martes, 13 de diciembre de 2011

Cómo perseguían a los obreros libres


Decían los viejos que la UGT y los sindicatos tributarios de la CNT mataban a los que tenían por esquiroles. No es que les privasen de la vida, que también, sino que se referían principalmente a que los perseguían, los maltrataban, procuraban que les fuese difícil suministrarse en las tiendas, les hacían la vida imposible en definitiva, buscando como objetivo que se marchasen de la ciudad. Ya conocemos el caso de Alcacio Rodríguez, en el que lo lograron. El episodio del que me ocupo hoy es un ejemplo del maltrato y persecución a que fueron sometidos los obreros que trabajaban en los fuertes militares de Punta Herminia con el Frente Popular en el poder.

Nos dice el P. Silva Ferreiro que tras la victoria del Frente Popular fueron readmitidos en las obras de los fuertes militares varios obreros que habían sido despedidos por la autoridad militar al plantear un conflicto injusto en 1934. La solución de 1936 consistió en que trabajasen los despedidos y quienes los habían sustituido. No estuvo conforme la CNT y sus obreros no acuden al trabajo, haciéndolo en cambio los sustitutos. Con tal motivo comienzan las coacciones, que mejor habría que denominar, brutales coacciones, salvajes coacciones, o algo por el estilo.

El 28 de febrero de 1936 salían al final de su jornada laboral cuatro trabajadores de las obras que se ultimaban en las fortificaciones militares de Punta Herminia: Lázaro Landeta Gardiazabal, de 41 años; su hijo Alfonso Landeta Muiña, de 16; Jesús Santos Varela, de 32; y Antonio Choren López, de 27. Antes de llegar a la calle de la Torre vieron que en ese lugar había un nutrido grupo que los esperaba, por lo que tomaron camino hacia la antigua Prisión Provincial y calle del Matadero. Poco antes de llegar a la actual Domus, comprobaron que los esperaba otro grupo de agresores, huyendo campo a través por Monte Alto, hacia la calle de la Torre mientras parece que reciben disparos. Al llegar al lavadero que había allí, se vieron acometidos por unos maleantes informativos de la época, entre los que predominaban las mujeres (¿chusma de mujeres? Silva Ferreiro dixit), que los atacaron con palos y piedras hasta que llegaron a la calle del Torreiro.

De la situación de desorden, de inhibición de las autoridades, de entreguismo del gobierno en sus bases violentas, puede dar idea otro hecho que también relata el P. Silva Ferreiro:

Los que trabajaban en Punta Herminia se encuentran sitiados de la noche a la mañana. Avisan al Gobernador y les contesta que no le es posible atenderles. Las mujeres de los sitiados quieren socorrerlos llevándoles comidas; pero esta les es arrebatada y arrojada por el acantilado. Cuatro días pasan sin comer, hasta que un Teniente de la Guardia Civil consigue llevarles provisiones de boca.

Tal vez alguien crea normal o medio normal que unos trabajadores estén sitiados durante cuatro días junto a la Torre de Hércules... El gobernador civil no podía hacer nada, lo mismo que en los asaltos a los locales de la URD, Renovación, Náutico, Patronal o Juventudes Católicas. No podía hacer nada porque eran sus propias bases las que se ponían al margen de la ley, no porque en La Coruña no hubiese Guardia Civil, Guardia de Asalto y hasta una buena guarnición militar. En el proceso que me da pie a esta anotación se produce uno de esos hechos, chuscos, que sólo podían ocurrir en la casa de tócame Roque que era en mi opinión España durante el gobierno del Frente Popular. El juez que instruye el sumario cita a los cuatro obreros que habían denunciado la persecución con piedras, palos y algún disparo. No aparecen, así que los vuelve a citar, y tras varios días se entera el Juzgado que los trabajadores no pueden salir de su tajo por encontrarse sitiados en Punta Herminia, así que se constituye el Juzgado en las obras para recibir las declaraciones:

Comunicándose telefónicamente desde las oficinas de fortificación de Punta Herminia, que los denunciantes a que se refiere este sumario no pueden comparecer ante este Juzgado a rendir declaración por no salir de las mismas en las cuales pernoctan para evitar agresiones, constitúyase este Juzgado en dicho punto al objeto de recibirles las declaraciones acordadas.

Otro ejemplo de la persecución que sufrían estos trabajadores que no estaban afiliados a la UGT ni a sindicatos de la CNT se dio con una señora de 65 años, Josefa Seoane, para la mentalidad de la época y la esperanza de vida, una anciana, a la que arrebataron la comida que llevaba para unos obreros de Punta Herminia y le dijeron que de no ser una anciana, le molerían las costillas XD Que humanitarias eran las mujeres del Frente Popular, porque parece que eran mujeres las agresoras. La Voz de Galicia, correspondiente al 14 de marzo de 1936, lo cuenta así:

En la mañana de ayer la anciana de sesenta y cinco años Josefa Seoane N., de la calle de Marconi, que era portadora de la comida de unos obreros, se vio agredida en la carretera de la Torre, por tres individuas desconocidas, que le arrojaron la comida al suelo, llevándole además los cacharros (al igual que hicieron a otras mujeres).

Del hecho se dio cuenta en la Comisaría de Policía y a la autoridad judicial.

Media España no es que no se resignase a ser asesinada, es que acabaron hasta los mismísimos redaños de que no se les dejase vivir.

Mis notas.




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