martes, 28 de febrero de 2012

Una balazo en medio de una discusión


En el solar que hoy ocupa la papelería Porvén se encontraba en marzo de 1936 el Michigan pequeño, un bar de camareras en el que el día 13 de ese mes se dio un hecho que con los demás que vimos e iremos viendo, da idea de la relajación que existía en lo que a uso de armas de fuego se refiere. En el Michigan estaban dos soldados de Infantería agregados a la Sección Topográfica de la División. Parece que se pusieron algo pesados con alguna de las chicas e intervino un carabinero que se encontraba, también como cliente, en el local. Uno de los soldados esgrimió su machete; el carabinero retrocedió y al encontrarse acorralado sacó su pistola. Intervienen otros parroquianos, unos sujetando al soldado y este agarrando el brazo del carabinero con el que sostenía el arma. En el forcejeo se dispara la pistola y el de la Topográfica resulta con una herida producida por la bala que le atraviesa un muslo.

Del hecho tomó conocimiento el auditor de Guerra de la 8ª División orgánica, Eugenio Pereiro Courtier, que ordenó al juez militar permanente de la División, capitán de Infantería, Ignacio Olavide Torres, que incoase diligencias previas. Este las transformó en causa, que una vez instruida elevó de nuevo al auditor, quien dio vista de las actuaciones al fiscal jurídico militar de la División, Hernán Martín-Barbadillo. El fiscal aconsejo a la autoridad judicial militar que se inhibiese del conocimiento del asunto en favor de la jurisdicción ordinaria, como así lo hizo. Instruido sumario por el Juzgado de instrucción del Distrito de la Audiencia, fue enviado a la Audiencia Provincial que condenó al carabinero a un mes y un día de arresto mayor, pena que no llegó a cumplir al carecer de antecedentes, observar buena conducta y no haber vuelto a delinquir durante el tiempo en que se le remitió de forma condicional la pena impuesta. De lo que acabo de comentar, la prensa, ni mu.

Mis notas.



sábado, 25 de febrero de 2012

Asesinato en la calle de Caballeros


La calle de Caballeros se extendía en su recorrido tradicional desde la esquina de Castro Chané con el edificio de la Escuela del Trabajo, pasa por delante de la estación de autobuses, y termina en la glorieta de Monelos. En el primer tramo, casi frente a la Escuela del Trabajo, se produjo uno de aquellos episodios de pistolerismo republicano que me da pie para hacer esta anotación. Dejo el enlace a una imagen actual por si no se reconoce bien la zona.

Ángel Redondo Iriberri contaba 56 años en la noche del 26 de marzo de 1936 cuando le pegaron tres tiros por la espalda. Era un jornalero que vivía en una situación precaria. Castellano, había emigrado a Francia en donde trabajó para sus ferrocarriles. Allí se casó aunque pronto enviudó. Vino a La Coruña en donde contrajo nuevo matrimonio. Tenía alquilada una habitación en la calle de San Luis en donde residía con su esposa. Trabajaba como jornalero eventual en la estación del ferrocarril o en el muelle. En éste, antes de las elecciones de febrero del 36, porque tras ellas se quedó en paro. Él y su mujer recogían despojos de materiales que se cargaban o descargaban en el muelle y parece que recibían ayuda de algún familiar. Ángel Redondo estaba afiliado al Sindicato de profesiones varias (Sección Estación del ferrocarril) afecto a la CNT, y en las elecciones de diciembre del 33 había sido interventor de una mesa por el PSOE. Formaba parte del padrón de pobres de la ciudad.

El 26 de marzo de 1936 se encaminaba para su casa cuando al pasar por la calle de Caballeros, a la altura del nº 28, le dispararon tres tiros por la espalda. Se dio aviso al cercano cuartel de la Guardia de Asalto, que se encontraba en general Sanjurjo esquina Río de Monelos, aquí, desde donde destacaron una camioneta con fuerza al mando de un sargento. Trasladaron al herido a la Casa de Socorro de Santa Lucía, aquí, en donde a los veinte minutos de haber llegado, falleció.

¿Estamos ante un delito común o ante un crimen social? En un primer momento se creyó que podía ser social, pero parece que a las pocas horas dejó la investigación la brigada social de la Policía, y se encargó del asunto la que se ocupaba de los delitos comunes. El 7 de mayo de 1936 la Audiencia Provincial sobreseyó en la causa al no haberse podido averiguar quien o quienes fueron los autores de los disparos. A los pocos días, la Guardia Civil de Pontedeume recibió una confidencia. Se refería a un individuo que llevaba residiendo en la villa unos dos meses y procuraba ocultarse de la gente. En la confidencia se le atribuía un robo de alhajas y un asesinato cometido en La Coruña. El 24 de junio de 1936 se trasladaron miembros de la Guardia Civil del puesto de la capital a Pontedeume, y detuvieron al sospechoso que había tenido en 1935 un juicio de faltas por injurias a los agentes de la autoridad. Puesto a disposición del juzgado, de nuevo se reabrió el sumario, que otra vez fue sobreseído sin poder imputar al sospechoso el asesinato de Ángel Redondo Iriberri.

Os dejo con las noticias que publica sobre este hecho La Voz de Galicia. Por cierto que este medio da la primera noticia --no hay queja por la extensión-- en una discreta parte inferior de su página 5 --plana dedicada a Noticias por teletipos-- admitiendo que el crimen era social. Al día siguiente, tras obtener información de la Policia y haberse entrevistado con el gobernador... desmintió este medio que se tratase de un crimen social. Me vuelve a resultar llamativo que llevan la información sobre este suceso a una inusitada primera página. También me resulta llamativo que el semanario anarquista Solidaridad no diga ni mu sobre este hecho, ni se sepa que acudiesen al entierro las habituales representaciones obreras.

Dice La Voz de Galicia el 27 de marzo de 1936:

El crimen de anoche

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Un hombre muerto a tiros

Un suceso sangriento ocurrió anoche a las nueve y media en la calle de Caballeros, casi frente a la Escuela del Trabajo.

Iba por allí hacia su domicilio, en la calle de San Luis --tras de la fábrica de Senra-- un hombre llamado Ángel Redondo Iribarre, cuando al pasar frente a la casa número 28, en cuyo piso bajo tiene establecida una tienda de comestibles y vinos el industrial Albino Iglesias Rodríguez, sonaron varios disparos de arma de fuego.

Recibió Iribarre, según se vio luego, tres balazos, y cayó pesadamente sobre la acera. Fué una súbita descarga, hecha sin duda por personas que esperaban a la víctima y que parece que le dispararon por la espalda.

Se produjo la consiguiente alarma y corrieron los transeúntes.

A la sazón se hallaban en el citado establecimiento tres individuos, jornaleros, según parece, llamados Lorenzo Campos Ferreiro, Manuel Novo Rodríguez y Benito Landeiro Suárez, quienes fueron los primeros en acudir al lado del agredido.

Estaba echado sobre un gran charco de sangre y su estado era gravísimo a juzgar por el aspecto.

Se dio aviso del trágico suceso al cercano cuartel de los guardias de Asalto, en la Avenida de García Prieto, y de allí salió en el acto para Caballeros un autocar con fuerza al mando del sargento Sr. Abuín.

En el mismo vehículo, para no perder tiempo, se acomodó rápidamente al herido y se le condujo a la Casa de Socorro de Santa Lucía.

Ingresó Ángel Redondo en estado desesperado, no obstante lo cual hicieron lo posible por reanimarle el médico y el practicante de servicio, señores Torrado (D. Julio) y Dopico. Pero todo auxilio fué inútil. A los veinte minutos de hallarse en el benéfico establecimiento Redondo Iribarre falleció, sin haber podido recobrar la palabra.


O

No tardó en comparecer en la Casa de Socorro el juez de guardia interino, D. Luis López Giavina, con el escribano señor Urioste y el oficial señor Paredes, quienes comenzaron a incoar diligencias.

Presentaba el muerto tres heridas de arma de fuego, una en la región renal derecha, otra en la región lumbar y otra en la región lumbo sacra, con orificio de salida por el bajo vientre; desde luego mortales dos de ellas.

Fue prontamente identificado.

Vestía un traje bastante usado y en los bolsillos de la chaqueta guardaba diversos papeles.

Figuraba entre ellos un carnet de afiliado en la Coruña de la C.N.T.; una credencial expedida a su nombre como interventor en las últimas elecciones para diputados a Cortes, en la sección tercera del distrito séptimo; y hay quien dice que otro carnet, pero nos abstenemos de puntualizar tal extremo, porque no nos consta.

Tenía Ángel Redondo cincuenta y seis años, estaba casado y habitaba con Eugenio Suárez Ramos --a quien tenía realquiladas unas habitaciones-- en la citada calle de San Luis o de Mariana Pineda, 36, bajo, desde hace algún tiempo.

De la compañera de Redondo sabemos que se llama Carmen.

O

Hemos oído aseverar anoche que Redondo era o había sido delegado del Sindicato de cajonistas, pero no pudimos comprobarlo.

Lo evidente --según manifestaciones de su vecino Suárez Ramos-- es que antes de las elecciones había trabajado en faenas del puerto, como obrero eventual, en la colla de la Asociación general Patronal. Cuando la lucha electoral cesó, Ángel tuvo que dejar la citada colla, y en la actualidad estaba sin trabajo.

Consta que por la mañana había estado en el Palacio municipal a solicitarlo, toda vez que le dijeron que se estaba facilitando ocupación a los obreros parados.

Por la tarde estuvo paseando por diversos lugares de la población y se daba como rumor que había concurrido al local de algún sindicato, donde también pudo hallar empleo.

Cuando regresaba ya entrada la noche, a su vivienda, fué víctima de la inesperada agresión que le dejó sin vida.

Los jugadores de tute que estaban en la taberna nada saben. Y los contados transeúntes parece que no vieron correr a nadie, ni sospechan de persona alguna.

¿Sigue determinada pista la Policía? ¿Realizará detenciones ajustándose a algunas especies que tal vez circulaban y acerca de las cuales se guardaba absoluta reserva? Lo ignoramos.

O

Desde la Casa de Socorro de Santa Lucía fué trasladado el cadáver por orden del Juzgado al anfiteatro del Cementerio municipal, donde hoy se le practicará la autopsia.

Se hizo el traslado en una ambulancia sanitaria municipal.

Y esto es cuanto anoche se sabía de este crimen, probablemente de carácter social, que aparece rodeado por ahora de misterio en cuanto a los móviles y a los autores.

Amplía información y rectifica la publicada, La Voz de Galicia correspondiente al 28 de marzo de 1936:

Del crimen de la calle de Caballeros

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Ayer a las cuatro de la tarde se practicó la autopsia, en el anfiteatro del cementerio municipal, al cadáver de Ángel Redondo Iribarre, que fue asesinado en la calle de Caballeros en la noche de anteayer, suceso del que ya dimos cuenta a nuestros lectores.

Llevaron a cabo la operación ante el Juzgado de instrucción del distrito de la Audiencia, el médico forense señor Martínez Arnaud y el sustituto señor Villardefrancos, con el practicante Otero.

Después de la autopsia recibió sepultura el cadáver.

La impresión es que se trata de un delito común.

El finado no pertenecía a ninguna colla del Muro, ni nueva ni vieja; únicamente cuando había exceso de trabajo en los muelles y hacía falta algún obrero, el capataz admitía momentáneamente a suplentes que frecuentaban aquel lugar, y uno de éstos era la víctima.

Ángel Redondo --que es castellano--, estuvo en Francia, donde trabajó en ferrocarriles y estuvo inscripto en un Sindicato de alumbrado. Allí se casó con una francesa, que falleció al poco tiempo.

Vino luego a La Coruña donde contrajo matrimonio con Carmen Ramón Catá, de 56 años, con la que vivía en el lugar de San Luis, 36, bajo, en una habitación que había tomado en arriendo a Eugenio Suárez Ramos.

El matrimonio frecuentaba los muelles, dedicándose a recoger despojos de carga y descarga de mercancías.

Un hermano de Ángel vive en Ponferrada, y una hermana, casada, reside en León. Esta le enviaba con frecuencia dinero para ayudar al matrimonio en su vida precaria.

Los carnets que se le encontraron en el bolsillo son dos: uno de la Confederación del Trabajo --Sindicato de profesiones varias. -Sección de la estación del ferrocarril--, con fecha de ingreso en primero de septiembre de 1931, y el otro es francés, de la C. G. T. - Federation de L'Eclairage, y corresponde a los años 1919 y 20.

También se halló en las ropas una cédula de pobreza, expedida por el Ayuntamiento de La Coruña, y una credencial de interventor del partido socialista en las elecciones de diputados a Cortes del año 33.

Confirma la creencia de que no se trata de un crimen social, el hecho de que la Brigada especial de la Policía encargada de asuntos sociales, ha cesado en sus actuaciones en el asunto; continuando los trabajos de aclaración del crimen la Brigada de asuntos criminales comunes.

Hasta ahora nada más se sabe acerca de este crimen, ni de los móviles que impulsaron a sus autores; ni, que sepamos, hay ninguna pista para descubrirlos.

IMPRESIÓN OFICIAL

Hablando ayer al mediodía el gobernador con los periodistas, y refiriéndose al crimen de anteanoche, decía que de los informes que de la víctima obtuvo la Policía en los centros obreros y entre la gente que le conocía, parece comprobado que lo ocurrido no tiene la menor relación con las cuestiones de carácter social.

La víctima, por lo visto, no era, ni mucho menos, un militante activo, ni por consiguiente significado en la actuación obrerista.

No tenía oficio ni trabajo fijo.

Solía trabajar donde le salía en que ocuparse; unas veces en los muelles y otras en la estación del ferrocarril.

También da cuenta La Voz de Galicia el 25 de junio de 1936 de la detención que dio pie a reabrir el sumario:

UNA DETENCIÓN

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Por una confidencia que tuvo la Guardia Civil de Puentedeume hubo de detener ésta en aquella villa a Luciano Fuentes Varela, de veintitrés años de edad, soltero, vecino del lugar del Ventorrillo, letra G., de esta capital, ya que se decía de él que había cometido un robo de alhajas y el asesinato de un hombre en La Coruña.

Hacía unos dos meses que residía en Puentedeume y se advirtió que procuraba ocultarse, sustrayéndose a la vista y trato de las gentes.

Por si, como se afirma, es autor de los delitos que se le atribuyen, ha sido puesto a disposición del Juzgado.




domingo, 19 de febrero de 2012

Tiros en la Barcala


Sin salir del partido judicial de La Coruña, vuelvo al término municipal de Cambre para iniciar el capítulo del pistolerismo, de disparos, muertos y heridos por arma de fuego durante el gobierno del Frente Popular.

En la noche del 24 al 25 de marzo de 1936 un grupo de individuos, que para variar no pudieron ser identificados ni capturados, robaron su camión a un transportista de pescado que lo tenía aparcado en la avenida de Fernández Latorre. Desde aquí se trasladaron a la finca de los Sres. de Lamas, en la Barcala (Cambre), e intentaron asaltarla. Arrimaron un palo a una casa o a la verja, pero el guarda lo advirtió e hizo un disparo de escopeta. Ante esto los asaltantes desistieron, aunque no se privaron de huir pegando tiros. La causa fue vista en la Audiencia que ante la falta de acusados, sobreseyó.

Creo que la finca de los señores de Lamas estaba en este entorno hoy interceptado por la autopista del Atlántico. Al parecer eran copropietarios de los molinos de la Barcala. El edificio más antiguo de estos molinos es el que se ve en la imagen.

Me surge otra duda ¿Sería un asalto político o estamos ante delincuentes comunes? Si tuviese que apostar yo diría que un poco de todo. La II República tuvo el singular privilegio de haber inaugurado el capítulo de atracos a punta de pistola en la ciudad. Con ella se dio el primer atraco a mano armada que se cometió en La Coruña. Ocurrió en un bar de camareras de la calle del Orzán el 9 de agosto de 1934 y quiero recordar que entre los detenidos había algún que otro anarquista. El atraco a las caballerizas municipales de la calle de las Bombas el 1 de enero de 1936, también se hizo pistola en mano; los asaltantes huyeron por María Pita y cogieron el tranvía en Puerta Real. Cuando fueron detenidos se comprobó que eran anarquistas, que estaban relacionados con un atraco en el almacén de harinas de Amador Alonso, en donde amordazaron a este o a alguno de sus hermanos. Ya nos ocuparemos de esto. Me inclino por un móvil con una cierta componente político-social ya no sólo por los precedentes de pistolerismo en grupos anarquistas, sino porque La Voz de Galicia da cuenta del robo de la camioneta, al igual que hace El Pueblo Gallego, ambos en sus números de 26 de marzo de 1936. Sin embargo, estos medios silencian el intento de asalto y tiroteo producido en la finca de la que era copropietario Severino Lamas Calvelo. Los dos periódicos compartían la tesis del gobierno en el sentido de silenciar o minimizar la violencia izquierdista. Por otra parte, Severino Lamas Calvelo era un abogado del Estado que había sido candidato de las derechas en las elecciones de diciembre de 1933; fue ya en el Franquismo delegado provincial de Abastos. Quiero decir con lo anterior que era un hombre de derechas al que podían hacer objeto de sus iras las izquierdas o el anarquismo.

Quien sí publico, tanto el robo de la camioneta como el intento de asalto a la finca, dando incluso cuenta del tiroteo fue El Ideal Gallego correspondiente al 26 de marzo de 1936:

Intentan asaltar una finca en la Barcala, pero lo evita a tiros el guarda de la misma

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Los asaltantes habían robado una camioneta en La Coruña, para trasladarse a aquel lugar

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Durante la madrugada de ayer, unos sujetos se trasladaron desde esta capital a la Barcala, en el Burgo, utilizando para realizar el viaje la camioneta matrícula LUG.- 1.988, que previamente le habían robado en la Avenida de Fernández Latorre al transportista de pescado, Sabino Muñiz Besteiro, vecino de Castroverde, en Lugo, mientras éste permanecía en un bar instalado en la explanada de la Fábrica de Tabacos.

Dichos sujetos, al llegar a la Barcala, se encaminaron a la casa que allí posee el abogado del Estado don Severino Lamas Calvelo, y arrimaron un palo al inmueble con el fin de subir por él para penetrar en la vivienda.

La operación fué presenciada por el guarda-jurado de la finca, y éste hizo un disparo contra los asaltantes los cuales se dieron inmediatamente a la fuga, haciendo previamente varios disparos de pistola.

Los nocturnos asaltantes, que no pudieron utilizar la camioneta para huir por estar empotrada en la cuneta, desaparecieron a campo traviesa.

Ayer mañana la Guardia Civil se incautó de la camioneta y procedió a la detención de dos individuos como presuntos asaltantes o cómplices. Uno de los detenidos, que fue puesto a la disposición del Juzgado de guardia, es el dueño de la camioneta en cuestión.


AMPLIACIÓN (10/04/2013)

Más información, aquí.

miércoles, 15 de febrero de 2012

Atentados contra un panadero del Portazgo


Estamos en la carretera nacional de La Coruña a Tuy, que se conoció posteriormente como N-550. Frente a este soportal del Portazgo me dicen que se encontraba la panadería de Gerardo Blanco Villar, con el que cometieron el último atentado de la temporada el 22 de marzo de 1936. Le colocaron una bomba en un balcón que tenía (me dicen que de madera). Pese a la distancia, el estruendo se oyó perfectamente en La Coruña. Cerca del balcón dormían los tres hijos del tahonero que salieron ilesos. Los daños ocasionados en la casa --que sería una modesta edificación de bajo y piso-- además de otros causados en inmuebles inmediatos, fueron tasados por peritos en más de mil pesetas. Para variar, la causa abierta se cerró con un auto de sobreseimiento. Una vez más estamos ante un atentado que queda impune.

La Voz de Galicia correspondiente al 24 de marzo de 1936 da cuenta del hecho:

Un atentado

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En una tahona sita en la Corbeira [en realidad en el Portazgo], propiedad de un vecino de aquella localidad que abastece de pan a muchas casas de La Coruña, se produjo a las once y media de la noche del sábado último la explosión de un petardo o de una bomba.

El artefacto fué colocado en un balcón de la vivienda, cerca de una habitación donde estaban durmiendo tres hijos del tahonero. La explosión causó el destrozo de la ventana y dos tabiques del susodicho dormitorio, sin que por fortuna causase daño alguno a quienes allí estaban.

El mentado tahonero hace tiempo que tiene pendiente cierto pleito de carácter social.

Los desperfectos son de relativa consideración.

La explosión pudo oírse perfectamente en La Coruña, a pesar de la distancia.


Gerardo Blanco Villar venía siendo objeto de atentados, cuando menos desde el año 1934. Tras la revolución de octubre de 1934 parece que sufrió coacciones por parte trabajadores de su gremio. Al estar declarado el estado de Guerra, de las diligencias judiciales iniciadas con este motivo, se encargó en un primer momento la jurisdicción de que Guerra, que se inhibió en favor de la ordinaria. La causa fue vista en la Audiencia que no apreció pruebas suficientes del delito denunciado y sobreseyó.

A principios de abril de 1935 debió denunciar que otra vez sufría coacciones. Estas consistieron en rociarle con petróleo el pan que transportaba un hijo suyo en un carrillo. Si tenía a su hijo --y como veremos a otros familiares-- trabajando en su obrador y encomendándoles trabajos como el transporte de pan, no estamos ante un potentado... También se incóo sumario por las pérdidas que le originó la inutilización del pan, que una vez más fue sobreseído sin encontrar y castigar a los culpables.

El 24 de mayo de 1935 estaba despachando el pan uno de sus familiares y tuvo que pasar al interior. En ese momento, varios individuos que no pudieron ser identificados, arrojaron dos botellas conteniendo líquidos inflamables que al romper provocaron un incendio que afectó a parte del pan y estantería, ocasionando daños por valor de 200 pts. Como el país estaba como el salvaje Oeste, los animalitos se dan a la fuga haciendo disparos para evitar ser perseguidos. De nuevo se instruyó sumario por el suceso, que también fue sobreseído. En el auto de sobreseimiento se dice que la persecución a este modesto panadero obedecía a que estaba boicoteado como consecuencia de no dar trabajo al número de obreros panaderos que la CNT le "sugería" ¿Le "sugería"? ¿Como este panadero no iba a ver con buenos ojos el Alzamiento? ¿Es que alguien le podría pedir otra cosa? Vamos, hombre, vamos...

La Voz de Galicia, en su número de 25 de mayo de 1935, lo cuenta así:

En una tahona del Portazgo

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LO OCURRIDO ANOCHE

Ayer, poco después de anochecer, ocurrió un suceso que hay quienes suponen se trata de un acto de "sabotage" en la tahona que tiene en el cercano lugar del Portazgo don Gerardo Blanco Villar.

Este, aun cuando se hallaba allí, no estaba en la parte dedicada al despacho del público, sino en el interior de la tahona.

En la tienda donde se vende el pan se encontraba uno de sus familiares y aprovechando el momento en que hubo de dejarla sola, por tener necesidad de ir a otro local de la tahona, sin que por ahora se pueda saber, ni aún sospechar, quienes arrojaron desde la puerta al interior del mencionado establecimiento dos botellas conteniendo un líquido inflamable.

Al romperse las dos botellas se produjo un incendio.

Acudieron entonces rápidamente a sofocarlo el señor Blanco, sus familiares y algunos vecinos de las casas contiguas quienes, en poco tiempo, lo consiguieron.

Se quemaron algunas piezas de pan, y parte de la estantería.

Se calculan los daños en doscientas cincuenta pesetas.

Han sido detenidos, por sospechas, dos individuos; pero niegan la menor participación en el hecho.

No sé si visteis J. Edgar. En esta película dice el protagonista que la gente se olvida muy pronto de las bombas, de los incendios, de los asesinatos, etc. En USA controlaron la violencia anarquista y de izquierdas porque los gobiernos estaban decididos a hacerlo. Aquí el Gobierno del Frente Popular dejó hacer a los violentos, de izquierdas claro está --mientras ilegalizaba Falange, ilegalización anulada meses después por los tribunales-- y tuvieron que ser los militares quienes les parasen los pies. No digo que no se pasasen de frenada, pero supongo también que cualquiera concederá que si se llega a una guerra, en donde quien se alza se juega el cuello, es que los métodos pacíficos, proporcionados y flower power no son de aplicación, vamos, digo yo.


sábado, 11 de febrero de 2012

De Garzón, el totalitarismo y sus mariachis


Tengo la costumbre de acudir a las manifas organizadas por la trama clientelar de los socialistas y comunistas en La Coruña. Como los medios de comunicación suelen publicar fotos en primer plano, que no permiten advertir en realidad cuanta gente acudió y los convocantes suelen delirar con cifras abultadísimas, prefiero enterarme yo, personalmente. A las seis y media de la tarde de hoy la plataforma Galicia con Garzón, formada por un porrillo de asociaciones --que ya veis qué apoyo social tienen-- convocó un acto frente a la sede del Palacio de Justicia de La Coruña. Os dejo un álbum y como veis los manifestantes se encuentran sólo en el espacio central del jardín situado frente al edificio. Medido ese espacio con el Visor del SIGPAC, me sale una superficie de unos 300 m2. Si consideramos una ocupación de 1.5 manifestantes/m2, resulta que allí hubo unas 450 personas, y aún me parece la cifra algo abultada a juzgar por las fotos. En cualquier caso la asistencia es ridícula para una ciudad de 250.000 habitantes.

Quiero decir con lo anterior que a raíz de la condena impuesta a Garzón, estaban los ciberpepiños que echaban humo en los comentarios a las noticias de los periódicos; el grupo PRISA sacó una encuesta según la cual sólo el 36% considera que había motivos para juzgarle. Como decimos en La Coruña: no me creo nada, neno. Yo comprendo que los periódicos son medios con los que se intenta crear opinión, pero una cosa es esto y otra manipular, dando la sensación de que existe un apoyo a Garzón y un rechazo a esta sentencia del Supremo, que no es real. Decía un profe que tuve que una cosa es la teoría --en este caso lo que cuentan los medios-- y otra la dura y fría realidad de los hechos experimentales. Pues eso.

Uno de los aspectos que más molestó a los integrantes de la trama clientelar que apoya a Garzón, fue que la sentencia los cogiese con el carrito de los helados y parangonase los métodos utilizados por el magistrado con los empleados "en los tiempos actuales" en los países totalitarios en donde todo vale para obtener información. Como resulta que los totalitarismos actuales que molan a los mariachis de Garzón son de izquierdas, no se encuentran por la red sino ejercicios en los que se intenta desactivar esta grave imputación. Entre las respuestas más sensatas que leí se encuentra la de un convecino, Félix de La Coruña, que publico como comentario a una noticia de La Voz de Galicia, y que no enlazo porque ya no se encuentra disponible o no la encuentro, pero que copié. Con toda razón dice este convecino lo que les molaría a estos que van de demócratas:

Justicia popular

Al totalitarismo de izquierdas le trae sin cuidado la juridicidad de la sentencia. Sus opiniones son la pataleta de quienes les gustaría que estuviese vigente el Decreto de 18 de Septiembre de 1936: Los tribunales juzgarán de acuerdo con las Leyes vigentes, SIEMPRE QUE ESTAS SE ADAPTEN A LAS EXIGENCIAS REVOLUCIONARIAS Y ESTÉN ACORDES AL SENTIMIENTO JURÍDICO DEL PUEBLO. Evidentemente, antes y ahora, del pueblo no forman parte más que los totalitarios de izquierda, para quienes las reglas democráticas sólo se cumplen si interesan y la propia democracia no es sino un medio de acceder al poder (como Hitler).

Os dejo dos enlaces. Uno al Diari oficial de la Generalitat de Catalunya correspondiente al 19 de septiembre de 1936 en donde se publicó el decreto original, y otro a la traducción que del mismo publicó La Vanguardia.

Yo no pongo en duda que en el Gürtell hay cosas muy feas, pero en una democracia las formas son importantes. El problema está en que de acuerdo con los últimos datos que conozco y facilitó el exfiscal general del Estado, Cándido Conde Pumpido, el PSOE lidera el ranking de corrupción, y con barullo, empleando aquello de que la mejor defensa es un buen ataque, se quiere y quiso dar la impresión de que quien lideraba la corrupción era el PP. Como me decía un amigo con el que coincidí mientras hacía fotos de la concentración, todo el mundo sabe que a Al Capone nunca se le pudieron imputar los crímenes y delitos de gansterismo que había dirigido o cometido y sólo se le pudo encarcelar por algo tan accesorio a sus actividades delictivas como fue la evasión de impuestos. Pues aquí lo mismo. Habrá que buscar pruebas y hacerlo bien, respetando las garantías procesales propias de una democracia, sin que los jueces empleen métodos propios de países totalitarios que tanto molan a los mariachis de Garzón ¿O no?


miércoles, 8 de febrero de 2012

Robo de dinamita en las obras del parque de Santa Margarita


En 1936 se estaban desarrollando las obras de construcción de una carretera que permitiese llegar al molino que veis en la imagen, en donde se emplaza hoy la Casa de las Ciencias en el parque de Santa Margarita. El lugar recibía tres denominaciones: la corriente era monte de Santa Margarita; la oficial parque de Joaquín Costa; y la popular y socarrona, Abisinia, no sé si por tratarse de un lugar escarpado, entonces alejado de la población, o tal vez por la explosión de barrenos que se debían oír en toda la ciudad. Allí se iba a instalar el denominado arboretum selvícola, una ficción con la que se logró financiación del gobierno para realizar los trabajos. El parque se inauguró en 1977.

En la noche del 6 de abril de 1936 se produjo un robo a mano armada de la dinamita que se empleaba para estas obras. No he podido localizar ninguna referencia de prensa sobre este robo, sin duda debido a la férrea censura que ejercía el Frente Popular sobre lo que publicaban los periódicos. No obstante, a los pocos días, la misma prensa sí informa que en montes cercanos al lugar de la Silva --maleado por el anarquismo violento-- la Guardia Civil había localizado el 8 de abril siete paquetes conteniendo 175 cartuchos de dinamita y 50 m de mecha. Como la censura impedía publicar determinadas noticias, hay que leer entre líneas --con el riesgo de equivocarse-- y La Voz de Galicia añade que lo hallado "suele emplearse en las obras de desmonte", tal vez queriendo vincular este hallazgo con el robo del que no dieron o no pudieron dar cuenta, pero que sería conocido en la ciudad.

Una vez más sobre este hecho se incóo el correspondiente sumario, que para variar, fue sobreseído. No hay para qué decir que este robo a mano armada debió ser perpetrado por elementos anarquistas o de izquierdas, que eran quienes ponían bombas. Tampoco hay para qué decir que una vez iniciado el Alzamiento, no se volvió a saber lo que era un robo de dinamita ni un atraco a punta de pistola, porque se los cargaban, que no está bien de acuerdo con la mentalidad europea de nuestros días; pero también resulta grotesco mitificar a los delincuentes que perpetraban estos robos de explosivos. En este sentido, hace años, un domingo a la mañana en una radio local se desarrollaba un debate propagandístico al que se invitó a un profesor que daba soporte cultural a las políticas de agitación y de memoria histórica en general. Éste a su vez invitó a una señora de la Silva que para variar enarboló el discurso demagógico y victimista que vemos estos días en los tribunales. Contaba que un hermano suyo había sido fusilado; otro encarcelado, pero en cuanto salió, se echó al monte, cometió algún delito, lo cogieron y lo volvieron a encarcelar, y que eso no lo olvidaba... A lo mejor, lo suyo era que en lugar de encarcelarlo, que le aplaudiesen con las orejas y le dejasen matar curas, confidentes, guardias civiles o derechistas, de lo que por cierto se enorgullecen los de la memoria histórica en jornadas financiadas por el Ministerio de la Presidencia, que me parece el colmo que se haya exaltado con dinero público el asesinato o la pena de muerte. Porque si empleamos la jerga que utilizan los de la memoria histórica, estos asesinos resulta que ajusticiaban. Es decir, están contra la pena de muerte si ésta la aplicaba el Franquismo. En este caso agitan con que se trataba de asesinatos y genocidios varios; pero si eran los guerrilleros comunistas quienes mataban, entonces eran unos héroes que ajusticiaban, hacían justicia, no sé con qué garantías procesales... Con un par.

La Voz de Galicia correspondiente al 9 de abril de 1936 informa sobre el hallazgo de la dinamita:

UN HALLAZGO

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La Guardia Civil, a la que es justo y con gusto lo hacemos, felicitarla por este nuevo servicio, halló ayer, en un reconocimiento efectuado por los montes contiguos al lugar de la Silva, siete paquetes, conteniendo ciento setenta y cinco cartuchos de dinamita y una buena cantidad de mecha, todo lo cual suele emplearse en las obras de desmonte.

Del hallazgo se dio cuenta al gobernador.

El Ideal Gallego, correspondiente también al 9 de abril de 1936 ofrece una versión muy similar:

La Guardia civil halló en un monte de la Silva siete paquetes de dinamita

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En un registro practicado en un monte de las inmediaciones de la Silva, la Guardia civil de esta capital encontró ayer siete paquetes de dinamita, conteniendo 175 cartuchos y 50 metros de mecha.

La dinamita hallada fué entregada, en unión del atestado incoado, al Juzgado de instrucción de guardia, y esta autoridad la remitió al Parque de Artillería.



sábado, 4 de febrero de 2012

Origen republicano y coruñés del estoque de cruceta


En La Coruña hubo una gran afición a los toros. Acudían familias enteras y era costumbre hacerlo de punta en blanco, estrenando ropa, o habiéndole dado la vuelta a la prenda que fuere para aprovechar la mejor apariencia del tejido en su revés. Era tal la afición que familias modestas llegaban a empeñar, a falta de joyas, los colchones, y con lo que les daban adquirían los abonos.

A día de hoy esa afición ni de lejos es mayoritaria, como tampoco lo es el antitaurinismo --permítaseme el palabro-- sino que la gente es mucho más tolerante, y ya les gustaría a los antitaurinos convocar al volumen de público que acude cada año a la nueva plaza de toros de La Coruña, plaza cubierta que recibe el nombre de Coliseum. No soy un aficionado a los toros. Voy a los toros (sobre todo cuando las entradas me salen gratis-total XD) y me lo paso bien, me entretiene y me emociona, mucho más que el circo, por ejemplo. No percibo las crueldades, sangre chorreante, olor a esta y demás plagas de Egipto que anuncian los antitaurinos, sobre todo cuando publican imágenes demagógicas, en primer plano, que ni con prismáticos ve el público en la plaza, como tampoco ve una madre que tiene la necesidad de abortar cómo se tritura o macera con una solución salina su feto. Tan sólo noto en la plaza un cierto olor a urea, a los ácidos grasos volátiles que pueden contener las heces del animal, y poco más. Nada especialmente desagradable, y menos insoportable.

Traigo a colación esta historieta a raíz del anuncio del ministro Wert, que tiene intención de declarar BIC o similar la fiesta de los toros, asunto que no me parece mal. Echo de menos en el nuevo ministro que aún no haya dicho ni mu sobre la política archivística y bibliotecaria que piensa desarrollar, tal vez porque todavía no encontraron a la persona o personas que las lleven y está algo perdido.

Los viejos decían que antes de la Dictadura de Primo de Rivera la suerte del picador era una auténtica carnicería. Al realizarse sin peto, era común que los caballos muriesen en la plaza o al ser acometidos por el astado que acabasen con las tripas al aire. Estas heridas en ocasiones no determinaban la muerte del caballo, se le cosían y una vez recuperado volvía a salir en cualquier plaza, así que también era común ver caballos cosidos, recosidos y requetecosidos. Con la Dictadura de Primo de Rivera se hizo obligatorio el empleo del peto en los caballos y se acabó con aquella carnicería.

También contaban los viejos que el origen de estoque de cruceta empleado para descabellar se encuentra en un accidente fortuito y desgraciado que ocurrió en la vieja plaza de toros de La Coruña el 6 de agosto de 1934. Estaba Juan Belmonte descabellando un astado cuando este cabeceó y lanzó el estoque a gran altura. Al caer fue a clavarse en el pecho de un espectador que falleció a los pocos minutos. Efectivamente, sobre este hecho el juzgado incóo sumario que fue sobreseído en la Audiencia. Este accidente debió conmocionar a la opinión pública e hizo que el gobierno abriese una información pública ante la Dirección General de Seguridad a fin de determinar los procedimientos que permitiesen realizar el descabello evitando accidentes como el ocurrido en la plaza de toros de La Coruña. Tras haberse ampliado el plazo para presentar estoques de descabello, al fin se dictó la Orden de 6 de enero de 1936, del Ministerio de la Gobernación, que hizo obligatorio el estoque de cruceta que aún se emplea hoy cuando el matador no atina con la espada y resulta necesario descabellar.

Los mismos viejos también recordaban con indisimulada satisfacción que durante el Franquismo Manolete toreó en la Monumental de México, país con el que el nuestro no mantenía relaciones diplomáticas. Con sorpresa, el torero advirtió que cuando se disponía a torear, en lugar de izarse la bandera entonces oficial de nuestro país, los mejicanos hicieron ondear la tricolor republicana. Manolete dijo que lo podían llevar detenido, pero él con ese trapo no toreaba. Fue tal el escándalo que se armó en la plaza que no hubo más remedio que buscar e izar la rojigualda y Manolete hizo al parecer una faena extraordinaria.

Os dejo con la noticia que publica La Voz de Galicia correspondiente al 7 de agosto de 1934 en donde se relata el hecho luctuoso que dio origen al estoque de cruceta.

El triste suceso de la plaza de toros

En la reseña de la corrida de toros de ayer --puesto que la del domingo fue suspendida a causa de la lluvia-- se hace referencia a un triste suceso ocurrido en la plaza.

Lo acaecido fue que durante la faena, un tanto fatigosa, realizada por Belmonte en el primer toro, al intentar el diestro un descabello salió despedido el estoque, el cual luego de alcanzar regular altura y de dar una vuelta, fué a caer casi perpendicular en la cuarta fila --o quinta, si se cuenta la delantera-- del tendido número uno.

Como se trataba de un estoque de hoja pesada, de los que se utilizan para el descabello, descendió con la punta hacia abajo y con gran fuerza.

Alcanzó el arma fatalmente al espectador, situado en la referida fila, don Cándido Roig Roura, de 38 años, casado, armador de buques, con domicilio en Puerto del Son.

Había venido a La Coruña para asistir a la corrida de toros, bien ajeno a lo que le iba a suceder.

El estoque se clavó en uno de los espacios intercostales del lado derecho del mencionado espectador, interesando el pulmón y ocasionándole grandes destrozos. El propio herido tuvo fuerzas aún para arrancar el arma, que había quedado clavada en el pecho, pero inmediatamente cayó desvanecido sobre la grada.

Recogido por algunos amigos y familiares, entre los que figuraban los señores de Iglesias Roura, de esta ciudad, que le acompañaban, se le trasladó a la enfermería en donde hubo de ingresar en estado preagónico. Ocupó una cama, y a los pocos minutos, cuando se iba proceder a hacerle la cura, falleció.

El infortunado espectador deja viuda --doña María Roura Martínez-- y cinco hijos.

Sus familiares de La Coruña realizaron gestiones para trasladar el cadáver al domicilio de aquéllos.

En la enfermería prestaban servicio de guardia cuando ocurrió el suceso los médicos don Eliseo Sánchez y don Julio Collazo y el practicante señor Vázquez Río, quienes, dada la gravedad del caso, nada pudieron hacer.

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Al arrojar rápidamente el señor Roig el estoque que se le había clavado, éste fue a herir levemente, de rechazo, en una pierna, al periodista local don Carlos García Puebla, que recibió asistencia en la enfermería.

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También Belmonte fue asistido de una esguince en la muñeca derecha, producido al intentar el descabello, del que se derivó el trágico suceso reseñado acaecido al producirse el diestro la lesión.

También el empleado de la plaza don Francisco Pereiro, recibió una herida al clavársele una banderilla en el muslo izquierdo, donde le quedó el arpón clavado y siendo preciso ensanchar la herida para extraerle el hierro.

Se le curó en la enfermería, calificándose la herida de pronóstico reservado.

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El suceso que determinó la muerte de don Cándido Roig produjo penosísima impresión entre los espectadores.

Sus familiares de La Coruña recibieron con este triste motivo muchas expresiones de pesar, a las que unimos la nuestra muy apenada y sincera.