martes, 17 de mayo de 2011

Más sobre el apuñalamiento al falangista Francisco Pena Manso


Me preguntan al llegar a casa de donde vengo. Respondo que de la calle del Tren de hacer una foto de la esquina en donde apuñalaron en agosto de 1935 al estudiante falangista de 18 años, Francisco Pena Manso.

--R: Ay, me da mucho miedo que investigues esos temas...

A lo que respondo que no pasa nada. No voy de víctima ni muchísimo menos, pero sería absurdo que no fuese consciente de las amenazas veladas que un día tras otro recibo por ejemplo en este blog chorras por contar lo que los señores de la memoria histórica ocultan o manipulan (para ejemplo de "fantasías animadas de ayer y hoy" en donde no se cita una sola fuente de la que se obtienen los datos, ver aquí). Lo siento, creo que era San Pablo quien decía que la verdad os hará libres y si yo creo que sobre la II República se cuenta una milonga cuando se la pone como paradigma de libertades y democracia, cuando se dice que las izquierdas eran demócratas (tampoco lo eran las derechas o Falange), lo seguiré contando y documentando con toda modestia, acertando y equivocándome en mi percepción pero poniendo a disposición de quien quiera verlo fuentes documentales en las que baso aquello que creo cierto. Y que pase lo que pase.

Del apuñalamiento al joven falangista Francisco Pena Manso, junto con la agresión a su amigo Antonio Loureiro, ya nos ocupamos en otra anotación. Recordaréis que se detuvo a dos de los muy socialistas hermanos de la Lejía, France y Jaurés García García; también como complicado en la misma al maestro Eugenio Carré Naya, secretario de la F.E.T.E.-U.G.T, presidente de la Unión de Estudiantes Antifascistas (p. 52), luego comunista y al final del P.O.U.M. (p. 155). Recordaréis también que se acusó como autor material del apuñalamiento a otro de los hermanos de la Lejía, a Bébel García García, que vivían en San Roque 24 a escasos metros del lugar del suceso.

Sospecho que se fueron de rositas. En aquella sociedad me temo que era tan posible que la Policía conociese perfectamente como se había desarrollado un hecho delictivo, por ejemplo a través de sus confidentes, como difícil aportar pruebas que permitiesen a un tribunal condenar a los sospechosos. Aquella Policía tomaba huellas dactilares y podía comparar dos impresiones digitales para conocer si se correspondían con un mismo individuo, pero no poseían la técnica que permitiese obtener la imagen que habían dejado esas huellas sobre el mango de un cuchillo con el que se había apuñalado a alguien. Los abogados defensores negaban que los hechos se desarrollasen como suponía el fiscal, y si no se aportaban pruebas contundentes, ya se sabe que in dubio, pro reo. Me estoy liando así que os dejo con la versión que publica El Ideal Gallego correspondiente al 31 de agosto de 1935:

Dos muchachos agredidos en la calle del Hospital

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Uno de ellos resulta herido
gravísimamente

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El ataque fue inopinado y sin discusión previa

En las últimas horas de la noche de ayer, ocurrió un sangriento suceso en la calle del Hospital, del que fueron víctimas los jóvenes don Francisco Pena Manso, de 18 años, estudiante, con domicilio en la calle de la Galera, 48, tercero, y don Antonio Loureiro, de 24 años, vecino de la calle de Rubine, 12.

EL SUCESO

Cuando dichos jóvenes pasaban por la mencionada calle del Hospital, se pararon en la esquina de la del Tren, con objeto de comprar fruta a una mujer que allí estaba vendiendo.

En este momento, unos sujetos se acercaron a Manso y Loureiro, y sin que mediase la más ligera discusión, ni por tener antecedentes de la misma, inopinadamente fueron agredidos por la espalda los indicados jóvenes.

Mientras a Pena le clavaban un puñal en la espalda, a Loureiro le daban un fuerte golpe con una botella en la cabeza.

Al darse cuenta de la agresión de que eran objeto, Loureiro intentó evitar el golpe que le asestaban, pero no lo consiguió, dada la rapidez con que maniobraron los salvajes agresores.

Loureiro puso la mano por delante de la botella, y ésta le causó heridas en un dedo y en la cabeza. No obstante el herido pudo darle un puñetazo a su agresor, causándole hemorragia nasal.

Una vez ocurrido el suceso, se oyó una señal marcada por no se sabe quien, hecha con un pito, y a esta contraseña, los agresores se dieron precipitadamente a la fuga.

No obstante la rapidez del suceso, los heridos pudieron reconocer en el autor de la puñalada a un tal Bébel, vecino de la calle de San Roque, a quien buscaba esta madrugada la Policía.

Varios transeúntes que a la hora del suceso pasaban por la calle de San Roque, entre ellos un hermano del señor Iglesias Corral, recogieron a los heridos y los trasladaron a la Casa de Socorro del Hospital, donde fueron curados de urgencia por el médico señor Castillo y el practicante don Sergio Rey.

A Pena Manso, se le apreció una herida incisa producida por arma blanca, de seis centímetros de profundidad, a nivel de la sexta vértebra dorsal.

Esta herida interesa apófisis transverso y nervios motores, y por lo tanto produce parálisis de los miembros inferiores.

A Pena no se le pudo sacar el cuchillo hasta llegar al Hospital.

Su estado fue calificado de gravísimo. Después de practicarle una detenida y difícil cura, quedó ocupando una cama en el Hospital, donde se constituyó el Juzgado de instrucción de guardia para tomarle declaración.

Loureiro presentaba: una herida incisa de dos centímetros de extensión en el dedo meñique de la mano derecha; otra herida contusa en la región frontal, y diversas contusiones en diferentes partes del cuerpo.

Su estado se calificó de leve, salvo complicaciones, pasando, después de curado, a su citado domicilio.

La Policía practicó desde los primeros momentos del suceso varias detenciones, pero no pudo detener al citado Bébel.




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