domingo, 9 de octubre de 2011

Sacerdotes y armas de fuego


Comentaba en otra anotación que según Payne (p. 51, n. 2) en la primavera de 1934 "durante tres horas de cacheos en el centro de Madrid se ocuparon a los transeúntes ciento tres armas de fuego". Quiero decir con lo anterior que en una sociedad violenta como aquella y en donde las conductas primarias eran moneda corriente, también era común la posesión de armas de fuego, y los curas no eran excepción. No cuento con elementos de juicio para decir si era algo generalizado en ellos. Lo que sí afirmo es que no me he encontrado con un solo caso en el que las disparasen. Sí que las esgrimían como medio para amedrentar a sus perseguidores en un período como es la II República y guerra que le siguió que sigue siendo paradigmático en lo que a persecución religiosa se refiere.

También me ocupé en otra anotación del grupo de Feáns, que fue responsable de varios atropellos antirreligiosos y otros desmanes en el propio lugar de Feáns (La Coruña), así como en otros lugares como la inmediata parroquia de San Esteban de Morás (Arteixo). De acuerdo con Blanco Rey (p. 1179), el 1º de mayo de 1936 el grupo de Feáns se acercó al lugar de Santa Icía, parroquia de Morás (Arteixo) y estando en la tienda de Antonio Becerra Iglesias manifestaron su propósito de llevarse la imagen de San Paio --cuya ermita ilustra esta anotación-- para "casarlo" con la Virgen del Carmen de Feáns. El 7 de junio siguiente profanaron la capilla de la Virgen del Carmen de Feáns, sustrajeron varios ornametos y jugaron a la llave con la imagen. Además de lo que aparece en La Vanguardia, ahora puedo documentar que el vecino Feáns, José Otero Salgado, se hizo cargo de la imagen y varios de los ornamentos. En represalia, los miembros de este grupo Manuel Martínez, Manuel Paseiro y Luis Boedo, el 14 de junio siguiente le derribaron un trozo del muro que cerraba una finca causando daños no sólo en el muro sino en la finca, que se encontraba plantada con maíz, por valor de cien pesetas de la época.

Así las cosas, cuando el primer domingo de julio de 1936 se celebró la romería de San Paio en su ermita del lugar de Santa Icía, uno de los curas de la Tabla de Arteixo, el coadjutor de Santa María de Pastoriza, tomó todas las precauciones y se atrevió a celebrar la misa en la ermita, pero con la pistola depositada sobre el altar... Si los del grupo de Feáns se presentaron con intención de llevarse la imagen de San Paio o cometer cualquier otro desmán, volvieron por donde habían venido.

No fue la única ocasión en que un cura del ayuntamiento de Arteixo tuvo que esgrimir armas para no ser coaccionado o sufrir algún disgusto de mayor trascendencia. El mismo Blanco Rey (p. 1127) también comenta que con motivo del encarcelamiento gubernativo en el calabozo de la casa consistorial de Arteixo del cura párroco Benito Rodríguez Noya, el domingo 7 de junio de 1936 fue a oficiar misa a la parroquial de Santiago de Arteixo el regente de San Esteban de Morás, Eladio Queijo Graña. Un grupo de exaltados le esperaban para impedir la celebración, pero bastó con que el cura sacase de uno de sus bolsillos una pistola para que los macarras, maleantes informativos, o como queráis llamarlos, saliesen huyendo.

Durante el gobierno del Frente Popular las autoridades se hicieron eco, o quisieron hacerse eco de esa rumorología que atribuía la existencia de depósitos de armas en las iglesias, sobre todo en el Sagrario... Ante la falta de expedientes judiciales sobre estos depósitos, o posesión ilícita de armas por parte de sacerdotes, habrá que suponer que esos grandes depósitos de armas en iglesias y casas rectorales eran un mero bulo interesado --por no decir un delirio-- con el que se molestó a los curas para dar satisfacción a quienes los propagaban, cuyo objetivo no era otro sino que se les acosase y persiguiese, que se les fastidiase (lo digo con eufemismo). Por lo que atañe a la posesión ilícita de armas de fuego por parte de sacerdotes, sólo conozco el caso de un registro efectuado el 29 de marzo de 1936 en el que se encontró un revólver, que por suerte para el sacerdote, no funcionaba, no estaba en condiciones de disparar de acuerdo con el informe de los peritos armeros y tuvo por resultado un auto de sobreseimiento y el archivo de las actuaciones. Se produjo el hallazgo al practicar un registro en la casa rectoral de Santiago de Sigrás (Cambre), domicilio del ecónomo de esta parroquia, José Cerqueiro Suárez.



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