir que estaba disgustado con la victoria del Frente Popular porque al no estar sindicado ni tener relación con partidos de izquierda, suponía que no podría obtener trabajo. Quiero decir con lo anterior que parece una persona de derechas. El sereno relató al Juzgado Militar y al del Distrito de la Audiencia, que sobre las cuatro de la mañana se presentaron cuatro individuos, que se fingieron inspectores de Policía, y en tono imperativo le exigieron el libro-registro de entrada de viajeros. Al no haberlo actualizado con los últimos huéspedes, les enseñó las papeletas que cubrían estos y que a la mañana siguiente se enviarían a Comisaría. Los falsos policías lo amonestaron por no haber cumplimentado el registro, advirtiéndole que seguramente le costaría una sanción al hotel, y se volvieron por donde habían venido.

Sobre las seis de la mañana, volvieron tres de los anteriores y empuñando pistolas exigieron que los llevase a la habitación en donde se alojaba el general Bosch. Uno se quedó en el vestíbulo y los dos restantes, sin dejar de empuñar las pistolas, se colocaron uno delante del sereno y otro tras este. Llegados a la habitación, le dijeron al del hotel que llamase, y al responder por segunda vez el general ¡pasa hombre! uno de ellos abrió la puerta y disparó. Los siguió en la huida, pero uno se dio la vuelta y al apuntarlo, desistió. El general Bosch parece que se tomó con cierto humor el atentado, y según escribiría más tarde, llamó al sereno y le vituperé la impropia ocurrencia de despertar a tiros a los huéspedes XD

LA CAUSA

Al tratarse de un delito militar, cometido contra una autoridad militar, la Auditoría de Guerra de la VIII División Orgánica solicito al Juzgado de Instrucción del Distrito de la Audiencia que se inhibiese de seguir conociendo del asunto, cosa a la que accedió este, como se comprueba en estas notas. Siguió la instrucción por parte del Juzgado Militar Permanente de la División que concluidas las investigaciones sin haber identificado a ninguno de los autores, elevó el expediente al auditor, que acabo sobreseyendo provisionalmente la causa el 20 de mayo de 1936.

Mis notas (folios 1 a 46 vuelto de la causa militar).


domingo, 27 de octubre de 2013

Agresión de socialistas a un falangista: ¡Arriba! y ¡abajo!

Con ocasión del mitin que celebró la JAP en el teatro Rosalía de Castro, que según ya vimos, se celebró el domingo 12 de enero de 1936, el conserje de Falange y vendedor del semanario ¡Arriba! se acercó a las inmediaciones del teatro para pregonarlo y venderlo. Esto dio pie a que se produjese una agresión que da idea tanto del sectarismo de las Juventudes Socialistas, como de la politización de la guardia de Asalto.

El vendedor se llamaba Avelino Méndez Núñez, tenía 22 años, y se debió situar en las inmediaciones de la Casa de Agar (nº 1 de la calle Real) por donde también se encontraba un grupo de maleantes informativos de las JJ SS. Cuando Avelino voceaba ¡ARRIBA! los socialistas levantaban el puño y gritaban ¡ABAJO! Se debieron cruzar insultos y dos de los socialistas se acercaron al vendedor propinándole unas bofetadas de las que se defendió. Se acercaron también dos sargentos del Ejército que los separaron. No conformes los de izquierdas volvieron a echarse sobre el vendedor, interviniendo un cabo de Asalto que deshizo el lío. Llegó entonces el capitán, también de Asalto, Manuel Patiño Porto --paseado en Sevilla al comienzo de la guerra-- que trató de hacer mover al muchacho, pero ante la indicación de los izquierdistas de que lo cachease, lo pasaron al portal de la Casa de Agar en donde se le registró y demostró que estaba autorizado por el Gobierno Civil para vocear y vender el ¡Arriba! Al salir del portal, el capitán Patiño le indicó que se marchase de allí; como parece que no se fue, el teniente Moinelo, también de Asalto, le pegó un porrazo. Esto dio pie a que los socialistas se envalentonasen y al grito de ¡HAY QUE MATARLOS! acorralasen al vendedor que fue arrollado hacia ese local de la imagen que ocupaba entonces El Capricho, un bazar en el que era común comprar regalos de boda y vajillas, loza, porcelana, objetos de cristal de Bohemia, etc. En la refriega que se produjo parece que Avelino empujó a uno de los socialistas, Constantino Abelenda Catoira, contra el escaparate, resultando rota una luna curva, otra recta, y objetos expuestos ocasionándose daños por valor de algo más de dos mil pesetas. Constantino huyó pero Avelino fue tras él y le dio alcance. Denunciados los dos contendientes, fueron procesados aunque se beneficiaron de la amnistía que promulgó el Frente Popular en cuanto llegó al poder.

En mi opinión, Avelino no estaba solo. En el sumario deponen varios falangistas, algunos tan conocidos como Diego Salas Pombo, que tenía 17 añitos; Antonio Naya Veira, que contaba 17; Francisco Fernández Fernández, también de 17; Raúl Boo Franco, de 33; Antonio Roldán Martínez, de 22 años; Antonio Martínez Almoyna, de 19; Antonio Canalejo Castells, de 30; José Luis Mariño Cea, con sólo 16 años; o José María Velasco Calvo, conocido por Chemari o Chemaría, de 19 años. Todos vienen a decir que pasaban por allí. Yo creo que en absoluto pasaban por allí. En mi opinión estaban protegiendo al vendedor de ¡Arriba! de la acometividad de los socialistas, que en lo que se conocía como lucha por la calle, no estaban dispuestos a que en los lugares de tránsito público se oyese otra voz distinta a la suya.

La Voz de Galicia correspondiente al martes 14 de enero de 1936, en su línea de restar importancia a cualquier desorden público, dio cuenta de lo ocurrido en la noticia que dedicó al mitin de la JAP:

A la salida se produjeron diversas colisiones y algún revuelo, aunque sin mayor importancia, por fortuna.

El hecho de pregonarse simultáneamente "El Socialista" y el órgano fascista "Arriba" determinó uno de los choques, siendo maltratado el segundo de los vendedores, Avelino Méndez.

Varios jóvenes, estudiantes o no, que la cosa no está muy clara, riñeron y forcejearon también a la entrada de la calle Real. En el belén que se produjo fueron a chocar contra uno de los amplios escaparates de "El Capricho", rompiéndose una de las lunas y una preciosa vajilla de porcelana. Un accidente puramente fortuito.

Acudieron los Guardias y la calma renació pronto, prosiguiendo en paz el paseo por la céntrica vía.

Por suerte todo lo roto estaba asegurado.

En la calle de Bailén, en la contigua de San Nicolás y aún en el Campo de la Leña, hubo todavía algunas peleas individuales entre jóvenes elementos de distintos bandos. Pero también atajó los incidentes una oportuna y sensata intervención.

Ayer al atardecer hubo nuevas bofetadas en el Cantón; pero sin consecuencias.

El Ideal Gallego da su versión sobre lo ocurrido, también en su número de 14 de enero de 1936:

Resulta rota una luna de un comercio de la calle Real

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En un incidente provocado por los socialistas

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Un grupo de individuos de filiación socialista, trataron de impedir ayer al mediodía al conserje del centro de Falange Española, Avelino Méndez Núñez, que vendiese al público, en la calle Real, el semanario "Arriba", pertenecientes al movimiento de las J. O. N. S.

El conserje hizo caso omiso a las advertencias de sus provocadores, y continuó en el desempeño de su misión, surgiendo un pequeño incidente.

Intervino entonces un oficial de Asalto y registró al vendedor de "Arriba", al propio tiempo que le exigía la oportuna autorización para la venta del semanario.

Esta fué presentada, y, acto seguido, el oficial maltrató al citado conserje.

Los alborotadores se envalentonaron y acorralaron contra un escaparate de la calle Real, al Avelino, con intención de agredirle.

Mas el vendedor esquivó con astucia los golpes de sus contrincantes, yéndose la avalancha de los agresores contra el escaparate. Cayó éste hecho añicos, y realizada la hazaña se dieron a la fuga los que iniciaron la agresión. Entonces, fue Méndez Núñez nuevamente maltratado por otro oficial de Asalto.

Inmediatamente el conserje de Falange Española fue en persecución de los que huían, y pudo alcanzar a uno de ellos, al que detuvo y pudo entregar a los guardias de Seguridad. El detenido parece ser que es uno de los principales promotores del incidente, y uno de los autores materiales de la rotura de la luna.

Los guardias también detuvieron al vendedor de "Arriba" y a un transeúnte que estaba comprando dicho semanario, y que no había tenido nada que ver con el suceso.

Los tres pasaron ayer mañana a la presencia del juez de instrucción de guardia, y después de prestar declaración fueron puestos en libertad.

Avelino Méndez Núñez debió ser una persona muy popular, querida en La Coruña, y por los falangistas en particular. En 1943 se impuso la medalla de la Vieja Guardia a aquellos falangistas que lo eran antes de la guerra, y por lo tanto habían sufrido persecuciones durante la república, siendo encarcelados con el Frente Popular en el poder. Del afecto que le tenían puede dar idea el hecho de que al llegar el turno de imponer la medalla a Avelino la concurrencia prorrumpió en una ovación prolonga. Lo cuenta la Hoja Oficial del Lunes correspondiente al 18 de enero de 1943:

Al ser colocado el emblema en el pecho de los camaradas, los presentes les tributaron cariñosos aplausos, que se traducen en una gran ovación, prolongada largo rato, cuando es llamado Avelino Méndez Núñez. Se trata de un camarada muy perseguido y maltratado por los marxistas en tiempos del Frente Popular. Se distinguió e hizo popular en La Coruña por su valentía al vocear el periódico "Arriba". El camarada Méndez Núñez fue combatiente en nuestra guerra de liberación, y hace unos meses ha regresado de Rusia, donde ha combatido en las filas de la gloriosa División Azul.

Si algo parece que caracterizaba a Avelino yo diría que era ser un chico valiente. Él fue quien repelió y evitó el asalto al local de Falange que intentaron socialistas y comunistas a los pocos días. Este local era muy humilde. De su pobreza puede dar idea la descripción de Moure Mariño (Galicia en la Guerra, p. 203):

Estaba situado en la calle de la Barrera 28, 2º; a la única habitación con que contaba, daban acceso unas escaleras empinadas y obscuras; la luz era escasa en el cuarto, y, tan bajos los techos, que casi podían ser alcanzados con la mano. Unos toscos bancos de madera, una mesa y una silla, componían la totalidad del mobiliario del primer centro coruñés de Falange. En medio del local, sobre la bandera rojinegra falangista, podía verse un retrato de José Antonio con el yugo y las flechas. Las paredes estaban extrañamente decoradas: había un zócalo en el que se cruzaban ángulos blancos y negros, y, en las partes más elevadas, dibujos de calaveras, inscripciones de "¡Arriba España!" y flechas y yugos que aparecían por todas partes.

Como digo, fue Avelino quien impidió a los pocos días el asalto a este local por parte de socialistas y comunistas. Esto dio pie a que se produjera una nueva colisión en la que sé por tradición oral familiar que los de la Lejía agredieron a tiros a los hermanos Canalejo y a Avelino. Lo cuenta El Ideal Gallego correspondiente al 21 de enero de 1936:

Socialistas y comunistas intentaron asaltar anteayer el local de F.E. de las J.O.N.S.

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Poco después agredieron a pedradas y a tiros a los hermanos Canalejo y al conserje de la Falange

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Un grupo numeroso de socialistas y comunistas, intentó asaltar anteayer al mediodía, el local social de Falange Española de las Jons, sito en la calle de la Barrera, 28, segundo.

Un afiliado a Falange, que estaba dentro del local, evitó valientemente el asalto y después salió a dar cuenta del suceso al jefe de la organización señor Canalejo Castells (don Juan).

El señor Canalejo, que estaba en su casa, salió acompañado de su hermano don Antonio con intención de dirigirse al local, y cuando pasaban por la calle del Orzán, en la confluencia de esta vía y la del Sol, fueron agredidos por el mismo grupo que intentó asaltar el local de la Falange.

Para repeler la agresión, que los socialistas hacían con piedras y armas cortas de fuego, don Juan Canalejo se vio obligado a hacer uso de la pistola, defendiéndose a sí mismo, a su hermano y al conserje del local, que iba con ellos.

Cuando el señor Canalejo contestó a los dos disparos que se le han hecho huyeron socialistas y comunistas en distintas direcciones, apareciendo momentos después, cuando intervenían tres guardias para detener a los que con decisión repelieron la salvaje agresión que se le hacía.

Estos hechos ya tenían su precedente cuando el domingo por la mañana paseaban tranquilamente los señores Canalejo por la calle Real y Cantones.

A dicha hora se les hizo objeto constante de insultos y amenazas por socialistas y comunistas, insultos y amenazas que desdeñaron los hermanos Canalejo evitando con prudencia un incidente que pudo tener fatales consecuencias.

Del valor de Méndez Núñez me contaron una anécdota. En la posguerra unos niños estaban con él y otros adultos en la cafetería Linar, establecimiento situado en el callejón del Perete o General Mola. De repente alguien montó follón y se puso a acometer a la concurrencia. Avelino dijo a estos niños que se metiesen debajo de la mesa, se levantó, y dirigiéndose al violento le redujo la irascibilidad a base de bofetadas, y ¡como repartía! recordaba quien de niño le vio dar esas bofetadas desde debajo de aquella mesa.

Con lo cual llegamos a lo de siempre. Que tras el 18 de julio los perseguidos en zona nacional fueron los rojos y quienes les dejaban hacer, es algo cierto; como no es menos cierto que antes estos perseguían y maltrataban a falangistas, derechistas, católicos, o a aquellos trabajadores que tenían por esquiroles. No haber empezado y no los habrían calentado, lo cual tampoco creo que les conviniese a los auténticos culpables porque se habría evitado una guerra, con los excesos inherentes a cualquier conflicto bélico; y así sus herederos ideológicos no tendrían como tienen ocasión de dar la murga con sus frustraciones por haber perdido, ni de hacerse las víctimas y dar pena por toda la eternidad.




domingo, 20 de octubre de 2013

Más sobre la quema de Santa María de Vigo (Cambre)

Ya me ocupé del incendio que calcinó la iglesia parroquial de Santa María de Vigo (Cambre) basándome sobre todo en la tradición oral. La causa que se incoo para investigar este incendio --que transcribo en mis notas al final-- aporta información de interés que en general no desmiente a la tradición oral. Tal vez haya que replantear el papel del párroco, del que contaban las gentes de esta parroquia que impidió que llevasen a varios vecinos para pasearlos; o que sobre el incendio de la iglesia nunca dijo quienes eran. No pongo en duda que evitase los paseos entre sus feligreses, de hecho en esta parroquia no se ejecutó ni paseó a ningún vecino; pero si calló lo que sabía antes de comenzar la guerra, una vez iniciada esta, a la hora de ser requerido por la justicia cuando esta pretendía averiguar quienes fueron los incendiarios, el sacerdote declaró lo que sabía o suponía.

En torno al 21 de mayo de 1936 el párroco, D. Ramón Mato Míguez, tuvo noticia de que la Sociedad de Campesinos y Trabajadores de Santa María de Vigo, pese al desmentido de sus integrantes, parece que afecta o muy vinculada a la CNT --alguno de sus miembros da la impresión de que mantenía una relación subordinada al Ferranchín-- esta sociedad o sindicato, digo, tuvo una reunión en la que se decidió notificar al sacerdote que debía abandonar la parroquia y tierras del iglesario. Si en Brexo y Bribes habían echado al cura, en Vigo no iban a ser menos. Como en días sucesivos el sacerdote fue llamado a que se marchase, decidió trasladarse a La Coruña en donde permaneció unos ocho o diez días, regresando nuevamente a su parroquia. La sociedad se reunió de nuevo, esta vez en el Campo de San Roque o Soto para expulsarlo, y discutieron con otros vecinos partidarios del cura interesados en que se quedase. Concluida la reunión no se adoptó ningún acuerdo en concreto.

Llegó así la noche del 11 al 12 de junio de 1936 en que apareció la iglesia envuelta en llamas y resultó calcinada. No llegó a arder la sacristía, aunque fue desvalijada. Se encontraron botellas de gasolina --y no bidones como señala la tradición oral-- y en opinión de los guardias civiles que se presentaron en el lugar, los incendiarios debieron fracturar una puerta que da al Norte; ya en la iglesia subieron al coro, de este al campanario, rociaron el tejado por su perímetro, cayendo toda la cubierta al mismo tiempo. 

LO QUE SE QUEMÓ

 Imágenes de la Virgen de las Nieves (patrona), San José, Ángel de la Guarda, un Cristo, Santa Catalina, Virgen de la Concepción, Virgen de la Soledad, San Antonio, San Blas, San Roque, Purísima, una imagen antigua de la Virgen y un Vía Crucis.

Ornamentos y demás bienes muebles: el Monumento de Jueves Santo; cuatro andas, tres de estas de pino y una de castaño; tres misales; cinco casullas; un alba con su amito y cíngulo; tres mesas de corporales; un Parvus codex; 30 candeleros, de ellos seis de metal blanco y dos dorados; un cepillo; tres retablos; un púlpito de castaño; cinco confesionarios, uno de castaño; siete bancos de madera; dos mesas para colocar la cera de difuntos; una caja con cera; una pila bautismal de mármol;  un atril; una lámpara; el calderillo para el agua bendita; la Cruz parroquial de plata y algunas cosas más que no se recordaban cuando el juzgado solicitó que se relacionasen.

Las pérdidas de los bienes muebles ascendieron 5.122 pts. Los daños en las obras de fábrica se tasaron asimismo en 15.000 pts. Lo peor en estos casos no es el quebranto económico; lo peor es el daño moral infligido con sus inevitables consecuencias de miedo, odio y ánimo de venganza, que por pasionales, rara vez guardan proporción al daño causado.

LA INVESTIGACIÓN

Al producirse el incendio, el Juzgado de instrucción del Distrito de la Audiencia incoo el correspondiente sumario. Auxilió a este la Guardia Civil, a la que extrañó que el sacerdote no hubiese dado parte del incendio, sabiéndose después que fue por temor al tener que acusar a la Sociedad de Campesinos y Trabajadores de Santa María de Vigo; también practicó diligencias para esclarecer lo ocurrido el Juzgado Municipal de Cambre. Todo en vano. El juez del Distrito de la Audiencia declaró terminado el sumario sin dirigir el procedimiento contra nadie el 6 de julio de 1936 siendo sobreseído provisionalmente en la Audiencia Provincial el 8 de agosto del mismo año.

El 3 de enero de 1938 se personó en la parroquia de Santa María de Vigo, Francisco Brea Cadavid, cabo de la Comandancia de la Guardia Civil de La Coruña acompañado del también cabo Eugenio Blanco Abuide y guardias Juan García Oviedo, José Seijo Carneiro, Tomás Rodríguez Luengo y Luis Paz Abelleira, todos adscritos a la Brigada de Servicios Especiales o Brigadilla. Las diligencias que practicaron dieron pie a que se reabriese el sumario. Como el hecho de incendiar una iglesia es un acto revolucionario que junto con otros análogos, culminó desde el comienzo de la guerra en otros más que trataba de sofocar el Ejército se consideró que existía una íntima relación, que los primeros abrieron camino a los segundos. Por todo ello el Juzgado de instrucción del Distrito de la Audiencia atendió el requerimiento de la jurisdicción castrense y la Auditoría de Guerra del 8º Cuerpo de Ejército acabó conociendo del incendio que nos ocupa prosiguiendo las investigaciones el Juzgado Militar Permanente de La Coruña.

LOS ACUSADOS

De las investigaciones realizadas resultó que el incendio fue provocado o instigado por miembros de la Sociedad de Campesinos y Trabajadores de Santa María de Vigo, dirigiendo el juzgado militar el procedimiento contra:

Antonio Castelo Suárez: era presidente, pero se había trasladado en 1936 a La Coruña en donde el Ayuntamiento informó que era de buena conducta. Los informes de la Guardia Civil también le fueron favorables al no considerarlo persona de acción.

José Pazos Rodríguez: secretario de la sociedad, los informes le fueron adversos. La Guardia Civil lo consideraba persona de acción, extremista, algo peligroso y gran propagandista del Frente Popular, aunque al igual que los demás, desde el Movimiento no se supo que interviniese en contra. El Ayuntamiento de Cambre lo tachó de extremista exaltado.

Manuel Cañás Lens: vicesecretario, la Guardia Civil informó de él en el sentido de considerarlo persona de acción, extremista y algo peligroso, acusándole de ser el autor o inductor del incendio, siendo de los más destacados en el sindicato. En términos similares informó la Alcaldía de Cambre.

Vicente Cacheiro Pena: vocal, con informes desfavorables de la Guardia Civil que lo tacharon de persona de acción, extremista y algo peligroso. El Ayuntamiento de Cambre informó sobre su conducta señalando que era extremista, peligroso y exaltado.

José Salgado Cambón: según la Guardia Civil, por rumor público se sabía que era el enlace del sindicato o sociedad de Santa María de Vigo con los de Brexo y Bribes considerándolo persona extremista y peligrosa. El rumor también lo acusaba de ser el que llevó la gasolina para incendiar la iglesia. Se defendió señalando que si iba a una taberna de Lema (Brexo) en donde tenían lugar las reuniones de Izquierda Republicana, era porque su hermana era la tabernera y le ayudaba en días de feria o fiestas, no porque fuese enlace. Un testigo señaló que se había quejado al Ferranchín sobre la vuelta del cura a lo que el anarquista respondió que eso ya se arreglaría. Esto parece sugerir esa relación de subordinación a la que me refería más arriba.

Antonio Cañás Lens: socio, concejal del Frente Popular en Cambre, con informes desfavorables de la Guardia Civil que lo consideraba persona de acción, extremista y algo peligroso, acusándole el rumor público de haber intervenido en el incendio, sabiéndose además que en su domicilio se reunían los componentes del sindicato. El alcalde de Cambre lo calificó de extremista exaltado. Según el párroco, una vez comenzada la guerra fue uno de los que se acercaron por su domicilio para proponerle iniciar una suscripción con la que reparar la iglesia, cosa que le sorprendió al no ser personas religiosas. Según el sacerdote, le dijo que quería arreglar este asunto cuanto antes pues no quería morir en un monte. Tres de los cuatro que pusieron una bomba en la casa rectoral de Monteagudo (Arteixo), también se dirigieron al párroco con posterioridad para pedirle perdón ofreciéndose a repararle los daños, confesando a la vez que habían sido ellos quienes le pusieron la bomba. Quiero decir con lo anterior que si bien en Santa María de Vigo quienes se ofrecieron de forma separada para abrir una suscripción o llevar adelante alguna iniciativa con la que reparar la iglesia no confesaron su culpabilidad al sacerdote, parece que emplean aquello de excusatio non petita...

Fueron detenidos aunque el Juzgado Militar no los procesó por no reputar suficientes los indicios de criminalidad:

Felisardo Roel Camba: socio, tuvo a su favor los informes de la Guardia Civil que lo consideraban persona de izquierdas pero no de acción. En términos análogos informó la Alcaldía de Cambre.

José Couto Parga: tesorero, con informes favorables de la Guardia Civil, que pese a pertenecer al sindicato no lo consideraba persona de acción al igual que la Alcaldía de Cambre. El párroco lo señaló entre los tres que fueron a hablar con él de forma separada para abrir una suscripción con la que reparar la iglesia.

Antonio López Ríos: socio, con informes favorables de la Guardia Civil y Alcaldía de Cambre al no considerarlo persona de acción.

Pedro Fachal Freire: socio, con informes favorables de la Guardia Civil y Alcaldía de Cambre que lo consideraban persona de ideas izquierdistas pero no hombre de acción. Lo señaló el sacerdote como uno de los tres que se le acercaron para proponerle abrir una suscripción con la que reparar la iglesia.

José Cacheiro Chas: procesado con anterioridad por tenencia ilícita de armas. Aunque lo señaló el sacerdote en un primer momento, parece que fue por error pues estuvo afiliado al Partido Agrario de Martínez de Velasco. Según la Guardia Civil, por rumor público se sabía que no había pertenecido al sindicato, era persona de orden y buena conducta habiendo trabajado en las elecciones de febrero de 1936 al lado de las derechas con Arturo Molina, cosa que dio pie a que fuese vejado por los componentes de la sociedad de Santa María de Vigo. Fue el primero al que se puso en libertad.

Sea porque no aparecieron cargos concretos contra ninguno, porque no tenían antecedentes penales, porque no hicieron una oposición violenta al alzamiento, porque algunos de los testigos dijeron de ellos que hasta hacía poco tiempo toda la parroquia los consideraba buenos vecinos, lo cierto es que la causa fue sobreseída por el auditor. Como resultado de lo anterior, procesados y detenidos fueron puestos en libertad salvo Antonio Castelo Suárez, presidente; José Pazos Rodríguez, secretario; José Couto Parga, tesorero; Manuel Cañás Lens, vicesecretario; y Vicente Cacheiro Pena, vocal. Estos quedaron constituidos en detención gubernativa a disposición del delegado de Orden Público. Al no averiguarse quienes fueron los autores del incendio, parece que se quiso descargar la responsabilidad en la junta directiva. Yo diría que en general los consideraron unos envenenados, en el fondo unas víctimas, trabajadores, buena gente, pero vulnerables por su escasa formación a las propagandas extremistas o demagógicas.

Tengo pendiente ocuparme del incendio que provocaron en la casa o pazo que Narciso Correal y Freyre de Andrade tenía en Santa María de Vigo, pero será en otra ocasión.




domingo, 13 de octubre de 2013

En Mondoñedo: vivas al fascio, a España y a la Guardia Civil

Aunque no suelo salir de mi partido judicial de La Coruña, hoy me voy a Mondoñedo para tratar de entender porqué los vecinos daban estos vivas tan sorprendentes antes de comenzar la guerra.

Como en otras partes, el Ayuntamiento de Mondoñedo estaba formado por una comisión gestora nombrada por el gobernador frentepopulista de Lugo. Tomaron diversos acuerdos de los de meter el dedo en el ojo para generar odio y buscar confrontación. Asumieron con ligeras modificaciones un escrito de la Agrupación Socialista y sindicatos afines, que junto a peticiones razonables como activar la consecución de un instituto y escuelas graduadas, se internaba por esos vericuetos de lo que hoy llamamos ir al choque de trenes: rescatar una capilla de titularidad municipal en el lugar de Alcántara, es de suponer que para dedicarla a cualquier menester menos el religioso a que estaba dedicada; cambiar nombres de calles, como la del Obispo Sarmiento por Pablo Iglesias, enalteciendo a los revolucionarios de Asturias que se levantaron contra el poder legítimo pretendían sustituir la calle la de la Concepción por Luis de Sirval u Oswaldo Codina por Mártires de Asturias, etc.
En la misma línea se encuentran otros acuerdos con los que la corporación pretendió incautar y secularizar todos los cementerios de Mondoñedo, eliminando cualquier cruz o signo religioso de sus puertas o tapias. Comenzaron la incautación por los de las parroquias de Viloalle y Oirán, y la gente del pueblo se lo impidió manifestándose de forma tumultuaria. El 15 de junio de 1936 llegó la comisión municipal escoltada por el sargento comandante del puesto de la Guardia Civil y dos números para incautarse del cementerio parroquial de Santa María de Viloalle cuando se encontró con una concentración en la que predominaban mujeres y chiquillos de 8 a 12 años, aunque también había algunos hombres, que se mantenían en una actitud expectante. El alcalde se dirigió al sacerdote para exigirle la entrega de la llave del cementerio y cuando este hizo ademán de darla, un grupo de esas mujeres le dio un empujón apoderándose de la llave.

En vista de que la incautación no era posible, la comisión municipal se dirigió a la parroquia de San Esteban de Oirán para realizar la misma diligencia. Llegaron y el sacerdote estaba celebrando misa, así que esperaron a que terminase. Cuando este salió le indicaron el objeto de su visita y al encaminarse hacia la casa rectoral para levantar acta de la incautación, un grupo de muchachos impidió al sacerdote que avanzase hacia su domicilio diciendo que allí no se firmaba nada, rogándole a la vez que se negase a la entrega de las llaves, llegando incluso a sujetarlo. En vista de lo anterior el alcalde suspendió la diligencia. En ese momento llegaron en una camioneta las vecinas y muchachos de Viloalle, que unidos a los de Oirán se dirigieron en manifestación hasta Mondoñedo siguiendo a los comisionados, cosa que obligó a la Guardia Civil a realizar una carga para dispersarlos.

Lo que me llama la atención es que, al llegar los del ayuntamiento a Viloalle, y nada más descender del vehículo, las mujeres y chiquillos comenzaron a insultar a los comisionados, en gallego por supuesto que se trataba de gentes del pueblo, y a dar gritos de viva el fascio, viva España y viva la Guardia Civil. No conozco las parroquias de Viloalle y Oirán, pero aún hoy me parece que son rurales, de agricultores que viven de su trabajo, gente del pueblo. A la altura de 1936 no sé yo que apostaría a que allí no llegaba la luz eléctrica, y por lo tanto la radio ¿Alguien se puede creer que esas mujeres y chiquillos eran fascistas, que sabían lo que era el fascismo? La respuesta se encuentra en un conocido artículo que Gaziel publicó en La Vanguardia por esas mismas fechas. Según este autor, los viajeros llegaban a España y se iban diciendo que "allí todo el mundo se vuelve fascista". No porque los modestos vecinos de Oirán y Viloalle se pusiesen a leer derecho político y después de sesudas reflexiones llegasen a la conclusión de que el mejor régimen era el fascista. Lo que ocurría era que no los dejaban vivir ¿Y cuál era el régimen que suprimiría de raíz la falta de libertad religiosa, los atentados, quemas de iglesias, incautación de casas rectorales o cementerios, las huelgas violentas y destructivas, las mil y una pejigueras diarias, los excesos y el sectarismo izquierdista que no los dejaba vivir? Habían oído que el fascismo, y así, hasta en pueblos de la Galicia más rural como Viloalle y Oirán, sus vecinos se agarraban al clavo ardiente de lo que creían fascismo.

Esta manifestación tumulturia tuvo como resultado una denuncia ante el juzgado de Mondoñedo. Este abrió un sumario, y si a la altura de 1938 estaba archivado en el propio juzgado mindoniense, todo apunta a que fue sobreseído. Lo que más dolió al parecer fue que el alcalde ingresó en el depósito o cárcel municipal a varias vecinas de las que se habían manifestado. Y pese a ser advertido que una de ellas estaba embarazada no accedió a la excarcelación, lo que le provocó un aborto con el que perdió a la criatura.

De que hasta en poblaciones como Mondoñedo no se podía vivir en libertad también da idea otro hecho. El 16 de julio de 1936 dos amigos falangistas regresaban de la fiesta del Carmen hacia la villa. En las proximidades del paseo del Cantón, tal vez algo contentos, dieron gritos de arriba España o viva España. Les salió al paso un grupo de izquierdistas que dieron un palizón de aúpa al falangista Vicente Sante Posada --muerto meses después en Asturias--, llegando a esgrimirse alguna navaja y arma corta de fuego.



domingo, 6 de octubre de 2013

Destitución de concejales y ayuntamientos

Con motivo de la revolución de octubre de 1934 y una vez declarado el consiguiente estado de guerra en todo el territorio nacional, en la provincia de La Coruña a la altura de diciembre se habían producido suspensiones totales o parciales en 17 ayuntamientos de los aproximadamente 70 que había entonces. En cinco la destitución afectó a toda la corporación. En los 12 restantes se suspende a algunos de los concejales (Grandío, 2010, 202-203).

En el caso del Ayuntamiento de La Coruña se suspendió a diez concejales. El General Jefe de la División envió un delegado a la sesión que celebró el Ayuntamiento el 17 de octubre de 1934, habiendo perdido la confianza en esos diez concejales debido a su falta de completa adhesión al poder público en un momento en el que las instituciones legítimas habían sufrido un ataque criminal por parte de los revolucionarios. Los destituidos pertenecían en origen a la ORGA (6) y al Partido Republicano Radical Socialista (4). No se suspendió a todos los concejales de estos partidos, y sí parece que sólo a los que el general jefe de la División apreció como completamente desafectos al poder público, que tal vez coincidan con los que se integraron en Izquierda Republicana. De los 39 concejales que se eligieron en la votación del 12 de abril de 1931, cinco de la ORGA no fueron destituidos; como tampoco se destituyó a tres que se habían elegido entre los del Partido Republicano Radical Socialista (Barreiro, 1996, 589-590).

Los concejales que cesaron en sus funciones se querellaron contra quienes los sustituyeron por prolongación de funciones y usurpación de atribuciones, querella que fue desestimada por el juzgado; apelaron a la Audiencia y esta volvió a no darles la razón, como podéis ver en mis notas. Los defendió el abogado Juan González Rodríguez, concejal republicano independiente que tampoco fue suspendido.

DESTITUCIONES CON EL FRENTE POPULAR

Como acabamos de ver, tras las elecciones de noviembre de 1933 en las que gana el centro derecha, pasan once meses en los que no se tiene noticia de que suspendiesen en sus funciones a concejales o ayuntamientos. Fue la revolución de octubre de 1934 la que propició la destitución de concejales en 17 ayuntamientos, afectando a la totalidad de la corporación en cinco de los anteriores. Con la llegada al poder del Frente Popular, entre febrero y abril de 1936 se suspenden, en su totalidad, 54 corporaciones municipales de la provincia de La Coruña. Son sustituidas por concejales designados por el gobernador civil, según resulta del documento que transcribo más abajo. La diferencia es notable: el gobierno de centro derecha suspendió en 1934 a cinco corporaciones en su totalidad; el Frente Popular, a 54. Los motivos de las primeras suspensiones parecen claros y justificados, máxime debido a su pequeñez: su cooperación activa o pasiva con los que habían producido un levantamiento revolucionario; suspensión justificada a veces en mala y punible administración. Por lo que se refiere a los motivos que llevaron a las 54 destituciones totales efectuadas entre febrero y abril de 1936, conocemos el caso de Arteixo. Francisco Prego Campos --ejecutado al comenzar la guerra--, delegado del gobernador civil, dictó una providencia fundando el cese de la corporación salida de las urnas en 1931 en un supuesto "desasosiego y profundo malestar que he podido advertir en casi todo el vecindario", tanto "en el aspecto económico como por lo que se refiere a la alta conveniencia de la República", y en el deber ineludible de las autoridades por evitar que "tal desasosiego y malestar no se traduzca en una posible y segura alteración de orden público" (Blanco Rey, 2008, 548-549). Motivos tan genéricos como inveraces, que dan idea, una vez más, del carácter antidemocrático del Frente Popular, y que pese a ser tan evidente, los historiadores de izquierdas y de la izquierda se empeñan en no reconocer.

Transcribo un oficio de septiembre de 1937, dirigido al juez militar permanente del 8ª Cuerpo de Ejército que suscribe el gobernador civil interino, Ladislao Roig Mariño, presidente de la Audiencia Territorial de La Coruña. En las interinidades del Gobierno Civil, ejercía funciones de gobernador el presidente de la Audiencia Territorial. Así tuvo que haber sido tras las elecciones del 16 de febrero de 1936 si el Frente Popular no hubiese querido dar el pucherazo que, según es sabido, en esta provincia alcanzó proporciones de delito presidiable:

En contestación a su escrito de ayer, interesando informes de la actuación como Gobernador Civil de esta provincia de DON JOSÉ SÁNCHEZ GACIO, tengo el gusto de manifestarle que dicho Sr. desempeñó el referido cargo, desde el 20 de Febrero al 12 de Abril de 1936, y en este período fueron suspendidos en su totalidad y sustituidos por Corporaciones interinas, los ayuntamientos de Abegondo, Ames, Aranga, Arteijo, Baña, Boiro, Boqueijón, Buján, Cabañas, Cambre, Capela, Carnota, Cedeira, Cerceda, Coristanco, Culleredo, Curtis, Dodro, Enfesta, Frades, Irijoa, Mazaricos, Moeche, Monfero, Mañón, Malpica, Muros, Negreira, Noya, Oleiros, Órdenes, Oroso, Ortigueira, Outes, Oza de los Ríos, Padrón, Pino, Puebla, Puenteceso, Puentedeume, Rianjo, Riveira, Rois, Sada, Santiago, Somozas, Sobrado, Teo, Touro, Tordoya, Trazo, Valdoviño, Vedra y Vilasantar.

Cumpliendo Orden ministerial, fueron repuestos Concejales que procedían de elección popular y que habían sido suspendidos gubernativamente, en los Ayuntamientos de Ferrol, Boimorto, Brión, Carballo, Cee, Coruña, Betanzos, Mesía, Mellid, Mugardos, Paderne, Puebla, Puentedeume, Santa Comba y Serantes.

En otros varios Ayuntamientos se nombraron Concejales interinos para cubrir las vacantes existentes.

Es de suponer que las remociones de Ayuntamientos que antes se relacionan, fueran hechas en cumplimiento de órdenes del Ministerio de la Gobernación, ya que tales suspensiones estaban prohibidas sin autorización del Ministerio.- Pero en este Gobierno no consta orden alguna oficial.

Dios guarde a V.S. muchos años.

La Coruña 7 de Septiembre de 1937.-

EL GOBERNADOR CIVIL INTERINO

Ladislao Roig [rubricado y sellado con el de tinta azul del Gobierno Civil de la Provincia de La Coruña].

Causa 1.119 de 1937 de la Auditoría de Guerra de la Octava División Orgánica contra el paisano José Sánchez Gacio y otros por el delito de rebelión, fol. 75 de la primera pieza. Depositada en el Archivo Intermedio Militar Noroeste (Ferrol) por el Tribunal Militar Territorial IV (La Coruña).