sábado, 9 de julio de 2011

Persecución sindical a trabajadores libres: el homicidio de Luis Amboage


Uno de los factores que en mi opinión han dado prestigio generalizado al Movimiento 15-M es sin duda la no violencia. Tengo para mí que la población española está cansada de los anacronismos de violencia sindical, esto de ir a la cafetería de la esquina tras un día de huelga y tener que compadecerse y solidarizarse con el dueño, de indignarse con él, porque unos maleantes informativos resulta que le pusieron silicona en la cerradura y la bromita le salió en 300 eurazos de vellón. Deben ser contados los que no perciben con bochorno a los maleantes informativos, quemando neumáticos en cualquier carretera, asaltando tiendas para obligarlas a cerrar, o ejerciendo brutales coacciones en los accesos a polígonos industriales para obligar a hacer huelga a quien está en su perfecto derecho de no hacerla si no quiere. Si estos excesos se producen con toda impunidad en nuestros días ¿qué no ocurriría durante la II República en donde uno de los deportes estrella era el boxeo, en donde la violencia estaba bien vista y las conductas primarias estaban generalizadas en amplias capas de la población?

El sindicalista que veis en la imagen fue con una pistola y una porra a por uvas el 20 de marzo de 1936 persiguiendo a unos trabajadores que no pasaban por los aros que marcaba la CNT; y salió del apuro con una partida de defunción en la que aparece muerto como consecuencia de hemorragia interna. A lo mejor alguien se cree que los malvados franquistas andaban ya haciendo de las suyas en los registros civiles antes de empezar la guerra, que con lo que leo últimamente sobre metodología de investigación no sería de extrañar.

En el muelle había un grupo de obreros dedicados a las tareas de carga y descarga de los barcos, disidentes de la afiliación mayoritaria a sindicatos tributarios de la CNT. Pertenecían a la UGT y fueron "invitados" a darse de baja en este sindicato para afiliarse a la CNT. Una vez aquí se les expulsó y como por ejemplo y para el caso que nos ocupa, la CNT acaparaba casi todos los trabajos en el muelle, tanto fijos como eventuales, los engañados no encontraban trabajo así que decidieron emprender su camino fuera de toda afiliación sindical. El entorpecimiento por parte de la CNT hacía que sólo obtuviesen trabajo todos cuando los trabajadores anarquistas declaraban la huelga, siendo por esta actitud muy mal vistos por los elementos anarquistas que los tachaban de esquiroles, sufriendo amenazas y coacciones. Como ya comenté en alguna anotación, falangistas y esquiroles constituían minorías perseguidas y maltratadas. En cuanto el león rompe su jaula no es de extrañar que se enciendan cóleras, se cobren venganzas o se lleven adelante crueldades inexplicables si no se tiene en cuenta la persecución y el maltrato previo.

Con la victoria del (funesto) Frente Popular la CNT consigue que el Estado haga suyas las coacciones, y así el gobernador civil José Sánchez Gacio obligó a la Patronal a borrar de las listas de contratación temporal para las labores de carga y descarga en el muelle, a los jornaleros no sindicados que la CNT le había señalado como esquiroles, dejándolos en la miseria. Para paliar esta situación, la Asociación General Patronal dio una subvención de 25 pts. semanales a los 90 obreros expulsados que trabajaron en momentos de huelga. El 20 de marzo de 1936 seis de estos obreros habían ido a pasar lista como hacían todos los días a los locales de la Asociación General Patronal. De regreso se cruzaron en Linares Rivas con dos sindicalistas de la CNT, Luis Amboage Mato y Acracio Seoane Díaz, que dieron la vuelta y los fueron siguiendo por Santa Lucía hasta la escalinata. Por esta bajó Acracio y creyeron los perseguidos que lo hacía para buscar refuerzos. Al percatarse en Linares Rivas que Amboage y Acracio los seguían, los obreros no sindicados formaron dos grupos de tres. Delante Humberto Anido Castro, de 31 años, Ricardo Paños López, de 29, y Manuel Martínez Cadaveira, de 28. Detrás iban José Cedeira Zas de 53 años, Victorino Escudero y Gonzalo Chas Solís, de 25 años este último.

Rebasada la escalinata de Santa Lucía siguieron por Castiñeiras y en el encuentro de Marqués de Amboage con Caballeros, Luis Amboage rebasó al segundo grupo colocándose tras el primero. Al llegar estos a los ranchos de Lozano en la calle Caballeros en donde vivían Gonzalo Chas y Humberto Anido, parece que Luis Amboage se fue hacia Humberto cuando pretendía abrir la puerta y empuñando una pistola y una porra, al grito de cabrón, tú ya no abres más la puerta que aquí te pateo yo, le disparo un tiro con tan buena suerte para Humberto que al echarse hacia la puerta para entrar en su vivienda, fue a impactar en la casa de al lado en donde rompió un cristal.

A partir de este momento las versiones no concuerdan. Para unos Luis Amboage salió pistola y porra en mano persiguiendo Ricardo Paños al grito de maricón, desgraciado, no te escondas XD momento en que le dispararon desde unos árboles que había al final del callejón que formanban los ranchos de Lozano yendo a caer muerto a unos 150 m. Entra también dentro de lo posible que en virtud de lo que aparece en las declaraciones, a Amboage se le encasquillase la pistola, saliese huyendo, momento que aprovecharon los obreros no sindicados para hacer con él lo mismo que Amboage pretendía con ellos: matarlo. Os dejo mis notas.

Pese a las minuciosas investigaciones realizadas, hay que reconocer que la Policía de aquellos tiempos no poseía los medios técnicos de investigación que posee hoy y así no fue posible concretar quien disparó contra Luis Amboage. De este modo, tras el juicio los procesados salen absueltos. En cualquier caso me parece muy probable que Luis Amboage al comenzar la guerra y en caso de estar vivo, sería considerado un individuo peligroso para el orden público y ejecutado, como lo fue sin formación de causa su compañero Acracio Seoane Díaz. De los antecedentes del interfecto resulta que había nacido en 1900; en agosto de 1931 ingresó en la cárcel por sospechoso y huelguista; volvió a ingresar en prisión en diciembre por reparto de hojas clandestinas; detenido por atentado por medio de explosivos en enero de 1932; y finalmente fue detenido y denunciado por coacción en agosto de 1935. Falangistas y trabajadores libres llevaban pistolas, y ya vemos que las necesitaban porque izquierdistas y anarquistas también las usaban y ponían en grave riesgo su vida, aunque ocurría en ocasiones como la que nos ocupa que quienes iban a por uvas salían trasquilados.

El mismo día de este homicidio la CNT declara la huelga general, pródiga en choques violentos de los que resultan bastantes heridos. Se asaltan los locales de la Asociación General Patronal y de la JAP, exigiendo que se echase de la ciudad a los 90 obreros no sindicados. La versión anarquista de los hechos se puede leer en Solidaridad, en donde, para variar, se hacen las víctimas, que al parecer la patronal armaba a los esquiroles. Del arma y porra con punta de plomo que portaba el mártir, ni mu. Sin comerlo ni beberlo el presidente de la Patronal, José Luis Pérez Cepeda, es desterrado por el gobernador civil a 150 km de la ciudad. La república de tócame Roque.




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