sábado, 3 de diciembre de 2011

De Casteleiro, la señorita y el tinterazo


Vuelvo al local de Renovación Española, al edificio que aparece con una mosquitera verde. En su primer piso estaba instalada la sede social de esta entidad. Ya comentamos que el 15 de febrero de 1936, víspera de las elecciones, hubo disturbios en la calle Real. Grupos, que parecen de mozalbetes y con una destacada presencia del elemento femenino, transitan por la calle Real con escaleras pegando sus carteles y arrancando los de las derechas. Al sacar unos carteles que había en los balcones de Renovación, los socios se asoman, lanzando lo que tienen a mano: tinteros y pisapapeles. Desde la calle se les responde con una lluvia de piedras --que no hay en la calle Real, así que las llevaban puestas-- que hiere en la cabeza a un socio provocándole una pequeña brecha de la que es asistido en el propio local por dos médicos que se encontraban allí.

Alguien me contó que una de las virtudes que tuvo el hecho de que cuajase la afición al fútbol desde principios del siglo XX, fue que con ella se acabaron las temibles pedreas. En estas, equipos de animalitos jugaban o se desafiaban lanzándose piedras que con frecuencia originaban la pérdida de un ojo, lesiones que dejaban señalado al muchacho de por vida, o incluso la muerte. Hoy se han perdido otros juegos igual de bestias, como ir a la playa o a una zona de rocas bajas a torear las olas un día de temporal, que de forma también periódica dejaba a algún que otro muchacho ahogado. Aunque en los años 30 las pedreas no fuesen tan frecuentes, algo perduraba de ellas, no sé si en el subconsciente de aquella generación. En el apedreamiento de la sede de Renovación, los socialistas y juventud revolucionaria en general, debían llevar piedras en los bolsillos. También vimos que el falangista Gerardo Martínez Pan fue detenido en 1935 por ocupársele piedras en los bolsillos. Los socios de Renovación, igual de primarios si el caso lo exigía eran más finos y lanzaron tinteros y pisapapeles contra la turba que se había encaramado con escaleras a sus balcones y retiraba los carteles de Acción Popular.

No aparece por parte alguna la tal María Manteiga de la que habla la prensa, sino que de acuerdo con la causa, el tinterazo le cae a Amparo Torrente de la Cruz, de 22 años, soltera, vecina del callejón de Tabares en donde sería excepción si no fuese prostituta. Se presenta en Comisaría a formular una denuncia por daños al habérsele manchado de tinta el vestido. Acusa como responsable del tinterazo a un tal Casteleiro, que según la Policía es José Casteleiro Varela, de 31 años, viajante. Yo añadiría que fue un conocido miembro de la milicia ciudadana Caballeros de La Coruña, en donde su hermano Armando era en 1936 brigada.

A Manuela Martínez Rodríguez, de 14 años, que según dice, pasaba por allí, le tiraron un pisapapeles de vidrio o un fragmento de este que le provocó una brecha por la que fue asistida en la casa de socorro. Acusa al secretario de Renovación Española, Juan Vidal Verdes, como autor del hecho.

Otros personajes que rodean este suceso son: Pilar Mesejo Salorio, de 17 años, reconoce que formaba parte del grupo que hacía propaganda del Frente Popular. Horacio Mosquera Maceiras, de 18 años, albañil, dice que pasaba por allí y añade incluso que vio como Casteleiro sacó desde el balcón una pistola. Es el único que lo dice. Óscar Freire García, de 16 años, carpintero, también pasaba por allí y ayudó a transportar a la casa de socorro a la lesionada. Olegaria Allegue Dopico, de 15 años, iba en compañía de su amiga Manuela Martínez, también paseando. Esperanza Carballido Montoya, de 19 años de edad, dice que iba en compañía de sus compañeras las denunciantes.

Me llama la atención la edad, chicas de hasta 14 años que parecen formar parte de organizaciones integradas en el Frente Popular. También me llama la atención esa probable prostituta, de nuevo por medio de asuntos relacionados con el F.P.

Mis notas.


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