jueves, 3 de mayo de 2012

De un célebre incidente con don Óscar Nevado

Óscar Nevado de Bouza fue uno de los militares más característicos y conocidos de aquel tiempo. Todo un personaje. Aún se recuerdan algunas de sus anécdotas y hasta circulan chismes que con la escasez de criterio que proporcionaba el bajo nivel cultural, no me atrevo a decir si es que responden a algo cierto. Me inclino a creer por eso mismo que probablemente sean pura fantasía. Estos chismes tal vez se apoyasen en su voz aflautada, en ser comisario de los Exploradores de España, que devinieron en Boys scouts; en ser soltero y vivir con su ama de llaves, aquí (probablemente en el primer piso), o en ser un autor literario, a saber. Se le conocía como Sobaco ilustrado porque solía portar un libro bajo el brazo. Hay quien dice que ese libro era de pega y en realidad servía para contener un peine y un espejito. Habitual del Casino --en donde fue presidente-- solía sentarse en los sillones de mimbre que se ponían en la puerta de esta sociedad que da a la calle Real, como todos los que paseaban por esta vía en aquellos años, se supone que para ver y ser visto. También se colocaba en la terraza del café América, que hoy ocupa la entidad bancaria que recojo en la imagen, a leer el periódico. En aquella sociedad creo que no había Policía Militar,  a la que yo aún recuerdo identificando y en su caso arrestando a soldados que salían de paseo y no mantenían la compostura, que se embriagaban; que vestían de paisano; que iban de uniforme pero en pelo por la vía pública; que llevaban el uniforme de bonito sucio, falto de algún botón, con las botas sin lustrar, etc. Digo que en aquella sociedad republicana creo que no había Policía Militar, así que era la propia oficialidad la que se encargaba de que la guarnición cuando salía de paseo no se comportase de forma indecorosa de acuerdo con la mentalidad de la época.

Da testimonio Alberto Martí (Carlos Fernández, 2010, 651-652) de que a él el militar que más le llamaba la atención era "don Óscar Nevado", y añade que le gustaba "sentarse en el café América a leer el periódico. Si pasaba algún soldado cerca de él y no le saludaba, enseguida le llamaba al orden". Tal vez haya habido más incidentes como este, pero el que me da pie para hacer la anotación de hoy fue célebre.

El 25 de febrero de 1936 estaba don Óscar Nevado en la terraza del café América cuando pasó un soldado y no lo saludó; don Óscar lo llamó al orden y el soldado se insubordinó; fue entonces cuando teniente coronel jefe del Regimiento de Infantería de Zamora nº 29 (no había llegado aún Martín Alonso) mandó al soldado arrestado al cuartel. Enteradas las juventudes socialistas y demás revolucionarias, que estarían por la calle Real de paseo, se aglomeraron ante el América y comenzaron a insultar a don Óscar. Y esto, muchos años más tarde, aún se recordaba. Pero sobre todo, que estaban por allí los de Asalto y no hacían nada para contener aquellos insultos y deshacer la concentración que en cualquier momento podía desembocar en violencia física. Sólo pasado un buen rato, se decidieron a intervenir. Esta agresión, aunque sólo fuesen injurias y no se llegase a la violencia física, fue de las que asombró a buena parte de aquella sociedad porque se había llegado al extremo de insultar y meterse en cuestiones propias del trabajo de un militar, a los que se solían dispensar todo tipo de respetos y consideraciones, hoy algunas creo que las percibiríamos como afectadas. En aquel Ejército, si dos hermanos, uno capitán y otro sargento, querían pasear juntos, me consta personalmente que el sargento pidió permiso para pasear de paisano, para poder hacerlo con su hermano. En otras ocasiones, ascendía un teniente a capitán y pasaba a tratar de usted a los tenientes que antes tuteaba. Yo aún recuerdo cuando un anciano por la calle se encontraba con otro anciano que había sido su jefe en el Ejército, y el antiguo subordinado se descubría diciendo ¡usted siga bien! A lo que el antiguo superior respondía: adiós fulanito (apellido). O llegar un primo de otro sitio, soldado que trataba de tu a su primo, sargento, y pasar por allí el capitán de la compañía y llamar al orden al sargento por permitir que un soldado lo tutease. En fin, que la sociedad evoluciona, y para bien sin que la apertura sirva para que se pueda insultar a un militar ni a nadie como hicieron los socialistas y demás juventud revolucionaria con Óscar Nevado de Bouza; y también que con estos antecedentes no es de extrañar que fuese uno de los que luego denominaron "militares dignos", que no aceptó el mando del Regimiento tras la destitución de Martín Alonso por parte del jefe de la media brigada, general Rogelio Caridad Pita.

Os dejo con la noticia que da sobre este hecho El Ideal Gallego de 26 de febrero de 1936:

Un incidente en la calle Real

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A las seis de la tarde de ayer, pasaba por la calle Real un jefe del Ejército con el que se cruzó un soldado de su Regimiento que no le hizo el saludo reglamentario.

El soldado fué requerido por su jefe y recibió una orden que aquel se negó a cumplimentar, por cuyo motivo se le envió al cuartel arrestado.

Aprovechando esta circunstancia, elementos perturbadores trataron de crear una situación de hostilidad a dicho militar, y poco después de ocurrido el hecho que antecede, se aglomeraron algunas personas ante el Café donde el jefe del Ejército estaba haciendo una consumición.

Mientras unos hacían ademanes de protesta, otros trataban de hacer ver a los alborotadores, que no era cierto que hubiera ocurrido ningún atropello y que el citado jefe se había comportado con toda corrección.

Dicho jefe, goza entre sus subordinados de gran prestigio.



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