domingo, 25 de diciembre de 2011

Los de la Lejía: imponiéndose al Juzgado


Como hacía ya tiempo que no me ocupaba de mis revolucionarios favoritos, vamos con otro episodio en el que se evidencia su carácter, que no era precisamente el de fieles cumplidores de la ley, sino de revolucionarios o antisistema que diríamos hoy. Dice nuestra Constitución que el respeto a la Ley y a los derechos de los demás son fundamento del orden político y de la paz social. Un revolucionario busca cambiar el orden político y para ello no cumple con la ley y turba la paz social ¿o no?


Ramón Regal poseía un negocio en la calle de Panaderas, que pese al hábil interrogatorio a que sometí hoy a un grupo, no hubo acuerdo si era una tienda de paraguas y otros objetos, o un bazar en el que se vendía loza. Sea como fuere, no se trata de un multimillonario, terrateniente, ni demás que repite la propaganda como integrante de las bases que apoyaron el Alzamiento y encontraron en él una liberación al acoso y persecución que sufrían. Era sólo un pequeño comerciante al que los socialistas, anarquistas y demás, tenían por enemigo del proletariado. La madre de Regal poseía un bajo en la calle del Hospital inmediato al callejón de Tabares, del viejo barrio chino. Este bajo lo tenían alquilado al pintor (de brocha) Emilio Gayoso, que lo empleaba como almacén. Después de faltar al pago del alquiler durante diez meses lo denuncian al Juzgado Municipal del Distrito del Instituto y tras el juicio verbal civil correspondiente, el juez Luis Vidal Rodríguez --depurado posteriormente-- dicta sentencia el 27 de marzo de 1936 desahuciando al inquilino.

El 20 de junio se presenta una comisión del mismo juzgado municipal formada por el secretario y el alguacil acompañados de Regal para proceder al lanzamiento. Se encuentran al inquilino, que no se aviene y se retira mientras comienza a congregarse gente. Como se había llamado también a unos empleados de la cuadrilla de limpieza por si era preciso desalojar por la fuerza el local, comienzan estos a sacar los materiales hasta un antepatio inmediato a la calle en espera de que llegase un camión del mismo servicio de limpieza --eran vehículos con una simple caja posterior abierta-- en el que transportar los cacharros del pintor hasta las caballerizas municipales de la calle de las Bombas. No se pudo verificar el lanzamiento porque frente al local se estacionó parece que bastantes mujeres y chiquillos, que increparon a la comisión del Juzgado y a Ramón Regal en especial. De nuevo tenemos a mujeres y como veremos prostitutas, en disturbios patrocinados por miembros del Frente Popular (¿chusma de mujeres? Silva Ferreiro dixit).

Según informe policial, dos prostitutas vecinas de Tabares, la Campanera y la Portuguesa, buscaron protección para evitar el lanzamiento, y no fueron a por un proxeneta, sino que acudieron a por los que eran los cheches, los chulos por antonomasia de aquel barrio: los hermanos de la Lejía. Allí llegaron Bébel y France al frente de unos 15 individuos, que encarándose a la comisión judicial le comunicaron que no se podía hacer ningún desahucio. Volvieron los objetos al interior del almacén operación en la que la Campanera los ayudó, y la comisión, en vista de que carecía de fuerza que la amparase suspendió el lanzamiento. Durante estos incidentes parece que también increparon a Regal varios individuos (incluso profieriendo alguno amenazas de muerte), entre los que estaban nuestro ya conocido Manuel Abelenda Catoyra y Manuel Santalla Portela, éste de 15 años. Suspendido el lanzamiento, llega Ramón Regal a su casa y al poco recibe un anónimo por debajo de la puerta en el que se le exige que pare el desahucio:

Regal si no quiere que sucedan perjuicios de mas importancia suspenda el desaucio del inquilino del almacén de Tabares Taller de Pintura.

Esos perjuicios no hay para qué decir que podían ser un asalto, un boicot, un incendio, una agresión y hasta su muerte o la de algún pariente. Me llaman la atención varios hechos. En primer lugar, el lanzamiento definitivo --en el que la comisión del Juzgado se encontró la puerta del almacén clavada por dentro-- se produce el 31 de agosto de 1936 y no fue hasta 27 de agosto en que se dedujo un testimonio para proceder a la incoación del correspondiente sumario por atentado a la comisión judicial ¿No sería lo lógico que si el intento de lanzamiento se produjo el 20 de junio, que el 21 o 22 del mismo mes el juez municipal diese cuenta del atentado o resistencia a los agentes de la autoridad al juez de instrucción para que este proveyese para incoar sumario? El juez municipal del Distrito del Instituto era Luis Vidal Rodríguez, quiero recordar que vinculado a IR o Unión Republicana, y depurado al comenzar el Movimiento pese a su parentesco con el delegado militar en los servicios municipales, capitán José Fuciños Gayoso. En segundo lugar, insisto en que Ramón Regal no era un potentado. Era un pequeño comerciante que defendía sus derechos. Si en aquella sociedad había muchos obreros que seguían ciegamente a los de la Lejía o a la CNT, también había muchos pequeños propietarios como Regal --que insisto una vez más en que no era un banco ni ejecutaba el lanzamiento en una vivienda-- que no estaban dispuestos a declinar de sus derechos, de la propiedad del bajo en cuestión por ejemplo, o del respeto al contrato firmado. Como Regal, media España acabó hasta donde cualquiera se puede imaginar de las chulerías, de las coacciones y claro, con el temor de que aquello adquiriese carta de naturaleza y el gobierno cediese la propiedad a los inquilinos como cedió la propiedad de tierras y fincas que fueron okupadas. Recuerdo ahora que las dependencias de los Jesuitas conocidas como Kostkas y Luises fueron okupadas durante el recuento electoral de febrero del 36, precisamente por las Juventudes Socialistas, que instalaron allí su Casa del Pueblo y al igual que ocurrió con el bajo de Ramón Regal, tuvieron que ser los alzados en julio quienes los echaron, o quienes devolvieron el bajo a la madre del comerciante.

Os dejo mis notas.


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