sábado, 28 de julio de 2012

De la banda de los de la Lejía y del atentado al general Bosch

Ese edificio desaparecido que veis en el centro de la imagen se encontraba en la confluencia del Cantón Pequeño con Juana de Vega y Alameda. Era el viejo Gran Hotel de Francia, conocido simplemente como el Hotel de Francia. Allí ocurrió un hecho que, o bien es silenciado por los señores de la memoria histórica, o se refieren a él como a un presunto atentado contra el general Bosch ¿Presunto, presunto...? ¡Y un jamón!

La prensa local --La Voz de Galicia y El Ideal Gallego-- no dio cuenta del hecho sin duda por impedirlo la censura republicana, pero coló en el ABC de Sevilla.

LOS HECHOS

En la tarde del 17 de abril de 1936 llegó a La Coruña el general Carlos Bosch y Bosch, jefe de la XVI Brigada de Infantería con sede en León. Venía a presidir un consejo de guerra de oficiales generales que se celebraba al día siguiente en la sala de vistas del Juzgado Militar Permanente de la División, instalado entonces en el ala Norte del Cuartel de Atocha. La causa nada tenía que ver con lo político o social, sino que afectaba a una falta cometida por un oficial contra el honor militar.

El general Carlos Bosch y Bosch parece por sus declaraciones un tipo bonachón, detallista, algo sordo tal vez, dotado de una fina ironía que revela una inteligencia despierta y franca. En cuanto llegó al hotel dijo que a la mañana vendría a despertarlo su ordenanza, y que lo dejasen pasar. A eso de las seis de la madrugada del día 18 de abril de 1936 lo despertaron repetidos golpes en su puerta. Creyendo que era su ordenanza se levantó para descorrer la clavija y al haber dormido sin pijama, se volvió rápidamente a su cama y desde ella exclamó: ¡pasa hombre! Lo repitió, y en ese momento vio como se abría la puerta y se introducía por la misma un brazo empuñando una pistola con la que se hizo un disparo. La habitación del general contaba con dos camas. En la más alejada de la puerta descansaba él, y en la más próxima estaba tendido su abrigo de paisano que por fortuna debió confundir al pistolero y fue sobre el que dispararon, encontrándose posteriormente el abrigo junto con la ropa de cama y colchón con el orificio correspondiente, quedando la bala alojada en la parte inferior izquierda de este último. Los pistoleros salieron corriendo. El general declaró que el disparo casi no hizo ruido lo que le llevó a sospechar en un arma con silenciador ¿No sería algo sordo? Una señora que ocupaba una habitación inmediata gritó al oír el disparo: ¡un tiro, un tiro!

LA VERSIÓN DEL SERENO DEL HOTEL

Antonio Villaverde del Río, de 61 años, era sereno de noche del Hotel Francia. Había trabajado en los Almacenes Pulpeiro hasta su quiebra sin que estuviese sindicado o militase en partido alguno. De hecho, en su entorno le habían oído decir que estaba disgustado con la victoria del Frente Popular porque al no estar sindicado ni tener relación con partidos de izquierda, suponía que no podría obtener trabajo. Quiero decir con lo anterior que parece una persona de derechas. El sereno relató al Juzgado Militar y al del Distrito de la Audiencia, que sobre las cuatro de la mañana se presentaron cuatro individuos, que se fingieron inspectores de Policía, y en tono imperativo le exigieron el libro-registro de entrada de viajeros. Al no haberlo actualizado con los últimos huéspedes, les enseñó las papeletas que cubrían estos y que a la mañana siguiente se enviarían a Comisaría. Los falsos policías lo amonestaron por no haber cumplimentado el registro, advirtiéndole que seguramente le costaría una sanción al hotel, y se volvieron por donde habían venido.

Sobre las seis de la mañana, volvieron tres de los anteriores y empuñando pistolas exigieron que los llevase a la habitación en donde se alojaba el general Bosch. Uno se quedó en el vestíbulo y los dos restantes, sin dejar de empuñar las pistolas, se colocaron uno delante del sereno y otro tras este. Llegados a la habitación, le dijeron al del hotel que llamase, y al responder por segunda vez el general ¡pasa hombre! uno de ellos abrió la puerta y disparó. Los siguió en la huida, pero uno se dio la vuelta y al apuntarlo, desistió. El general Bosch según escribiría más tarde, llamó al sereno y le vituperé la impropia ocurrencia de despertar a tiros a los huéspedes XD

LA CAUSA

Al tratarse de un delito militar, cometido contra una autoridad militar, la Auditoría de Guerra de la VIII División Orgánica solicito al Juzgado de Instrucción del Distrito de la Audiencia que se inhibiese de seguir conociendo del asunto, cosa a la que accedió este, como se comprueba en estas notas. Siguió la instrucción por parte del Juzgado Militar Permanente de la División que concluidas las investigaciones sin haber identificado a ninguno de los autores, elevó el expediente al auditor de Guerra de la División, que acabo sobreseyendo provisionalmente la causa el 20 de mayo de 1936.

VERSIÓN DE LOS HERMANOS DE LA LEJÍA

La causa se reabrió al haberse detenido a Bébel y France García García, dos de los hermanos de la Lejía al comienzo de la guerra. En mi opinión, la Guardia Civil debía saber, porque lo vio alguno de sus integrantes o por confidencias, que un miembro del grupo había ido a comprar esa noche del 18 de abril una barra de nitrato de plata a la farmacia de Vigil, instalada entonces en el Cantón Grande. Con ella, se pretendió, al parecer también, pintar las letras U.H.P. en la frente u otra parte del cuerpo a la víctima del atentado. Así pues al ser detenido preguntaron a France lo que supiese sobre el atentado cometido contra el general Bosch, respondiendo que no sabía nada en concreto, pero había oído decir que en él habían tomado parte su hermano Bébel y Enrique Pena Vila. Hecha la misma pregunta a Bébel, acusó a Pena Vila y Fabián Alonso González que según él fueron a buscarlo a su casa para cometer el atentado, aunque se lo ocultaron hasta llegar al Cantón Grande; también dijo que  él se quedó en la calle mientras los otros dos entraban en el hotel. No tengo que avisar que en estas declaraciones el presunto autor de un delito va a negarlo o intentará aminorar su responsabilidad para que no se le acuse de ser autor del hecho, sino cómplice o encubridor, con lo cual el castigo sería inferior, si le cuela al tribunal claro está. Que la declaración de Bébel no fue obtenida mediante la tortura, se evidencia en el hecho de haber exigido que se tachase del atestado la palabra batiéndose (que había estado batiéndose en unas barricadas), cosa a la que accedió el popular sargento de la Guardia Civil, Manuel Santos Otero, que fue precisamente quien instruyó el atestado. Posteriormente ambos hermanos declararon ante el juez militar que no se ratificaban en lo declarado ante la Guardia Civil, pero me temo que los hechos relatados por ellos y los nombres que dan de quienes integraban la resistencia al Ejército en el Gobierno Civil y otros puntos, resultan en líneas generales veraces según se comprueba mediante otras fuentes, como el testimonio del huido, Martín Ferreiro Álvarez.

Dice un viejo refrán que en la guerra y en el amor el que gana lleva la razón. Los militares lo explicaban de un modo más técnico. Ellos consideraban que se habían alzado para defender a España de sus enemigos interiores, que la estaban destruyendo; por otra parte al haber declarado Casaritos en las Cortes que él era beligerante contra el fascismo --entendido en sentido amplio, no sólo falangistas, al menos para una parte de aquella sociedad-- esta beligerancia contra esa parte de la sociedad les hacía considerar al Gobierno, ilegítimo, por faccioso. Los militares constituían así la legitimidad pura y perfecta de la Patria alzada en armas, cosa que luego se demostró cierta con los hechos al haber resultado vencedores de la guerra y ser reconocidos como gobernantes legítimos por todas las potencias internacionales, quiero recordar que salvo México y la U.R.S.S., potencia esta con la que la República no mantuvo relaciones hasta el comienzo del conflicto. Bébel y France fueron sometidos a un juicio sumarísimo que se vio y falló en consejo de guerra ordinario de plaza, tal día como hoy en 1936, siendo condenados a sufrir la pena de muerte por un delito de traición a España al haberse opuesto y realizar una labor maliciosa contra los militares que representaban la mencionada legitimidad pura y perfecta de la Patria. Fueron puestos en capilla a las tres horas del 29 de julio de 1936, momento en que se les notificó la sentencia y el juez instructor les ofreció los auxilios (espirituales) que precisasen. Como el tiempo de estancia en capilla se redujo tan sólo a dos horas, fueron pasados por las armas en las inmediaciones del polvorín de Dormideras (Campo de la Rata) a las cinco de la madrugada.

VERSIÓN DE FABIÁN ALONSO GONZÁLEZ

En vista de la declaración de Bébel, el sargento Santos debió ordenar un registro en el domicilio de Fabián Alonso, que resultó infructuoso. Al saberlo éste decidió presentarse a la Guardia Civil, quedó detenido, y el mismo sargento Santos instruyó un nuevo atestado en el que declara Fabián Alonso González, de 22 años, soltero, afiliado a la Agrupación Socialista, perito mercantil aunque se encontraba al frente del bar de su padre, el Sport, instalado en el nº 1 de la Rúa Alta, muy cerca de la Casa del Pueblo de la Federación Local Obrera. En el bar paraban elementos obreros de la Casa del Pueblo y hacían tertulia juventudes socialistas y comunistas. Fabián Alonso dijo en su declaración que acostumbraba a frecuentar el Gobierno Civil desde que lo ocupaba Pérez Carballo, fusilado al iniciarse el conflicto. Según la Guardia Civil era un elemento destacadísimo de la Agrupación Socialista. Lamela señala que era comunista y socio de Germinal (p. 140), aunque no cita la procedencia de la información. Enjuiciada su conducta en consejo de guerra, se le condenó a sufrir la pena de muerte por un delito continuado de rebelión militar, aunque en realidad lo que pesó en su condena no fue la participación en el asesinato frustrado del general Bosch, sino su actuación en el Gobierno Civil y otros puntos al comenzar la guerra. Fue puesto en capilla a las cuatro de la mañana del 22 de febrero de 1937 y pasado por las armas tres horas más tarde en las inmediaciones del Polvorín de Dormideras. En sus declaraciones al juez militar señaló que el día del atentado cerró el bar Sport sobre las dos y media de la madrugada, saliendo en compañía de Pena Vila. Al llegar al Cantón se encontraron con Bébel y France García. El primero le pidió dinero y Fabián le entregó una peseta con la que se separó del grupo y fue a comprar una barra de nitrato de plata en la farmacia de Vigil. Siguieron los demás paseando y Bébel les dio alcance a la altura del Banco Pastor, en donde pidió a Fabián Alonso que le entregase la pistola que llevaba, cosa a la que accedió. Según esta versión entraron Bébel y France en el hotel para cometer el atentado mientras Fabián Alonso y Pena Vila se quedaban en la puerta.

INFORMACIÓN DEL ORDENANZA DEL JUZGADO MILITAR PERMANENTE

Durante la instrucción, en agosto del 36, se tomó declaración a un soldado que era ordenanza del Juzgado Militar Permanente. Según su declaración conservaba unas notas que tuvo intención de aportar a la causa cuando había sido abierta en abril, pero al poco le dieron licencia, se marchó a su pueblo, y al volver se enteró que la habían sobreseído. Alrededor de las cuatro de la mañana del 18 de abril de 1936 se recibió una llamada en el Juzgado de alguien que se identificó como policía. Estaba interesado en conocer si al día siguiente se celebraba consejo de guerra, si era de oficiales generales, quién lo presidía y a qué hora se celebraba. Lo solicitó con voz brusca indicando que era un dato que precisaba por reclamarlo con urgencia el gobierno de Madrid. Como el ordenanza no podía consultar los documentos, dio parte al oficial de guardia que no sabía nada. Puesto de nuevo al habla con el supuesto policía, ante la imposibilidad de proporcionarle la información interesada, la insistencia y modos imperativos, acabó por colgarle el teléfono. Realizadas las gestiones oportunas resultó que el número 2636 desde el que se llamaba al Juzgado Militar correspondía al bar Sport, a cuyo frente ya vimos que estaba Fabián Alonso.

INFORMACIÓN DEL POLICÍA FERNANDO FREIRE GAGO

También en agosto del 36 aporta luz sobre los hechos una declaración del agente de Vigilancia, Fernando Freire Gago. Este pudo ser testigo del hecho como afirma, o pudo recibir confidencias, por ejemplo de propietarios de bares, de algún sereno, de individuos que sabían como ocurrieran los hechos y a los que se dejó marchar a cambio de información (veremos un caso). Estas personas podían transmitir información a la Policía como confidencia, pero si tuviesen que declarar lo mismo ante un juez militar o ante un consejo de guerra, lo negarían, es de suponer que para evitar agresiones. Este policía declaró que al salir sobre las tres y media de la madrugada del 18 de abril, tras prestar servicio en el Gobierno Civil (hoy segundo piso de la Biblioteca de la Diputación), se encontró en la esquina de la calle Real a France García García, Enrique Pena Vila, Juan Martínez Fontenla, y Félix Gila Esteban. Los siguió hasta el Café Marineda (en donde hoy está el café Vecchio), al que entraron France y Martínez Fontenla, haciendo uso del teléfono y manteniendo una conversación corta. La mantenida con el Juzgado desde el número 2636 no había sido corta, y fueron dos llamadas las que mantuvo el ordenanza del Juzgado Militar con un mismo interlocutor. El policía declaró que pese a sospechar al enterarse del atentado, no puso estos hechos en conocimiento de sus superiores por no aconsejarlo aquellas circunstancias políticas, en vista de que las autoridades civiles no demostraban interés alguno en su conocimiento. Me lo creo. Si Fabián Alonso iba al Gobierno Civil desde que lo ocupaba Pérez Carballo, difícilmente éste iba a tomar medidas contra un correligionario o alguien próximo. Esto sin considerar la posibilidad de implicaciones en este centro, al menos a tenor de lo que cuenta en su Diario de un General, Álvaro Ramos, en el sentido de que la esposa del gobernador, Juana Capdevielle, era quien señalaba a los de la Lejía las víctimas a causar. Recuerdo que para ella el fin justificaba los medios, y así en la mañana del 20 de julio del 36, según versión del huido Martín Ferreiro Álvarez, propuso tomar como rehenes a las mujeres e hijos de los militares, cosa que junto con la resistencia en el Gobierno Civil colaborando en el reparto de armas con las que matar o herir a los militares, haber llamado a su marido cobarde (es tradición oral aún viva, que además recoge Silva Ferreiro) o haberle reprochado su cobardía por rendir el centro, en mi opinión, le costaron la vida. Todo ello debió evidenciar para aquellas mentalidades una personalidad peligrosísima para el mantenimiento del orden público, que era durante la guerra una obsesión en el estamento militar: pacificar el territorio, que nadie les pudiese montar grupos que les hiciesen una guerra de retaguardia, que bastante tenían con los frentes.

LA DETENCIÓN DE ENRIQUE PENA VILA

Una vez que es fusilado Fabián Alonso en 1937, la causa se paraliza hasta 1942 en que se reabre mediante un atestado del entonces cabo de la Guardia Civil Vicente Peralta, adscrito a la Brigada de Investigación, que no era andaluz como se lee, sino de un pueblo de Ávila. Peralta alcanzaría cierta notoriedad al ser herido en 1946 en la avenida de Rubine cuando perseguía a unos maquis. Al parecer la Guardia Civil había montado un dispositivo porque se sabía por confidencias que iban a secuestrar a las hijas de Pedro Abelenda, una persona acomodada que vivía en Ciudad Jardín y que había acumulado una cierta fortuna con la minería del Wolframio durante la II Guerra Mundial. Se le conocía como el Millonario del Wolfram. Se produjo un tiroteo, y el periodista Arcadio Vilela se refugió en el primer piso de un edificio de Rubine en cuyo segundo vivía una señora, hija de Guardia Civil, que me contó esto, y que fue la primera en ver el cadáver del periodista. Ella oyó unos tiros en su casa y bajó al primero, viendo el pecho ensangrentado de Vilela, y fíjate tú que se marcharon los bandidos porque si llegan a estar allí y me ven me liquidan también :-) Según ella huyeron por los tejados del Corralón de Rubine. El bajo estaba ocupado por los talleres de El Ideal Gallego, encontrándose las oficinas en el primero. Otra persona de edad, más bien izquierdista, que hablaba por lo que le había dicho el gerente de El Ideal Gallego, me aseguró que Arcadio Vilela ya entró herido en el edificio del periódico y que había sido herido por fuego amigo. A saber.

Vuelvo al surco, que me disperso. El cabo Peralta recibió confidencias que le permitieron detener a Enrique Pena Vila sobre las 22 horas del 5 de agosto de 1942, en la calle de Cartuchos (oficialmente Varela Silvari). Pertenecía al PSOE desde el año 1931 y fue presidente de las JJ SS hasta principios de 1935. En las elecciones de febrero del 36 fue candidato a diputado, aunque según él sólo se le designó para poder nombrar interventores y apoderados. En algunos documentos aparece como periodista deportivo y en otros como dibujante. Era árbitro de fútbol. En la tarde del 17 de abril de 1936 estuvo por unos cuantos bares en compañía de Félix Gila Esteban. De madrugada pararon en el Lívori, en la Rúa Nueva (tal vez aquí), en donde encontraron a Bébel o a France acompañado de Juan Martínez Fontenla. Según esta versión Félix Gila se acercó en un momento determinado al mostrador y al volver comentó que un señor que estaba allí de paisano era militar. Que le había oído decir que al día siguiente tenía que acudir a una reunión de militares fascistas. Salieron comentando lo ocurrido y se fueron al Marineda. De allí salieron paseando por los Cantones y al pasar por el Hotel de Francia, Félix Gila entró y fingiéndose policía examinó las entradas de viajeros, saliendo al ver que estaba hospedado el general Bosch. Gila propuso cortarle las barbas al general (en la foto que de Bosch publica La Voz de Galicia el 4 de agosto de 1936 aparece con bigote pero sin barba). Pena Vila y Martínez Fontenla según esta versión se opusieron, pero al ser presionados se vieron obligados a acceder. Fabián Alonso fue a su casa a por una pistola (¿y él y alguien más a llamar por teléfono al Juzgado Militar?), momento en que desapareció Félix Gila sin que volviesen a saber de él. Según su relato, subieron a la habitación acompañados del sereno: Bébel, France, Fabián y el propio Pena Vila. Llamaron, y al introducir Pena Vila el brazo se le disparó la pistola saliendo a la carrera. También señala que más tarde supo que no se pretendía cortarle las barbas a Bosch, sino que Fabián Alonso y France García habían comprado una barra de nitrato de plata para pintarle en la frente al general: U.H.P.

Como dato curioso, la Guardia Civil lo acusó de ser el inductor del atentado contra los hermanos Canalejo, a los que habrían disparado en la plaza de María Pita por orden suya. No lo prueban así que a saber.

Pena Vila fue condenado a sufrir la pena de muerte por un delito de rebelión militar, aunque en la propia sentencia se proponía su conmutación por cadena perpetua (30 años), como así ocurrió. A la altura de 1943 era raro que se fusilase a alguien acusado de rebelión militar (haber empuñado armas), salvo que hubiese cometido asesinatos o que se le probase que con las armas en la mano había herido a alguien, delitos que "repugnaban a las conciencias honradas". La cadena perpetua se le conmuta también en 1945 comenzando a extinguir los diez años que se le impusieron en la sentencia por la autoría del asesinato frustrado del general Bosch. Sale en libertad provisional en abril de 1949 dejando totalmente extinguida la pena en febrero de 1950.

JUAN MARTÍNEZ FONTENLA

La reapertura de la causa hace que se busque a Juan Martínez Fontenla y a Félix Gila Esteban. Según la Policía, el primero contaba 37 años en enero de 1943, había sido vecino de la calle de Juana de Vega 60-1º. Era miembro de la Agrupación Socialista desde el 11 de junio de 1931; fue nombrado secretario el 18 de enero de 1936, y según la misma Policía, era íntimo amigo de los de la Lejía; también fue miembro de la U.G.T. Según Lamela (p. 43, 78) fue delegado de la Agrupación Socialista Obrera de La Coruña en el Congreso de la Federación Local de la UGT celebrado en abril del 36. Desaparecido al comienzo de la guerra, lograría exiliarse en México. Al parecer estuvo complicado en el asalto a la Audiencia y consiguiente robo de armas conservadas allí como pruebas de convicción de sumarios el 18 de julio de 1936.

LA VERSIÓN DE FÉLIX GILA ESTEBAN

Por lo que se refiere a Félix Gila Esteban había sido masajista y entrenador del Deportivo, posteriormente trabajó para el Avilés. El 1 de abril del 36 la directiva de este equipo le comunicó que no podía seguir abonándole su sueldo así que dejó Avilés y retornó a La Coruña para ofrecer sus servicios al Deportivo. La Comisaría de La Coruña lo consideraba de ideas socialistas avanzadas, gran amigo de los de la Lejía así como de directivos de la  Juventud Socialista como Pena Vila y Martínez Fontenla. Estaba afiliado a la Agrupación Socialista y era suscriptor de Acción Socialista. Desapareció de la ciudad a raíz del atentado contra el general Bosch. La Comisaría de Sevilla, por contra, proporciona un informe sorprendente: al comenzar la guerra y crearse en Sevilla por Queipo de Llano las Fuerzas Cívicas al Servicio de España, se alistó en ellas con el número 1595, hasta el 11 de agosto en que se crearon las Milicias Nacionales de Sevilla en las que ingresó. Hizo la guerra en Infantería alcanzando el grado de sargento, pasando posteriormente a Sanidad Militar en donde ejerció su profesión de practicante. Militaba en FET y de las JONS. Tuvo a favor varios informes sobre su buena conducta, añadiéndose que no se relacionaba en 1943 con cuestiones de índole político o social, dedicándose únicamente  al ejercicio de su profesión. Con respecto al atentado por el que se le procesó, dijo al juez militar que él no participó en el hecho y se enteró al día siguiente de lo ocurrido porque se lo contó Fabián Alonso en el bar Sport. Según esta versión, Pena Vila y Bébel subieron a la habitación, quedándose en la puerta del hotel, France García, Martínez Fontenla y Fabián Alonso. Félix Gila declaró también que la noche del atentado estaba el bar Livori cuando llegaron Pena Vila y Martínez Fontenla, le preguntaron si conocía a unos señores que se encontraban en la barra y parecían militares, contestando que no los conocía de nada. Salieron los tres a la calle. Martínez Fontenla y Pena Vila se separaron de él y al parecer fueron a preguntar si en el Hotel de Francia se hospedaban militares. Volvieron y paseando se separaron a la altura de la Rúa Nueva. Gila se quedó en el Lívori, sin que supiese a donde fueron Martínez Fontenla y Pena Vila. Se marchó de este local al cerrar, y a continuación fue al bar Marineda en donde se encontró a Fontenla, Pena Vila, Bébel y France García. Desde el Marineda alguno de ellos llamó por teléfono, según cree a algún juzgado militar para saber si se celebraban consejos de guerra al día siguiente. Según esta versión, se marcharon los demás quedándose él con el dueño del bar hasta el cierre. Gila fue condenado en 1943 a sufrir seis años y un día de prisión mayor por su participación en el atentado contra Bosch, aunque ya se encontraba en libertad condicional en febrero de 1947.

Se encuentran datos del mayor interés en la causa 64/1936 de la Auditoría de Guerra de la VIII División Orgánica, contra Fabián Alonso y otros, abierta con motivo del atentado al general Bosch; así como en la 127/1936 contra los de la Lejía y otros por delitos comprendidos en el bando declaratorio del estado de guerra. Están depositadas por el Tribunal Militar Territorial IV --amenazadas como las demás por el madricentrismo-- en el Archivo Intermedio Militar Noroestes de Ferrol.

ALGUNAS CONCLUSIONES Y DATOS

Estamos ante un atentado que perpetró la tristemente célebre banda de los de la Lejía, de las Juventudes Socialistas, mitificados como unas pobres víctimas cuando antes de comenzar la guerra ellos eran los victimarios, cuando constituían una banda de revolucionarios que hoy denominaríamos terroristas ¿o no? La causa del atentado bien pudo ser una con la que especuló el propio general Bosch en sus declaraciones. Por aquellas fechas circuló la especie de que este militar se iba a poner al frente de una sublevación, y debido a ello trataron de asesinarlo. Eran tan zafios en cosa de chismes, tan primarios, no pareciéndome incluso que fuesen especialmente despiertos, que cualquier chisme les podía servir para hacer el chulo, bien asesinando a un militar, bien buscando armas en casas particulares o en la sacristía de la iglesia de San Pedro de Mezonzo. El atentado también pudo tener su origen en la actuación de este militar en Asturias y como lo que querían los socialistas era provocar una reacción militar que contaban con aplastar de inmediato ocupando ellos el poder, ahí podemos tener otra explicación para este asesinato frustrado.Sería un grano de arena más para provocar esa reacción de las derechas o los militares. Como quienes se dedicaron a investigar este período --bien por compasión acrítica hacia los perdedores de la guerra, bien por manipular y seguir cobrando las correspondientes subvenciones que les proporciona su trama clientelar incluso en tiempos de crisis--, no se ocuparon de este hecho en las entrevistas que realizaron a los allegados de los protagonistas y correligionarios, me temo que difícilmente se podrá ir más allá.

Lo que sí se puede decir es que de Falange el único atentado que se conoce en La Coruña durante la II República se redujo a haber ricinado a un muchacho que al parecer se había afiliado a Falange para espiarlos y dar cuenta a las JJ SS a las que pertenecía; tal vez estuvieron relacionados con el incendio de un coche en el Corralón de Rubine, pero tampoco está claro. Por el contrario los falangistas fueron objeto de agresiones continuas, una puñalada y hasta llegaron a ser tiroteados en María Pita De Renovación Española se conoce que uno de los hermanos Casteleiro tiró un tintero desde el balcón a una chica que quería arrancarles unos carteles. El piso de los Casteleiro (Armando y José Casteleiro Varela) en la calle Real fue asaltada en la mañana del 20 de julio de 1936 cuando se buscaban armas. Los Casteleiro llevaban ya unos cuatro o cinco días fuera de la ciudad debido a la persecución que sufrían y al haber sabido que tras el asesinato de Calvo Sotelo se les quería detener. Algún testimonio señala que fueron unas diez personas las que participaron en el asalto, y según Pena Vila, entre ellas Bébel, France y Jaurés García García. Tal vez Pena Vila se quedó en la calle y no llegó a subir. Los de Unión Regional de Derechas, aguantaron como corderitos todos los ataques o el asalto a su sede, y tuvieron que ser los militares quienes dijeron que hasta aquí hemos llegado. Se jugaron el cuello alzándose, a algunos se lo cortaron en otros puntos y otros más lo perdieron en la batalla, pero resultaron vencedores.

Si lo que se ha vendido sobre las JJ SS y sobre los de la Lejía no deja de ser un mito que como tal no refleja toda la verdad; si como vemos antes del 18 de julio aquí los perseguidos y maltratados eran los de derechas, los de Falange, los militares, aquellos que tenían por esquiroles, o los católicos; si vemos una y otra vez que los perseguidores eran los socialistas, sus juventudes, las izquierdas o los libertarios... No haber empezado y no los hubiesen calentado ¿o no?

Sobre los autores del atentado, yo me inclino a creer que subieron Bébel y Pena Vila, disparando este último. Frace acusa a su hermano Bébel y a Pena Vila. Este reconoce ser el autor del disparo. Parece también probable que Félix Gila fuese la primera vez al hotel y no la segunda, fingiéndose policía y rastreando las entradas de viajeros. Los demás se quedarían en el vestíbulo o cubriendo al grupo desde la calle. En cualquier caso, es un atentado de las Juventudes Socialistas que no se compadece en absoluto con la imagen que han dado de ellos los archisubvencionados señores de la memoria histórica. Así que visto lo visto no sé porqué Juan Canalejo no puede tener una calle o un hospital, y los hermanos de la Lejía deben contar con una calle y ser objeto de homenajes y monumentos públicos en base a historias míticas o hagiografías que se realizaron sobre ellos. Debe ser que el embudo por un lado no es lo mismo que por el otro o que para determinados políticos y sus mariachis la gente es, básicamente, imbécil. Con un par.




martes, 24 de julio de 2012

Un disparo en una reunión sindical

La noche del 17 al 18 de abril de 1936 fue uno de esos días vergonzosos vividos en La Coruña con el Frente Popular en el poder. Esa noche se atentó por parte de la tristemente célebre banda de los de la Lejía, de las Juventudes Socialistas, contra el general jefe de la XVI Brigada de Infantería con sede en León, Carlos Bosch y Bosch, que se encontraba en La Coruña para presidir un consejo de guerra de oficiales generales y al que pegaron un tiro en la habitación de hotel que ocupaba; disparo que por fortuna no hizo blanco en el cuerpo de esta persona. Por supuesto que no se les detuvo ni se identificó a los que participaron en el atentado hasta el comienzo de la guerra. Lo veremos.

En la noche del 17 celebraban una reunión los dependientes de comercio ("mozos de coloniales, vinos y cereales, chóffers de dicho gremio, confiteros, chocolateros, dependientes de ultramarinos y similares, fábricas de pastas y galletas". Cf. LVG, 17/04/1936), afectos a la Sección Mercantil del Sindicato de la Industria de la Alimentación, en su local de Fontán 1, bajo. De la clase de gente que podía acudir a estas reuniones o de la naturalidad conque alguno de los participantes podía dedicarse a examinar una pistola en medio de una reunión sindical, da idea el hecho de que en un momento determinado sonó un disparo que fue a herir en una pierna a quien hacía de secretario, Manuel Mejuto. Peculiaridades de la democracia republicana y de la normalidad republicana. En cosa de tenencia y uso de armas estaban como el salvaje Oeste ¿o no? Como no podía ser menos, ni se ocupó el arma empleada ni se detuvo al autor del disparo. Mis notas.

Se lee en El Ideal Gallego correspondiente al 18 de abril de 1936:

Un individuo herido por arma de fuego en el local de la C. N. T. 

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En ocasión en que se encontraba a las nueve y media de la noche de ayer en el local que en la calle de Fontán tiene el Sindicato de Dependientes de Comercio y Mozos de Almacén, uno de los concurrentes fue herido por un disparo de arma de fuego.

Recibió una herida, cara externa, del muslo izquierdo, sin orificio de salida, de la que se le prestó asistencia médica en la Casa de Socorro del Hospital, calificándose su estado de pronóstico reservado.

Créese que el autor del disparo, cuyo nombre se ignoraba anoche, debía estar examinando una pistola y por efecto de un imprudente descuido ocurrió el suceso.

Desde luego está descartada la idea de agresión, toda vez que el herido no tiene significación política destacada, ni tuvo, de momento, discusión alguna con nadie.

Se practican gestiones para saber quien fue el autor del disparo.

 Se lee en La Voz de Galicia correspondiente al 18 de abril de 1936:

Herido de un balazo en una reunión

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Ayer noche, cuando estaba celebrando una reunión el Ramo de Alimentación, de dependientes de comercio, en su local social de la calle de Fontán 1, bajo, sonó un disparo de entre los asistentes, que fué a herir al que actuaba de secretario, que ocupaba uno de los puestos de la mesa presidencial.

Inmediatamente se le condujo a la Casa de Socorro del Hospital, donde fue curado de primera intención por el médico y practicante de guardia señores López del Castillo y Padín.

Presentaba una herida por arma de fuego en el tercio superior, cara externa del muslo izquierdo, sin orificio de salida.

Su estado fue calificado de pronóstico reservado.

Después de asistido pasó el herido a su domicilio.




lunes, 23 de julio de 2012

De peajes e impuestos revolucionarios

Las tramas clientelares y de poder existen; de hecho y a mi juicio están en el fondo de los problemas que padece actualmente el país. Se habla mucho de corrupción pero no se concreta en estas tramas, en determinadas opciones en las que poco más hay que clientelismo pese al apasionamiento, a la agitación, o a la propaganda que tiende a dar una imagen altruista o de supuesto bien común...  Tururú. Recuerdo lo que decía Manuel Casás en sus memorias sobre aquellos galleguistas de la II República: querían el estatuto por las nutritivas sinecuras con las que soñaban y vendían los promotores del mayor fraude electoral que se dio en Galicia. En nuestros días y para determinados grupos, más de lo mismo. Por supuesto que ellos no van a reconocer que son unos corruptos que se venden como cracks. Pero digo yo que no es normal que se venda como cracks a señores que, por ejemplo, nunca consiguieron que el Ministerio les aprobase uno sólo de los proyectos que presentaron... ¿No será que son buenos porque ellos lo dicen y lo valen, o porque los apoyan los partidos de la trama a los que ellos a su vez apoyan para retroalimentarse? Hay que erradicar los concursos de méritos para el acceso a plazas de docentes e investigadores en diversos lugares, entre otros la universidad, para que efectivamente entren los mejores, y no los mejor relacionados.

Los miembros de esas tramas se me ponen como la niña del exorcista con lo que digo en este blog. Una tilita, majetes. Modestia aparte, cuando tanto se apasionan, no debo hacerlo pues tan mal a la hora de dar a conocer al público en general --que es lo que me interesa-- determinados documentos que ellos ocultan, o silencian parcialmente para no quedarse con salva sea la parte al aire o para manipular a su sabor. Se hacen esfuerzos para imponer de forma dogmática la idea de que la II República fue una democracia equiparable a la nuestra, con problemillas, bah, sin importancia, pero una democracia equiparable a la actual, incluso tras las elecciones que dieron el triunfo (de hecho) al Frente Popular: tururú, tururú, tururú. A colar milongas a casa de aquella señora, hombre. De nada sirve que Payne diga que tras las elecciones del 16 de febrero del 36 la democracia electoral había sufrido un eclipse total. A lo mejor hay quien cree que una democracia puede recibir tal nombre cuando no hay democracia electoral. Yo no lo creo, pero los miembros de estas tramas se empeñan en sostener que seguía habiendo democracia. Si es cuestión de darles la razón... yo se la doy, pero sigo estudiando y dando a conocer lo que pasaba en aquella sociedad, y luego que la gente decida, que es lo que en fondo me interesa.

Imaginemos que un grupo que hoy denominamos terrorista y antes se conocía más como revolucionario, tiene frito a un ciudadano durante dos años, con incendios en su tienda, boicots, y hasta bombas que se le ponen en su propia vivienda. El ciudadano cede, es de suponer que aburrido y aterrorizado después de dos años de violencia, al ver su vida y la de su familia en peligro, desprotegido por parte del Gobierno porque los violentos eran una parte de quienes habían votado a ese Gobierno y quienes además habían decidido su victoria (de hecho). Se pliega a las coacciones, teniendo que pagar una cantidad al grupo terrorista para indemnizarlo por los gastos de bombas, gasolina, etc. Imaginemos también que ese gobierno no ilegaliza al grupo que acude a la violencia porque como digo está formado por sus propios votantes, y que permite a uno de sus periódicos publicar las condiciones del chantaje como si fuese cosa normal ¿Democracia? ¿Pero a quien queréis engañar, majetes? Dos duros, vamos.

No sé si recordáis a Gerardo Blanco Villar, el panadero del Portazgo al que los anarquistas, el Sindicato de Panaderos, tenía frito con boicots, incendios y hasta bombas. Es de suponer que al ver en peligro su propia vida y la de su familia tras la bomba de marzo del 36, se vio obligado a ceder ante el chantaje de la violencia. Lo curioso del caso es que el anarquismo publica en su semanario Solidaridad correspondiente a abril de 1936 las condiciones que el sindicato impuso al patrono mediante esa violencia, entre otras, que el panadero tenía que indemnizarlos con mil quinientas pesetas por los gastos ocasionados... Serían los gastos de gasolina, dinamita o balas ¿Democracia? Dos duros, vamos. Frente al pensamiento único o a la manipulación para chupar del bote o para enchufarse, información, documentos a la vista y que la gente se forme su propia opinión.

Se lee en Solidaridad correspondiente al 11 de abril de 1936:

Sindicato de Panaderos

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BASES en que se fundamenta la solución del conflicto que tiene planteado este Sindicato, con el patrono Gerardo Blanco, de El Portazgo:

PRIMERA.-- Abono a este Sindicato de la cantidad de mil quinientas pesetas por el referido patrono, como indemnización por los transtornos [sic] y perjuicios ocasionados.

SEGUNDA.-- Se compromete también el mencionado patrono, a pagar 50 cts. de aumento de jornal diarios al personal que ahora entra a trabajar y que es el siguiente: un maestro de pala, un aprendiz adelantado y un repartidor, este último no interno, sobreentendiéndose que los 50 céntimos que ahora van a disfrutar, quedarán anulados en el momento que se firmen unas bases en las que se vaya a disfrutar un jornal igual o superior al estipulado para estos compañeros.

TERCERA.-- Se ofrece asimismo a ser el primero que firme la modificación de las bases actuales, o de unas nuevas.

Nota: también advertimos que en la última semana, quedó solucionado el conflicto que sosteníamos con la viuda de Baquero, al hacerse cargo del obrador un familiar de dicha viuda.

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Este Sindicato pone en conocimiento del público en general, y de los trabajadores en particular, que tiene un conflicto planteado a las panaderías siguientes: VIENA EN CORUÑA de la calle de San Roque de esta localidad, y MACEIRAS en San Pedro de Nos, lo que advertimos para los efectos consiguientes.

LA DIRECTIVA.

Recuerdo que Jesús Beriguiain Vicuña, propietario de Viena en Coruña, también sufrió dos atentado durante el mes de abril por parte del Sindicato de Panaderos, que seguía siendo legal... Tal vez es anormal que en una democracia como la actual los grupos que empleen medios o persigan fines tipificados como delito, sean ilegales. A lo mejor lo democrático era lo que ocurría con el Sindicato de Panaderos, que era legal pese a acudir una y otra vez a la violencia. Como decimos por aquí: canto mantén a fariña (de pescado, eh.)



viernes, 20 de julio de 2012

Dos intentros frustrados para apropiarse de tierras

Creo evidente que durante el período revolucionario español, especialmente en su última etapa tras la victoria (de hecho) del Frente Popular, la Ley era papel mojado para aquella media España que no votó a esta organización. Los católicos se veían acosados con incendios de iglesias o coacciones para menoscabar su libertad de culto, u ocupación de viviendas de sacerdotes para montar allí la Casa del Pueblo; la integridad física de cualquiera podía peligrar si se sabía que era de derechas o católico, etc. De todo ello hemos visto ejemplos un día sí y otro también. Como no podía ser menos, la propiedad privada también estaba en solfa. En el medio rural gallego, a falta de latifundistas, quienes se veían acosados eran los modestos agricultores típicos de Galicia, minifundistas, propietarios de unas pocas tierras y en su caso colonos de otras que en conjunto daban para poco más que el autoconsumo.

En abril de 1936 se pueden documentar dos intentos para ocupar tierras. Y también podemos ver algo que nunca se cuenta: que la II República concedió el derecho a voto a la mujer, pero esta seguía careciendo de personalidad jurídica. El hecho de que una mujer tuviese que ir acompañada de su esposo para abrir una cuenta en un banco, que tanto se usa para dar el kante, no lo inventó el Franquismo en contra de lo que se quiere colar. Durante la II República si una mujer quería entablar una demanda ante los tribunales o personarse en ellos, como carecía de personalidad jurídica, lo debía hacer "asistida de su esposo". Cuando entablaba una querella y otorgaba el consiguiente poder al procurador que fuere, comparecía ante el notario intervenida de su esposo --como se puede ver en cualquier querella entablada por una mujer-- con la autorización del marido, para prestar a su esposa la licencia marital.

Vuelvo al surco. Decía que en abril del 36 se pueden documentar cuando menos dos intentos frustrados para ocupar tierras en el entorno de La Coruña. El 1 de abril de 1936 Francisca Martínez Cortés, "asistida de su esposo Manuel Martínez Brea", denunció ante Juzgado Municipal de Cambre que era propietaria de una finca de la que había sido desahuciada la inquilina Pilar Montes, que la cultivaba con su esposo Andrés de la Iglesia Barbeito. Un día en que el esposo de la propietaria, Manuel Martínez Brea, iba con su hijo a trabajar esa finca, se presentó la Pilar diciendo que no estaba dispuesta a dejarles cultivarla y que ni el Juzgado ni nadie era quien para echarla de la finca. Maltrató el ganado, intento agredir al marido e hijo de la propietaria y como no paraba de tirarles piedras, tuvieron que marcharse. Supongo que a falta de testigos la acusada negaría los hechos y la causa fue sobreseída.

También nos enteramos a través de El Ideal Gallego correspondiente al 11 de abril de 1936 de otro intento de desalojar una tierra, se supone que para okuparla. José Seijo Serantes, de 26 años, vecino del Espíritu Santo, cultivaba como arrendatario un terreno de este lugar. Denunció a la Guardia Civil que noches atrás un grupo de desconocidos entre los que figuraba el antiguo colono Ramón Meiroa, lo amenazaron para que desalojase la finca porque en caso de no hacerlo se la incendiarían. Llamado el Ramón, declaró al parecer que él no tenía nada que ver con lo ocurrido, suponiendo que fueron algunas personas de La Coruña quienes amenazaron al José. Si tuviese que apostar me inclino a creer que esas personas podrían ser socialistas, individuos vinculados a la Casa del Pueblo de las Juventudes Socialistas. En una solicitud de julio del 37 en la que un vecino de Almeiras cuenta lo ocurrido con motivo del incendio de su iglesia parroquial y solicita al gobernador civil que quienes quemaron el templo lo reconstruyesen, dice en la parte expositiva (Lamela, 202-203):

El día del aniversario de la marxista república, dos pistoleros arma en mano (al parecer eran "los lejieros") mandados por los del centro comunista exigieron al párroco armas, que no hallaron.

Nos puede resultar muy gracioso lo de la "marxista república", pero resulta que estaban en guerra y en el otro bando no empleaban calificativos menos apasionados a la hora de llamar fascistas a cualquiera que no fuesen ellos y sus respectivos perros.Traigo esta cita a colación porque se sugiere una intervención de los de la Lejía, primerísimas figuras revolucionarias en la Casa del Pueblo; a los que la tradición oral atribuía todo tipo de desmanes. Sobre esta relación de la Casa del Pueblo con los desmanes recuerdo que el P. Blanco Rey publica un documento en el que el párroco de Arteixo da cuenta de los episodios de persecución, encarcelamiento por orden del alcalde, expulsión, etcétera, que sufrió con el Frente Popular en el poder. En una de las conversaciones del cura con el alcalde, éste le comentó que tenía intención de hablar con cuatro vecinos de los más revoltosos, para que estuviesen conformes en que el párroco volviese a su casa e iglesia; añadió (para variar en las autoridades del Frente Popular) que era incapaz de dominarlos y también que esos cuatro "eran de los que querían quemar la Iglesia, que aunque ellos no lo hicieran tenían proyectado buscar unos de la casa del pueblo de la Coruña que volasen la Iglesia y casa rectoral" (Blanco Rey, p. 1132).

Al igual que durante la guerra civil los revolucionarios de un pueblo solían cometer las quemas de iglesias, asesinatos, etcétera, no en su mismo pueblo sino en el vecino, yo diría que la Casa del Pueblo de las Juventudes Socialistas, como principalísimo núcleo revolucionario de la ciudad, pudo ser el lugar al que se acudía por revolucionarios de la comarca cuando había que cometer algún desmán, alguna ilegalidad. Los de la comarca no podrían cometerlos en su propio pueblo porque los reconocerían sus vecinos, cosa que difícilmente ocurriría si procedían de una población mayor como La Coruña que entonces contaba con 81.000 habitantes. No tengo que decir que estos intentos de ocupar tierras se perdieron al comenzar la guerra y por fortuna no se recuperaron con la llegada de la democracia.

Se lee en El Ideal Gallego correspondiente al 11 de abril de 1936:

Colono amenazado para que desaloje una finca

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El vecino del lugar del Espíritu Santo, José Seijo Serantes, de 26 años, que lleva en arriendo una finca sita en aquellos parajes, denunció a la Guardia civil que noches atrás un grupo de desconocidos, entre los que figuraba el antiguo colono de la finca, llamado Ramón Meiroa, le amenazaron para que la desalojara advirtiéndole que de no hacerlo así en breve plazo, la incendiarían.

Detenido Ramón Meiroa, declaró que él había sido lanzado de la finca hacía un año por falta de pago, pero que no sabía nada del delito de que se le acusaba. Supone que algunas gentes de La Coruña fueron las que amenazaron a José.




miércoles, 18 de julio de 2012

Accidentes en el puente de la Gaiteira

Lo que os cuento hoy no tiene en principio un origen político o social, pero sirve para contextualizar, para dar a conocer comportamientos hoy perdidos que protagonizaban los randillas de la época. La línea del ferrocarril Coruña-Palencia partía de la estación del Norte (Estación del Ferrocarril del Norte de España), situada en donde hoy se encuentra la estación de autobuses. La playa de vías se iba estrechando por lugares que hoy ocupa el Centro Comercial Cuatro Caminos, y seguía por la calle de Posse hasta el cañaveral del actual parque de San Diego para alcanzar la vía que hoy parte de la estación de San Diego.

Contaban los viejos que el puente del ferrocarril de la Gaiteira, el que se encontraba antes que el actual, era muy bajo. La muchachada no era infrecuente que viajase sin billete, bien dentro del tren escapando de los revisores, bien sobre el techo de los coches y vagones. Ese puente tan bajo supongo que sería similar al que cubre el río de Monelos hoy canalizado, en su propia calle, aquí; o el que se encuentra al salir de la estación de Santiago del Burgo en sentido ascendente, aquí. Lo cierto es que aquellos viejos decían que el puente de la Gaiteira era muy bajo, cosa que se sabía en la ciudad, así que cuando los randillas de la época viajaban sin billete, solían bajar del tren antes, o se introducían en el convoy o en las plataformas entre coches para evitar accidentes que pese a todo eran más o menos frecuentes resultando en ocasiones muertos y heridos.

Se puede constatar que los viejos no mentían. El 22 de julio de 1933, el niño de 11 años, Enrique Navarro Gil, viajaba sobre el techo de un vagón cuando al llegar al puente de la Gaiteira impactó con él, cayendo a la vía. Resultó sólo con lesiones de las que tardó en curar 26 días. Mis notas.

No tuvo la misma fortuna José María Mosteiro Seoane, de unos 18 a 20 años, que impacto con la cara tal vez con este puente. La Voz de Galicia publica una foto casi en primer plano del rostro, destrozado por el impacto. Por cierto, murió como consecuencia de shock traumático y no creo que nadie pueda decir que fue paseado, según identificación automática que acostumbran a hacer los señores de la memoria histórica... José María Mosteiro llegó en el tren correo procedente de Vigo. Este debía hacer la ruta Vigo-Orense-Monforte-Lugo-La Coruña e impactó contra un puente o túnel, que yo supongo el de la Gaiteira porque era el que los viejos designaban como origen de accidentes similares. El tren llegó a la ciudad el 12 de abril de 1936, aunque el cadáver no se descubrió hasta el día siguiente. Más notas.

Os dejo con las noticias que da de estos hechos La Voz Galicia. Se lee en este diario correspondiente al 23 de julio de 1933:

Un niño herido

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A las nueve y media de la noche de ayer fué recogido, en el puente de la Campsa, en la Gaiteira, el cuerpo de un niño gravemente herido.

En un automóvil se le trasladó a la Casa de Socorro de Santa Lucía, en cuyo centro benéfico se le practicó la cura de urgencia.

Después fue trasladado al Hospital.

Se llama Enrique Medrano, de once años, que vive en la calle de la Estrella, 14.

No se sabe cómo se produjo las graves lesiones que padece pero parece que cayó del puente de la Gaiteira a la vía.

La noticia que sigue fue publicada también en La Voz de Galicia correspondiente al 14 de abril de 1936:

POR VIAJAR SIN BILLETE

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Aparece el cadáver de un joven sobre un vagón del ferrocarril

Sobre el coche correo del tren que llegó a La Coruña desde Vigo, a las nueve de la noche del domingo, apareció ayer mañana el cadáver de un hombre joven, como de unos dieciocho a veinte años.

El cadáver estaba de bruces, un tanto ladeado, con un brazo sujeto a uno de los ventiladores del vagón.

Por la forma y condiciones en que fue hallado el interfecto, se supone que debía venir sobre el techo del expresado coche y recibió, en un descuido, un golpe al pasar por algún puente o túnel de la línea del ferrocarril.

Presentaba heridas en la cara y región frontal, con hundimiento de esta.

Ni en el convoy ni en la máquina nadie se dio cuenta del triste suceso.

El cadáver pasó la noche sobre el vagón. Con este se hicieron ayer maniobras para formar nuevamente el tren, que debía de salir para Vigo a las siete de la mañana, y tampoco fue visto el cuerpo.

Ya el tren formado, y poco antes de su partida lo descubrió, al fin, un empleado que iba recogiendo las luces.

La Brigada de la Policía de la estación ferroviaria, señores Arribas, García Espada y Bande, y los guardias de Seguridad de servicio, dieron conocimiento de lo ocurrido al Juzgado de guardia.

Lo era ayer el juez interino D. Luis Vidal Rodríguez, que con el secretario D. José Otero Calviño, el oficial señor Garfia y el médico forense señor Martínez Armanda [sic, será Martínez Arnaud], se personaron para incoar las primeras diligencias.

Como no fuera identificado el cadáver se ordenó su traslado en una ambulancia automóvil al depósito del Cementerio municipal, donde estará expuesto hasta hoy, a las doce de la mañana, en que le será practicada la autopsia.

El mozo fallecido parece aldeano. Era algo chato, bajo de estatura y vestía un abrigo oscuro, dos pantalones de dril, botas negras fuertes, de una pieza, calcetines negros, camisa blanca y corbata de color.

No se le encontró documento alguno y sí sólo un billete de tercera clase con fecha del sábado, de Teijeiro a Aranga; unos pitillos, una navaja corta de una sola hoja y un trozo de lápiz.

Se conoce que al regresar lo hizo sin pagar billete, encaramándose al techo del vagón.

Se dice que algunas gentes del Burgo vieron el domingo, al paso del tren de Vigo, a un joven de pie sobre los vagones.

Se cree que la desgracia pudo haber ocurrido en un descuido del polizón, al incorporarse, sin ver el peligro, y dar contra el puente de la Fábrica Cros, en el Burgo, en el túnel del Pasaje o en el paso superior de la Gaiteira.



viernes, 13 de julio de 2012

De seguridad, del Códice Calixtino, de hipocritillas y seguro que de algo más

Sigo con viñetas de este blog. Me hace una cierta gracia el recochineo que hay en nuestra sociedad hacia Manolo el electricista, del que resulta un clasismo ¿candoroso? Hipocritillas... No es que esté en contra de que la Justicia actúe sobre Manolo, pero en cierto modo me duele porque tengo la sensación de que se emplea una doble vara de medir. Hurtos similares a los suyos también los cometieron y los cometen ilustres e ilustrísimos conciudadanos, que ocupan u ocuparon cargos relevantes en la universidad, en la judicatura o en ámbitos culturales; a los que se dedican calles, plazas, bibliotecas o centros de enseñanza. Y todo, pese a saberse que si llegan a vivir en un país árabe les habrían cortado las manos. Pero a estos como son ilustres, no se les denuncia o se sabe que fueron ellos y se intentan otras vías de recuperación, como darle al pico. En algún caso me consta que esta forma de protesta ciudadana, de hacer circular en determinados ámbitos que tal documento lo tenía fulanito porque nos había dicho esto y lo otro, dio resultado en unos doce años. A nuestros ilustres, la sociedad, o la parte que conoce de sus sinvergonzadas, los mira mal y acaban devolviendo lo que habían hurtado o comprado sabiendo que era de procedencia non sancta. Cuando devuelven el documento, se pueden consignar diligencias del tipo: apareció en tal fecha :) Como si estuviese traspapelado :) También existe la posibilidad de que archivos adquieran una colección de procedencia non sancta y le den el nombre del coleccionista, también perfecto candidato al corte de manos en un país árabe (integrista). Quiero decir con lo anterior que tengo la sensación de que en los archivos y bibliotecas expoliadas se prioriza la recuperación de los documentos, resultando algo secundario que se condene o no al expoliador o que se le identifique como tal en los catálogos y otras herramientas, o que lo sepa el público en general. Bueno, no es mala solución si se trata a todos por igual. Habría que emplear el mismo criterio, sean modestos electricistas o ilustres conciudadanos ¿o no?

Digo lo anterior porque en cierto modo me duele por el Manolo, un pardillo al que no se trata del mismo modo, como si la justicia que nos damos entre todos fuese más benevolente con el poderoso e implacable con el débil. No es justo. Si no se mete el diente a conocidos expoliadores de archivos y bibliotecas porque son personajes que se valoran por otros motivos --y en la mayor parte de los casos seguramente de forma acertada--, o porque pertenecen a familias con influencia social, situación económica acomodada, etcétera, tampoco es muy justo condenar al pobre Manolo o ser muy riguroso con él.

¿Qué mejoraría yo en los archivos eclesiásticos gallegos? Opino, espero que se entienda de forma constructiva. Sobre la vigilancia de las salas conviene que se haga de forma presencial, no sólo a través de unas cámaras que los investigadores pueden comprobar y comentan que no se miran. Los archivos Catedralicio y Diocesano de Santiago cuentan con unas muy dignas instalaciones, y están razonablemente dotados de personal, que nunca es suficiente, lo sé. Si la pérdida del calixtino puede hacer llegar algunos recursos a los archivos catedralicios y diocesanos gallegos, yo los invertiría en los de Mondoñedo, Lugo, Orense y Tuy. No conozco ninguno de ellos, pero en determinados ámbitos no son infrecuentes las quejas y hasta el asombro de encontrarse unos archivos riquísimos, en instalaciones que urge mejorar; y casi sin personal, o teniendo que quedar con el archivero a ver si puede ir tal o cual día al archivo. No es aceptable que por falta de personal los investigadores puedan acceder a los depósitos y se sirvan ellos mismos la documentación. También me parecería justo que se evitasen rigorismos a la hora de poder obtener copias, y por supuesto que no se paguen precios de diez euros por una fotocopia; o que no se pida la voluntad, se pongan cincuenta euros en las manos por cuatro fotocopias, se diga que es poca voluntad y haya que subirla hasta los cien eurazos. Un poquito de porfavor... El uso de cámaras digitales se está generalizando en los archivos públicos y no pasaría nada porque también los eclesiásticos permitiesen usarlas, en mi opinión. Si es cierto que no se da acceso a este o aquel grupo de papeles, no porque se estén organizando, sino porque los usa alguien de la casa en trabajos históricos, tampoco me parece aceptable. Que se use lo que sea, que cada uno le dé el enfoque que quiera, pero no me gusta el exclusivismo, lo que se llamaba hace años el apalancamiento, supongo que erradicado en cualquier archivo público de nuestros días. En resumen: vigilancia presencial en las salas de consulta; inaccesibilidad a los depósitos por parte de los investigadores; mejora urgente en las instalaciones de los archivos catedralicios y diocesanos mencionados; apoyo para la contratación de personal que permita abrirlos al público con el buen servicio que ofrecen los de la archidiócesis de Santiago; menos rigorismos a la hora de obtener copias, que se habla de partidas y libros mutilados a cutter, y se atribuyen estos daños a consecuencia de los problemas para obtener copias o al precio subidísimo que se les pone a estas, o a que no se autoriza la solicitud por parte de la dirección. Las quejas parecen razonables ¿o no?




martes, 10 de julio de 2012

Del Códice Calixtino

Me pareció buenísima la viñeta, como otras de este blog. Al final se hizo una entrega solemne que no me gustó. La encuadernación es de 1966 y como esta vez no abrieron el libro ni toquetearon el pergamino, tampoco pasa nada porque lo hubiesen manoseado. Pero en los vídeos, el profesional, creo que Ramón Yzquierdo, toma el códice con unos guantes de algodón, los que hay que usar, no de látex como se lee por ahí.

Decía que no me gustó la entrega porque se hizo alarde de supuesto apoyo a los archivos (eclesiásticos), de mejorar su seguridad, etc. Me temo que el Archivo de la Catedral de Santiago cuenta con unas razonables medidas de seguridad pero tenía el bicho dentro, y por lo tanto me parece demagógico y oportunista pedir que se abra expediente a la víctima de un robo; o culpabilizarla por algo que no está erradicado en ningún sitio como son los hurtos que realizan los trabajadores o extrabajadores. En cualquier centro de trabajo hay taquillas, y cajones o armarios cerrados con llave en lugares que sólo pisan trabajadores de la propia casa. Pues eso, que menos endilgar culpas a quien es una víctima, que hace falta ser mala, coñe.

En cuanto al supuesto apoyo a los archivos, les acaba de dimitir hace cosa de dos semanas el subdirector general de archivos de la Xunta de Galicia. Al parecer se desaloja a los trabajadores del Archivo de Galicia, y se les traslada a la Biblioteca, con el menoscabo que supone hacia el Archivo de Galicia, sus trabajadores y los archivos en general. Los políticos y seguramente la población se creen que los archivos "importantes" son únicamente los "históricos", cuando el cuidado de los documentos que se generan por la Xunta de Galicia hoy o por Justicia, permitirá que puedan ser usados para escribir la historia de Galicia mañana, además de mejorar el funcionamiento actual de la Administración. Pero no se le ve una rentabilidad inmediata a esto de cuidar los documentos que producimos hoy, los archivos de papeles de nuestros días, y encima en los medios se suele entrevistar al primer señor que dice tener idea sobre el tema (editores, empresarios de seguridad, etc.), resultando auténticos disparates o titulares escandalosos. Es excepción este artículo de Pedro López. Al fin alguien en los medios que sabe de lo que habla. Por si me lee algún periodista, a ver hombre, a ver si se entrevista a un archivero o a un restaurador de documentos, y no a la colección de señores enteraos con afán de protagonismo que han aparecido estos días.



jueves, 5 de julio de 2012

Annuntio vobis gaudium magnum: habemus Codex Calixtinus


¿Me habrá salido bien el latinajo? XD Un día francamente gozoso, no tanto ayer que no aparecía el Códice Calixtino. Se le habían encontrado al presunto animalito & family un millón doscientos mil euros de vellón, y todo apuntaba a la posibilidad de que lo hubiese vendido.

A lo largo de este año desde que se dio a conocer el hurto, han surgido un sinfín de especulaciones sobre o en torno al documento, seguramente la más peregrina fue aquella según la cual el calixtino distinguía entre ciudades españolas y ciudades gallegas... en el siglo XII. :)

En las tertulias e hilos de debate que surgen en los medios empiezan a aflorar las ideas de bombero (de bombero antiguo, eh). No es por dificultad, sino porque no se tiene ni repajolera, y como a los tertulianos les pagan por hablar, sueltan por esa boquita algunos disparates que sonrojan. Acabo de leer una noticia y le llaman incunable. Un incunable es un impreso del siglo XV. El calixtino es un manuscrito (del XII). Sólo los impresos, repito, impresos, del siglo XV reciben la denominación de incunables. No es difícil ¿Me leerá algún periodista? Todavía no vi que se refiriesen al pergamino llamándole papiro, pero ya aparecerá alguno. Una de las propuestas estrella y de las que se vino hablando consiste, no en tener el documento a buen recaudo, sino en exponerlo como si fuese una pieza de museo... ¿Qué tal al sol o con una luz artificial día y noche para que resulte bien visible... para que le afecte bien la luz, amarillee, se torre, se ondule el pergamino, se reseque, parta, etc.? Antes de opinar así hay que informarse un poquito.

También produce escándalo que en la catedral de Santiago no tengan todo perfectísimamente "catalogado" (al parecer debe hacerse mediante una auditoría), papel a papel... Yo creo que no es difícil de entender que en las bibliotecas no se catalogan hojas de libros, sino libros completos, y lo que se pide para un archivo equivaldría a catalogar todas y cada una de las hojas de libros y legajos; al igual que si alguien presta un libro y le roban una hoja, será raro que detecte la falta hasta que pase cierto tiempo, en los archivos y bibliotecas tienen más cosas que hacer que repasar los libros y legajos, hoja por hoja, a ver si les falta alguna. Y como la gente no se da cuenta que no llega la vida de una persona, ni de dos, ni de muchas más para leerse todo lo que hay en un archivo, a veces se producen hurtos, que no se detectan hasta que pasa cierto tiempo porque el ladrón va a procurar burlar los sistemas de seguridad, y por muy bueno que sea ese sistema, si alguien se empeña, siempre va a encontrar un fallo. Vamos, que este no es el primer ni el último documento que se roba en un archivo o biblioteca, o el primer cuadro que desaparece de un museo. Es así. En los centros comerciales roban todos los días pese al dineral que se gastan en seguridad, en cámaras vistas y ocultas, en vigilantes de uniforme y de paisano, etc. En los archivos y en las bibliotecas también se producen hurtos, muchísimos menos que en los centros comerciales, pero es inevitable que se produzcan.

Se propone asimismo que no se exhiba el Códice a los investigadores, y también se dice que la Iglesia no está preparada para custodiar el documento que debe encontrarse según unos en la Biblioteca Nacional, y según otros en la Cidade da Cultura. A ver, ya no lo exhibían como no fuese a visitas y no a todas. Hice hace ya años una visita con un grupo al Archivo de la Catedral de Santiago, y nos sacaron el Tumbo A de la caja fuerte --en donde también tienen documentos que sí bajan a la sala de consulta cuando lo solicitan los investigadores--, y allí mismo sobre lo que recuerdo como un mostrador alto inmediato a la caja, nos lo exhibieron. No lo sacaron de la habitación ni lo separaron de la caja más que unos pocos metros. A diferencia del toqueteo que le dedicaba hoy D. Julián al calixtino, los trabajadores del archivo lo manipulaban con guantes de algodón, y quiero recordar que no abrían los libros que nos enseñaron más de 90º. El cuidado era exquisito y recuerdo también que alguien intentó tocar uno de los libros, pasar una o dos páginas, cosa a la que le respondieron que por favor no lo toques. Esto produjo sorpresa en algunos de los visitantes que tenían experiencia cotidiana en el manejo de documentos. Vamos, que el cuidado era exquisito y no me une mayor relación con los trabajadores de ese archivo que conocer a uno de haberlo visto hace años. Por otra parte, si la Catedral de Santiago lleva ocho siglos conservando el documento, no puede decírsele ni mu sobre si saben o no saben con lo que se andan, vamos. Máxime cuando conocemos que las mayores pérdidas de bienes patrimoniales se produjeron con motivo de las medidas desamortizadoras cuando papá Estado metió las zarpas en archivos y bibliotecas de monasterios, conventos o catedrales; o durante la II República y guerra que le siguió, con pérdidas provocadas precisamente por los demagogos que ahora quieren privarle al cabildo compostelano de un documento sobre el que existe experiencia secular acerca de su capacidad para conservarlo.

Y otra cosa, es tal el afán de meterle el dedo en el ojo a la iglesia Católica, para hacerse el izquierdista de boquilla cuando se enchufa como los demás, o se forman tramas clientelares y de poder como otros, que la gente se pasa por salva sea la parte la Constitución en lo que a respeto a la propiedad privada se refiere, o los acuerdos entre España y la Santa Sede, de 5 de diciembre de 1979 de los que copi-pego el art. 1.6 en mayúsculas, y destaco en negrita algunas palabras, a ver si ahora...:

EL ESTADO RESPETA Y PROTEGE LA INVIOLABILIDAD DE LOS ARCHIVOS, REGISTROS Y DEMAS DOCUMENTOS PERTENECIENTES A LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, A LAS CURIAS EPISCOPALES, A LAS CURIAS DE LOS SUPERIORES MAYORES DE LAS ORDENES Y CONGREGACIONES RELIGIOSAS, A LAS PARROQUIAS Y A OTRAS INSTITUCIONES Y ENTIDADES ECLESIASTICAS.

El viernes se hace la recepción oficial y solemne del documento en la propia catedral. La gente parece que quiere un tedeum. A mí me gustaría más un Himno al Apóstol acompañado del botafumeiro, que es más nuestro, más gallego y más español. Ya veremos lo que hacen.



miércoles, 4 de julio de 2012

Tráfico de armas

En una sociedad como la republicana que estaba en cosa de uso y tenencia ilícita de armas, como el salvaje Oeste, cualquiera supone que había un mercado negro en el que se podían adquirir con mucha más facilidad que en nuestros días. Algún tipo de confidencia debió poner a la Policía en la pista de que en el número 23, bajo, de la calle de la Florida, el "industrial" Celestino Rodríguez Correa, de 58 años, oriundo de Vimianzo, tabernero tal vez, vendía un revólver. Encontrándose declarado el estado de Alarma en todo el territorio nacional y suspendidas así las garantías constitucionales según era habitual durante la II República --lo excepcional fueron las pocas semanas en las que esas garantías constitucionales estuvieron en vigor-- la Policía registró el bajo, que también era vivienda, sin orden judicial previa, encontrando en un cajón un revólver. Puesto a disposición del Juzgado el 11 de abril de 1936, fue oído Celestino y dijo que el revólver se lo había  entregado para su venta un ciego que vivía por las Atochas, Benigno Suárez N., de 31 años, vendedor de periódicos y Lotería. Celestino le entregó a su vez 15 pesetas a cuenta. Parece que el hecho de ser ciego el Benigno, lo libro de ser procesado al no resultar posible que reconociese el revólver que le exhibió el Juzgado como el mismo que él había cedido a Celestino.

Se encarga de la defensa de este último el que luego sería famoso artista exiliado, Luis Seoane López, del Partido Galeguista. El fiscal solicitó en un principio para el procesado la pena de cuatro años, nueve meses y once días de prisión menor, pero en el acto del juicio oral el abogado logró que el fiscal apreciase una atenuante de buena conducta, o la inexistencia de peligrosidad social, solicitando tan sólo dos meses de arresto mayor, pena a la que lo condenó el tribunal y que cumplió en la Prisión Provincial de La Coruña.

No he podido averiguar nada sobre los dos implicados en este lío, pero me llama la atención que defienda al procesado, Luis Seoane, que no me encaja para nada defendiendo a un derechista que se dedicase a la receptación y tráfico de armas, y sí a alguien de izquierdas. Por último, el revólver incautado, tal y como consta en la causa, fue de las armas que robaron los revolucionarios de la Audiencia en la madrugada del 18 de julio de 1936, antes de la declaración del estado de Guerra. Para ello violentaron las puertas de una de las secretarías de Sala y del armario en el que se custodiaba este revólver y otras armas que estaban allí como piezas de convicción de sumarios, a la espera de ser remitidas a la Guardia Civil para que procediese a su inutilización. Creo que conocí a quien colaboró desde dentro, como trabajador de la Audiencia que era, a la hora de hacer el reparto de armas. Lo recuerdo alto, con bigote ancho, pelo ya del todo cano, que peinaba hacia atrás con ese fijador que daba al pelo un color algo verdoso; tenía alguna sortija voluminosa con un pedrusco arriba y portaba en su muñeca una esclava de oro de eslabones gruesos; recuerdo que fumaba tabaco de picadura. Buena persona, cariñoso con los niños, aunque solía ser tan serio que nos imponía respeto. Tenía fama de ser un viejo comunista, equivaliendo esto tan sólo a que era un señor de ideología muy izquierdista. Aunque fue condenado a prisión debió beneficiarse de no haber estado del todo claro que participase en el reparto de armas, o que este se hizo antes de la declaración del estado de guerra. Creo que salió pronto de la cárcel pero se encontraba en libertad vigilada. Quiere decirse con lo anterior que mientras no transcurriese el tiempo de la condena, cada vez que venía Franco a Meirás, se le suspendía la libertad vigilada e ingresaba en prisión, o tenía que salir a más de 150 km de La Coruña. En la posguerra sus hermanas solicitaron audiencia a Franco, que las recibió en Santiago de Compostela y les dispensó un trato afectuoso. Pero... ellas le pidieron que perdonase a su hermano, que todo había sido una chiquillada. El jefe del Estado les contestó: no tengo nada que perdonar ni dejar de perdonar. Que lo perdone Dios y mis muertos. 

 Mis notas.



domingo, 1 de julio de 2012

Cortando árboles por el Pasaje

Comentaba en una anotación reciente que a veces no es sencillo distinguir los atentados provocados por las izquierdas en el mundo rural gallego de las meras venganzas entre vecinos. En este caso yo creo que no fuerzo nada la fuente si atribuimos lo ocurrido a una motivación política o social. El sumario se expurgó y la prensa que rastreé tampoco da cuenta del hecho, así que no voy a ir más allá.

La S.A. Cross contaba con una planta de producción de abonos sulfatados en la parroquia de Santiago del Burgo, en el término municipal de Culleredo, de la que hoy sólo quedan unos pocos inmuebles. Quiero recordar que tostaban piritas, cuyas cenizas volantes teñían de un color entre ocre oscuro y violáceo, las cubiertas de teja y fachadas del entorno. La empresa contaba con un terreno en las proximidades del puente del Pasaje en donde tenía plantados 80 eucaliptos, que fueron cortados en fecha no determinada pero que debió ser próxima a la de incoación del sumario el 8 de abril de 1936. Como los peritos tasaron los daños en 400 pesetas, habrá que suponer que se cortaron ejemplares jóvenes, que sale cada uno a 20 cts., así que no debían desarrollar demasiada altura.

El sumario instruido, una vez más fue sobreseído sin que se pudiese averiguar quien o quienes fueron los autores de los daños. El Franquismo tuvo muchos inconvenientes, pero de este tipo de hechos, una vez que comenzó la guerra, no se volvió a saber porque se hizo frecuente aquello de que el que la hacía, la pagaba. Al igual que los atracos a mano armada también puede decirse que desaparecieron, pero a diferencia de estos ya no se recuperaron con la llegada de la democracia. De hecho, si en el mundo rural se sabe de este tipo de atentados de un modo cada vez más vago, tengo la impresión de que en ámbitos urbanos no se guarda ya memoria de ellos.