martes, 14 de junio de 2011

Juan Canalejo no reventó el mitin de Izquierda Republicana


De determinadas corrientes historiográficas que se cultivan en Galicia, íntimamente relacionadas con la memoria histórica y sus famosas subvenciones, se suele decir medio en broma medio en serio que la historia que cuentan es inventada. No será por falta de ejemplos. El más conocido es la supuesta "doma y castración de los gallegos" que se atribuye al cronista castellano Jerónimo de Zurita, cuando en realidad Zurita no habló de castración y se sabe que se trata de un invento que hizo Castelao en el parlamento en 1931. Pero la frasecita se repite en nuestros días pese a saberse que es un invento. Otro ejemplo palmario es el atribuir el nacimiento de la nación española a otro supuesto invento del Consejo de Castilla a principios del siglo XIX, que al parecer antes nunca se había hablado de nación española. Cualquiera que consulte el Corpus diacrónico del español en el portal de la RAE se da de bruces con 476 casos en 276 documentos desde el siglo (XV-)XVI para la búsqueda nación española, en los que se habla de esta con toda naturalidad.

En cuestiones de memoria histórica los inventos, los mitos si queréis, junto con la falta de rigor son también en mi experiencia un lugar común; y lo digo con toda modestia porque no voy de nada, pero tampoco trago con milongas ni timos, que como ya comenté en alguna ocasión yo si me puse a trabajar estos temas que siempre aborrecí, fue por no dejarme engañar, y quien lo diría, les he cogido gusto. Uno de los inventos más socorridos, repetidos y archirepetidos como un mantra a nivel local viene a decir que el jefe falangista Juan Canalejo reventó un mitin, pistola en mano, "del presidente Azaña". Tururú. Uno de los que escriben sobre Canalejo "fantasías animadas de ayer y hoy" lo formula así:

Poucos días despois [del comienzo de la Revolución de octubre del 34], Canalejo irrompe, xunto a Xosé Docampo, nun mitin de Manuel Azaña provocando disturbios logo de saíren pistolas a relucir.

Tururú, tururú. Ni el mitin del "presidente" Azaña fue pocos días después de octubre del 34; ni estaba Azaña para mítines por estas fechas pues es sabido que la autoridad judicial militar lo detiene en Barcelona a principios de octubre y no se le pone en libertad hasta finales de diciembre del mismo año 1934. Y como el estado de guerra no se levanta por estos pagos hasta el 23 enero de 1935, ya se ve la seriedad y el rigor de que hacen gala los señores de la memoria histórica. Pero se deja caer, que ya habrá otro que lo repita basándose en que lo dijo fulanito, pese a que ni fulanito ni nadie que yo sepa, citen una fuente en la que se apoya el que tengo por un invento.

En realidad, el único mitin que dio Azaña (y Casaritos, y Búa Carou, y Marcelino Domingo) se desarrolló en la plaza de Toros umbiliqueña el domingo 27 de mayo de 1934. Hacía menos de dos meses que se había constituido Izquierda Republicana. El 16 de abril celebraron en Madrid el primer mitin organizado por sus juventudes. Yo diría que con motivo de la terminación del primer juicio por los sucesos de Casas Viejas, en el que tanto Casaritos como Azaña quedaban desprestigiados ante la opinión pública nacional, quisieron darse un baño de multitudes que avalase su gestión de gobierno. No les salió muy bien y no precisamente por la oposición de Juan Canalejo, sino por la de los obreros anarquistas que les reventaron el acto por solidaridad con sus compañeros gaditanos.


Si Umbilicus mundi tenía fama de ser la ciudad más republicana de España, era mucho más anarquista. Hemos visto que días antes de este acto se habían recogido diversas hojas clandestinas en las que los obreros anarquistas llamaban a boicotear el mitin del equipo de Casas Viejas, de los Mosqueteros de la muerte, etc. El domingo 27 de mayo de 1934 llegaron a la ciudad camionetas, autocares y vehículos particulares, que junto con espectadores locales (no había tele, ni internet, ni se salía de copas los sábados hasta las tantas, etc.) casi llenaron la plaza de toros con unos 8.000 espectadores de un aforo de 12.000. En la tribuna presidencial había una pancarta sobre la que aparecían escritas las palabras libertad, igualdad, fraternidad, y para que no hubiese equívocos, las tres palabras formaban un triángulo. Comenzó el mitin con la intervención de D. José Búa Carou y fue de inmediato abucheado por los obreros hasta el punto de verse obligado a no seguir en el uso de la palabra. Los altavoces daban consignas como Republicanos: os rogamos que os echéis al ruedo para expulsar a esa gente maleante. Casaritos comienza con su demagogia, sus bravuconadas y hace ademán de echarse al ruedo, claro que sólo se quedó en un ademán y en decir a los organizadores: o los echáis vosotros o los echa el hijo de mi madre. Ya veis lo risueño que se encontraba ante el fiasco cosechado en su ciudad natal. Por si no se había notado la supremacía de los obreros anarquistas, desde un tendido se permite dar un contramitin el "líder" anarquista local, José Moreno Torres, que por cierto era de los aficionados, no a la gasolina como los socialistas, sino a la dinamita (ya lo veremos), cuyo discurso se recibe con aplausos por parte de los interruptores.

Por fin hizo uso de la palabra Casaritos y ahí las protestas llegaron a su punto álgido que recordaban muchos años después los viejos que conocí y presenciaron este mitin, sobre todo los gritos de ¡CASAS VIEJAS! Santiago Casares Quiroga era hijo de Santiago Casares Paz. El padre era Casares y el hijo Casaritos. También lo motejaron como el durmiente de Jaca por haberse ido a dormir cuando llegó a esta población, que estaba cansado, con lo cual no transmitió a tiempo la orden de aplazar el golpe de Estado cosa que le costó el fusilamiento tanto a Galán como a García Hernández. Volviendo al mitin que nos ocupa, cuando Casaritos comienza su discurso le tiran una naranja y una monda de esta fruta, que esquiva. En el ruedo siguen las protestas y los miembros de la comisión de orden bajan de los tendidos. Entre ellos Enrique Blanco Fontenla, que aunque se encontraba allí a nivel particular, se ganaba el sustento como guardia municipal intérprete de inglés. Estaban con el anterior Luis Tato Vento y Germán Paredes García. En un momento determinado, Enrique Blanco sacó una pistola, hizo un movimiento de abanico con ella y disparó contra los obreros. Hiere al dependiente de comercio de 23 años Francisco Insua Suárez, que cae, es llevado a la casa de socorro en donde llega en estado agónico y fallece. Los obreros se lanzan contra Enrique Blanco, sacan sus navajas y lo apuñalan en la región glútea en donde le infieren cinco heridas, una en la cara junto con contusiones en otras partes del cuerpo. La interrupción del acto se recordaba por los viejos muchos años después porque debió durar como una hora hasta que llegaron los guardias de asalto que simulando una carga, despejaron el redondel. El escándalo había sido de los que no se recordaban y de los que se conservaban en el recuerdo.

Pese a haber fallecido un obrero, el mitin siguió como si no hubiese ocurrido nada y Casaritos dio rienda suelta a su demagogia habitual, que si los obreros protestantes estaban pagados por los monárquicos, que en realidad eran muy pocos, versión esta última que no coincide en absoluto con lo que yo conozco por tradición oral de quien recordaba este mitin tal vez como el más importante o emblemático de los celebrados durante la II República en la ciudad.

Si a diferencia de lo que ocurriría en nuestra sociedad el mitin siguió; si los obreros no tuvieron el menor reparo en echarse sobre el agresor y apuñalarlo ¿No será que cuando se juzga con dureza la represión de los vencedores se emplean criterios de la sociedad actual para aquella, que ya vemos que no empleaba los mismos parámetros? ¿No será que se juega al presentismo? ¿O es que alguien se imagina hoy un mitin en el que un miembro de la comisión de orden lleve pistola? En caso de llevarla ¿alguien imagina que hiciese fuego con ella sin que los oponentes hubiesen sacado antes armas? En caso de tener que hacer fuego sin que los obreros hubiesen sacado armas ¿no pensaríamos hoy que lo normal sería que disparase al aire para asustarlos? ¿En nuestra sociedad no sería normal que tras un herido por arma de fuego en un mitin, que este se suspendiese? Quiero decir con lo anterior que los señores de la memoria histórica hacen uso de la demagogia y no apelan a la razón cuando condenan sin matices la represión ejercida por el bando ganador. No tienen en cuenta como funcionaba aquella sociedad, el valor que daban a la vida de una persona que en unos y otros era muy inferior al que afortunadamente otorgamos en nuestros días.

El autor del disparo es condenado a ocho años y un día de prisión por la Audiencia Provincial, que tras el recurso al Supremo se queda en tres, y ni estos tres llegó a cumplir porque con la amnistía que promulgó el Frente Popular en cuanto llega al poder sale en libertad.

Viene a cuento todo lo anterior porque os dejo mis notas que se extienden a lo largo de 61 páginas, con la causa criminal, las noticias que publicó La Voz de Galicia, El Ideal Gallego o Solidaridad Obrera. No aparece Juan Canalejo ni José Andrés Docampo Do Campo (se escribe así según comentario del nieto que adjunto abajo) por parte alguna. En la relación de detenidos que publican los periódicos tampoco aparece ninguno del que se sepa que fuese falangista. Vaya, que pese a haber entrado al trapo a un argumento diabólico, esto de que alguien es culpable mientras no se demuestre lo contrario, creo que aporto documentación suficiente para poder decir sin riesgo a equivocarme que carece de base seria afirmar como se afirma sin más que el pobre Juan Canalejo reventó pistola en mano un mitin del "presidente" Azaña. Sirve para agitar, que ya se sabe que algo queda, salvo para aquellos que no apelamos a los sentimientos ni a los mitos, sino que intentamos ir a la razón pura y dura.




3 comentarios:

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

No sé si el invento este de atribuir a Juan Canalejo la interrupción del mitin de Azaña puede encontrarse en una confusión de Carlos Fernández que aparece en su obra Alzamiento y guerra civil en Galicia. La Coruña, O Castro, 2000, vol I, p. 39. Tampoco cita las fuentes. Como es autor que trabajó la tradición oral entra dentro de lo posible que alguien le refiriese lo que sigue, él se fió, y un error dio pie a que los interesados en demonizar a Juan Canalejo hiciesen el resto del trabajo. El texto:

Entre las primeras detenciones de la Falange coruñesa, hay que destacar las de Juan y Antonio Canalejo Castells y José Andrés Docampo por la colocación de pasquines contra el mitin de Azaña, interrupción del mismo y batalla campal en el Relleno.

Ya vimos que entre los detenidos en el mitin de Azaña que publica la prensa, unos 15, no aparecen los hermanos Canalejo ni José Andrés Docampo Fraga. También vimos que en la causa no se les menciona por parte alguna.

En cuanto a la segunda parte, lo que sí tengo documentada es la detención de los mencionados (sin batalla "campal" alguna) por la colocación de hojas clandestinas en el Relleno, pero no antes del mitin de Azaña, sino dos meses más tarde. Y me parece extraño que si hubiese habido esa batalla "campal" ninguno de los medios que consulté aluda a la misma. Veamos O_O

Dice El Compostelano correspondiente al 17 de julio de 1934:

Fueron detenidos en Coruña por pegar pasquines fascistas, clandestinamente, el teniente de Infantería retirado Juan Canalejo, su hermano Antonio, practicante de Medicina, y el estudiante José Docampo.

Por su parte el muy requeterrojísimo Heraldo de Madrid, el 16 de julio de 1934 tampoco habla de batalla "campal" alguna en el Relleno:

EN LA CORUÑA

LA CORUÑA 16.- El gobernador recibió a los periodistas, dándoles cuenta de haber sido detenidos en la calle de Concepción Arenal [más bien creo que junto al monumento a Concepción Arenal en el Relleno, en los jardines de Méndez Núñez], pegando pasquines de Falange Española, sin pie de imprenta, Juan Canalejo Castells, teniente de Intendencia retirado, su hermano Antonio, practicante de Medicina, y José Docampo Fraga, estudiante. Otros tres se dieron a la fuga.

Los detenidos ingresaron en la cárcel.


Lo mismo dice La Libertad sin aludir a esa supuesta batalla "campal".

Por último, el 15 de julio de 1934, se lee en El Pueblo Gallego:

DETENCIÓN DE TRES FASCISTAS

La Coruña.- El Gobernador civil manifestó ayer mañana a la Prensa, que a las tres y media de la mañana fueron detenidos en los jardines de Méndez Núñez por fuerzas de Seguridad y Asalto, don Juan Canalejo Castells, teniente de Intendencia retirado, don Antonio Canalejo Castells, practicante, y don José Domínguez [=Docampo] Fraga, estudiante, los cuales fueron sorprendidos colocando hojas fascistas no autorizadas y sin pie de imprenta, en dichos jardines.

Ingresaron en la cárcel, habiéndose instruido diligencias, que fueron pasadas al Juzgado de Instrucción de guardia.


No localicé esas diligencias pese a haberlas buscado.

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Con mi agradecimiento, os dejo este comentario:

Soy el nieto de José Andrés do Campo Fraga (el apellido se escribe así). Te rogaría que mantuvieses mi anonimato aunque uses el dato histórico. Encontrarás la manera, seguro.
Mi abuelo me contó un par de veces que, efectivamente, estuvo detenido por falangista antes de la guerra. Era estudiante de Derecho. Fueron solo dos o tres días y me comentaba que vivió a cuerpo de rey en la celda, pues los compañeros le traían cigarrillos, periódicos, libros, un tablero de ajedrez...
Jamás habló de mítines ni de broncas ni peleas ni nada por el estilo, y siempre decía que la Falange hacía muy buenas migas con la CNT (al menos en Coruña). Si la cosa hubiese sido como comentó la izquierda, no creo que te soltasen sin juicio a los dos días.
Y cuando Franco llegó al poder, la Falange se sintió traicionada, en eso insistía mucho. Le llamaba "El Pacorro" a Franco, je.
Al hilo del artículo, comentarte que en el 34 mi abuelo estaba haciendo la mili y lo enviaron a Asturias. La orden era disparar a matar (¡a chicos haciendo la mili! ¡orden del Gobierno transmitida al Ejército!). Me comentaba que los mineros asturianos eran imbéciles, pues se ponían camisas rojas y se subían a los árboles para arrojar dinamita, cosa inútil porque se les veía mucho y un disparo de fusil alcanzaba más que un brazo tirando un cartucho de dinamita.
En fin. Creo que era la persona que más hablaba de la guerra sin problema.
Si quieres algún que otro dato, pregunta por "los hermanos de la lejía" de Coruña. Mi abuela no podía ir al instituto con uniforme porque les pegaban y las monjas recomendaron ir "de incógnito". Hablaba con terror de ellos a sus 70 y muchos años.
Otro dato que me comentaba do Campo es que la Guerra Civil se veía venir a kilómetros. No era raro que la gente tuviese una pistola y todas las semanas había tiros en algún sitio. De hecho, las armas ¡¡entre la población civil!! las distribuyó el propio Gobierno Civil. Ibas, decías tu nombre y te daban fusil y cartucho con balas. ¿Esa es medida para un Gobierno estable, democrático y republicano al que se le amotinan dos militares en África? ¿O más bien ya era un país sin control alguno?

Un saludo

XXXXXXX

PD: Ojo, que aquí hay mierda para todos. En Santiago, también según mi abuelo, en la Facultad de Derecho, ponían la bandera española a la entrada, en el suelo. Desde la ventana apuntaban con una pistola y el que la pisase al entrar... pues se llevaba un tiro. Si hasta un estudiante cagón de 19-20 años tenía pistola...

LA NIÑA DEL EXORCISTA dijo...

Querido amigo: muchas gracias por tu comentario. Supongo que tu abuelo sufriría detenciones gubernativas, porque ya sabes que en aquella época en virtud de la Ley de Orden Público un ciudadano podía ser reducido a prisión por orden del gobernador civil o de otra autoridad sin que un juez decretase su prisión.

Supongo que tu abuelo estaría en prisión dos veces con ocasión de pegar los pasquines en julio del 34 --recuerda que la revolución estalla en Octubre de ese año y entra dentro de lo posible que aún no estuviese haciendo la mili; y seguramente al estar fichado como falangista, también dio con sus huesos en la cárcel a mediados de abril del 36. Cuando se ilegalizó esta organización --declarada nula posteriormente por los tribunales-- todos aquellos fichados como "fascistas" fueron detenidos --detención gubernativa-- y pasaron unos días en prisión.

Coincido en que anarquistas y falangistas se llevaban bien. Dionisio Pereira es un estudioso del anarquismo y no sé si es de izquierda extrema, pero me parece muy de izquierdas. En un libro cuyo título no recuerdo ahora pero publicado antes de que surgiese toda la manipulación (en mi opinión claramente int€t€r€$ada) de la memoria histórica, tiene el gesto honrado de contar que con ocasión del asalto a la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Oleiros en diciembre de 1933, perpetrado por anarquistas, resultó muerto uno de los asaltantes, Francisco Llerena Quesada. A los pocos días de producirse el entierro los anarquistas celebraron una reunión, y con sorpresa vieron que entraba Juan Canalejo en la sala donde se celebraba. Se alarmaron y no sé si alguno echó mano a la pistola (escribo de memoria). Canalejo les dijo que no se alarmasen y comentó que los falangistas habían hecho una colecta y él estaba allí para entregar un donativo para la viuda e hijos del fallecido. Este episodio dio pie a que Dionisio Pereira colme de halagos a Juan Canalejo: que si era un hombre íntegro, noble y no recuerdo qué más. De este episodio nadie dijo ni pío tras ponerse de moda la memoria histórica. Todo se reducía a denigrar hasta aniquilar, a amplificar lo favorable y ocultar lo contrario.

Un abrazo.